Que nuestro sistema eléctrico cayera a plomo es algo inconcebible y muy preocupante. A estas alturas, toda nuestra clase política debería estar unida buscando soluciones ... para que no vuelva a producirse. Pero, lejos de eso, y como desgraciadamente ocurre muchas veces en nuestro país, estamos ahora en la fase de tirar de argumentario para defender o atacar al gobierno. Es lo único que les preocupa.
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En la gestión de esta crisis ha habido luces y sombras. En el lado luminoso, hay que reconocer que el gobierno actuó rápido, activando los protocolos, reuniendo a los comités, declarando el estado de emergencia y centrándose en recuperar cuanto antes el fluido eléctrico, lo que se hizo con relativa prontitud dada la magnitud del problema. Los servidores públicos (policía, bomberos, protección civil, ejército, sanitarios...) dieron una vez más una muestra de su profesionalidad y valía. Y la ciudadanía se comportó de forma ejemplar.
Sin embargo, ha habido también muchas sombras. La primera de ellas, una inexplicable falta de previsión para haber evitado esta crisis. Ya desde 2021 distintos expertos venían alertando de que algo así podía ocurrir y no se han tomado medidas. La reacción del gobierno fue negarlo todo, diciendo una y otra vez que nuestro sistema energético era el más seguro del mundo y acusando a quienes alertaban de esa posibilidad de ser ultraderechistas difusores de bulos. La segunda, la dilación en dar explicaciones. Pedro Sánchez tardó casi seis horas en comparecer ante los españoles, un tiempo más que excesivo. Y, además, sin permitir preguntas de los periodistas. Él mismo trató de defenderse diciendo que lo hizo cuando tuvo información. Pero este argumento se cae por su propio peso, porque lo que dijo a las seis de la tarde lo podía haber dicho perfectamente mucho antes: que no se sabía aún qué había pasado, que se iba a investigar, que se estaba trabajando para restablecer la conexión y que la gente no se dejara llevar por bulos. ¿Seis horas para decir esto?
La tercera, y quizá la más preocupante, es que resulta extremadamente grave que, a estas alturas, cuando han pasado ya tres días, el gobierno diga que aún no sabe lo que ha ocurrido. Ni siquiera han querido negar que haya sido un ciberataque. Y, en este punto, yo me pregunto: si un día de verdad tenemos un asalto contra nuestro sistema eléctrico, ¿vamos a estar tres días a por uvas, sin saber que nos han atacado? No es para quedarse muy tranquilos, la verdad.
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Pero eso sí, aunque no saben todavía lo que ha pasado, tienen ya identificados claramente a los culpables. Algo insólito. Y los malos, como siempre, son las empresas privadas. Algunos socios del gobierno, venidos arriba, piden ya poco menos que la nacionalización de las energéticas. ¿En qué quedamos? ¿No era nuestro sistema eléctrico el mejor del mundo? Parece ser que ahora ya no. En resumen, el gobierno, como ha hecho otras veces, tira de ideología para tratar de salvarse, derivando su propia responsabilidad hacia los demás.
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