Desde el mirador

La imbecilidad

Lunes, 29 de septiembre 2025, 22:54

La tensión política resultante de la creciente bravuconería rusa y de la deriva estadounidense, se une la desconfianza hacia la clase política para afrontar una ... evidente crisis internacional.

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Las buenas noticias para la democracia llegan desde Francia, que ha puesto límites a la corrupción de sus dirigentes. Un demacrado y envejecido Nicolas Sarkozy recibía esta pasada semana el fallo de la justicia francesa reconociendo su culpabilidad de asociación ilícita para preparar una operación de corrupción de alto nivel en 2007 que le llevará a la cárcel. La justicia ha desvelado comportamientos graves de asociación lucrativa con personajes tan oscuros como el desaparecido dictador Kadhafi que afectan a la moral y sentido de nación. Europa necesita noticias similares para insuflar fuerza y credibilidad a la democracia, no para derivar hacia chivos expiatorios los retos que debe afrontar, sino para reforzar la confianza que se está perdiendo en los dirigentes y partidos que guían en la tormentosa travesía que afrontamos.

Y es que la corrupción y la imbecilidad parecen estar de moda. El barómetro de la oficina antifraude indica que el 82,1% de ciudadanos españoles creen que hay mucha o bastante corrupción y el 82,5% la consideran grave o muy grave. El índice internacional de percepción de la corrupción en España (2024) es de 56 sobre 100, señalando su estancamiento en las políticas y reformas anticorrupción frente a las numerosas y variopintas corruptelas habidas.

El panorama reclama ciudadanos y políticos de nivel con alta carga ética para hacer frente a todo. Pero la realidad es poco halagüeña, parece primar más la ignorancia que la sabiduría. Umberto Eco advirtió de ello en 2015 denominándola «la revolución de los imbéciles» facilitada por el boom de las redes sociales en las que cualquiera emite palabras y juicios, lamentablemente, seguidas por múltiples adeptos. Véase la nueva profesión de influencers que osan hablar e influir, en su mayor parte, desde la ignorancia pero con gran audacia y sin sentido crítico. Es el fracaso de la ideología y de la inteligencia en pro de una imbecilidad creciente que no solo es ignorancia sino, también, estupidez de personas con escasos conocimientos que se sobrevaloran convencidas de poseer la verdad absoluta, y dispuestas a impulsar decisiones colectivas.

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Dense una vuelta por cualquier librería y deléitense con multitud de libros dedicados a ellos: desde el de Pino Aprile 'Nuevo elogio del imbécil' hasta el de Maurizio Ferraris 'La imbecilidad es cosa seria' y juzguen críticamente.

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