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Vista de Oporto desde el otro lado del Duero.
Oporto, la bella impostora

Oporto, la bella impostora

Una ciudad vieja, a orillas del Duero, para todas las edades

GALO MARTÍN

Martes, 20 de enero 2015, 14:58

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Entre el Océano Atlántico y el Estadio do Drago se sucede Oporto a orillas del Douro. El río, a su paso por la ciudad, lo cruzan puentes de la escuela de Eiffel y lo navegan los barcos 'rabelos' cargados de uvas y cubas de vino (aunque ahora sea de manera simbólica). El más portugués de los sentimientos, la saudade, parece que la espolvorean las gaviotas que sobrevuelan el Barrio de la Ribeira, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996. Todo este paisaje del color de la nostalgia es el que uno se imagina que se alcanza a ver desde la icónica Torre de los Clérigos.

Guía práctica

  • Oficina de turismo

  • Visitportoandnorth.travel

  • Cómo ir

  • Vuelos desde Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga y Valencia ( estos dos últimos con escala en Lisboa), con la compañía portuguesa de la

  • TAP

  • Descárgate la aplicación

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  • para viajar a Oporto de la manera que mejor te convenga

  • Dónde dormir

  • Pensão Favorita

  • Un lugar tan tranquilo que no parece que estés en el centro de la ciudad. En la calle artística de Miguel Bombarda.

  • Guest House Douro

  • Alojamiento tan exclusivo como familiar a orillas del río Duero. Sus propietarios hacen excelentes recomendaciones secretas de la ciudad.

  • Hotel Teatro

  • Alojamiento de diseño que recoge el bohemio ambiente del antiguo teatro Baquet que le precedió, en el centro de la ciudad.

  • Dónde comer

  • Restaurante A Grade, en la rua Sao Nicolau 9, cocina local y casera.

  • Taberna S. Pedro, al otro lado del río, en V. N. Gaia, en la rua Agostinho Albano 84. Pescado fresco cocinada a la parrilla.

  • Restaurante Os Lusíadas

  • ofrece una gran selección de pescados y mariscos. En Matosinhos, puerto pesquero muy cerca de Oporto.

La relación luso-británica

Una corriente imaginaria del Douro arrastra al visitante desde el Ayuntamiento, que corona la Avenida de los Aliados, hasta su cauce y que cruza el Puente de Luis, construido a finales del siglo XIX. Al otro lado del río se ubica Vila Nova de Gaia, localidad que alberga las bodegas donde se conservan los barriles de pino y roble que encierran el vino injustamente denominado de Oporto. La mayoría de propietarios de negocios vinculados con este vino, que no se toma mientras se come, sino al principio o al final de la comida, son firmas británicas, como por ejemplo Graham's, aunque también las hay de origen portugués, como la de Cálem. La relación luso británica se remonta al matrimonio entre Don João y Filipa de Lencastre en el siglo XIV. Esta alianza con el paso del tiempo se tradujo en la adopción de hábitos ingleses por parte de la sociedad portuguesa y el país. Así se entienden las bocas de riego que hay repartidas por la ciudad de Oporto y las cabinas de teléfono al más puro estilo londinense. Sin embargo, una de las costumbres que introdujeron y más cambios trajo consigo fue la cultura de los 'banhos' en verano en las playas de la vecina Foz y Matosinhos.

Para salvar la distancia que existe entre Oporto y las playas próximas se instauró el uso del tranvía con la adquisición de los vehículos a una compañía inglesa. Corría el año 1895. La primera línea de aquel medio de transporte, en un principio burgués, hacía el recorrido Carmo-Arrábida. Los intelectuales y bohemios, como los escritores Camilo Costelo Branco y Ramalho Ortigão, eran frecuentes pasajeros con destino al Teatro S. João en la Praça da Batalha. En la actualidad siguen en funcionamiento tres líneas: 1,18 y la 22, y el funicular Dos Guindais, aunque su uso es más turístico que otra cosa. Para los nostálgicos es recomendable visitar el Museu do Carro Eléctrico (cerrado hasta mayo por reformas) y disfrutar de las cariñosas y afectivas explicaciones por parte de la plantilla que trabaja entre antiguos tranvías y su predecesor, el denominado 'Americano', procedente de Nueva York y que era tirado por caballos o mulas.

La avenida de los que se fueron

El Forte de S. Francisco Xavier custodia la Avenida de Boavista, flanqueada por las casas de los portugueses que fueron a Brasil y regresaron al hacer fortuna al otro lado del océano. A mitad de camino se presenta el Museo de Arte Contemporáneo Fundación Serralves, uno de los polos más importantes del arte y de la cultura en Portugal. Su patrimonio arquitectónico y paisajístico está clasificado como monumento nacional. El conjunto lo componen la Casa de Serralves al estilo Art Déco, el museo y su armónico parque de 18 hectáreas en las que cohabita una gran diversidad arbórea y arbustiva, plantas autóctonas y exóticas. En el cementerio de Agramonte, los árboles que priman son los cipreses junto a las tumbas de aquellos mismos ingleses, entre otros difuntos, que trabajaron exportando el vino de Oporto a Inglaterra y Francia, principalmente. Sin tener las dimensiones de otros grandes campos de reposo, ni los restos de tan célebres personajes, merece la pena pasearlo y conocer alguna de sus sepultadas curiosidades. Se construyó en 1885 como consecuencia de una epidemia de cólera y es el primer cementerio público de la ciudad. Del silencio de Agramonte dista una calle de distancia la Casa da Música. El edificio fue concebido por Rem Koolhaas para celebrar en 2001 que Oporto fue elegida la Capital Europea de la Cultura, aunque finalmente las obras concluyeron en 2005. Desde la vecina Praça de Mousinho de Alburquerque en dirección sur se llega a la Rua Miguel Bombarda y sus aledañas. Calles que albergan galerías de arte, librerías, cafés, tiendas, restaurantes (resulta divertido probar una francesinha) y con sus muros decorados con grafitis. Algo que por otro lado empieza a ser común en las ciudades.

La ciudad vieja

Muy cerca de estas Streets arts se levanta la iglesia Do Carmo, punto en el que conectan las líneas de tranvía número 18 y 22. Los turistas que pasean por aquí peregrinan a la vetusta Librería Lello y hacen fila para entrar y subir y bajar sus emblemáticas escaleras. La afluencia es tan masiva que si los libros que pueblan sus estanterías desaparecieran, daría igual; aquí se persiguen los pasos de la escritora Joanne Rowling, autora de Harry Potter. Junto a este templo de la lectura convertido en una mera atracción turística vulgar se encuentran la Rua da Galeria de Paris, la Rua de Cândido dos Reis y la Rua do Conde de Vizela, calles en las que por las noches jóvenes y no tan jóvenes se citan para beber dentro y fuera de los bares, ajenos a la iglesia y torre de los Clérigos.

Aquí comienza ese Oporto de trazado sinuoso y en pendiente. De callejuelas empedradas y sombrías sobre las que se levantan fachadas decadentes de colores. Aquí la saudade descansa tranquila y hasta sonríe. En la estación de Metro de S. Bento la policía te recuerda que 'furtar' no es lo mismo que 'roubar', y es que hay que tener cuidado con lo que se guarda en los bolsillos. Desde este punto se puede subir a la Catedral y disfrutar de la panorámica o bien caminar en dirección hacia el Douro por la Rua das Flores, la Rua de Mouzinho o animarse a pasear por las más estrechas. Todas ellas dan a parar a la orilla del río que tan bien le sienta. Sí, es una ciudad comercial ligada al mar, donde el refrán reza "Lisboa presume y Oporto trabaja" y que el viajero inquieto gusta curiosear.

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