Proyecto Hombre: espejo y esencia de la sociedad riojana
En los momentos difíciles, la entidad ha sabido organizarse, cuidarse y responder con humanidad a un problema que fracturaba la esencia de la convivencia
Óscar Pérez
Coordinador Terapéutico De Proyecto Hombre La Rioja
Sábado, 6 de diciembre 2025, 21:40
En 1999, cuando un pequeño grupo de pioneros abrió un local prestado en la parroquia de San Millán, en Logroño, con un cartel que decía ' ... Fundación Centro de Solidaridad de La Rioja. Proyecto Hombre', no estaban solo inaugurando un servicio más: estaban revelando el alma de una tierra, a través de aquellas personas con visión y con corazón o de las instituciones como Cáritas que buscaban soluciones a una situación terrible. Proyecto Hombre no nace de la nada: es fruto de una sociedad riojana que, en los momentos difíciles, ha sabido organizarse, cuidarse y responder con humanidad a un problema que fracturaba la esencia de su convivencia. Desde aquellos primeros días, Proyecto Hombre no ha sido un elemento más o ajeno a La Rioja, sino un reflejo fiel de su entorno: de cómo vivimos, de cómo sufrimos, de cómo nos relacionamos, de lo que callamos y de lo que somos capaces de hacer cuando las circunstancias aprietan. Mirar la historia de Proyecto Hombre es mirar la historia reciente de La Rioja, la memoria emocional de una tierra.
De la heroína a las pantallas
Los primeros años estuvieron marcados por la epidemia de la heroína: un drama público, visible, imposible de ocultar. Hoy, las adicciones han mutado. El rostro que más vemos ya no es el de la marginalidad, sino el de la normalidad diaria: personas adultas atrapadas por el alcohol, que sigue siendo de las sustancias que más personas traen al programa; jóvenes cuya relación con el cannabis se vive como algo inofensivo, pese a sus efectos profundos en la motivación, el vínculo y su salud mental; y adolescentes refugiados en conductas digitales compulsivas, buscando regular un malestar que no saben nombrar. El síntoma cambia, no la herida: soledad, presión social, vacío, dolor emocional sin palabra. Proyecto Hombre sigue respondiendo porque es hijo de esta tierra y conoce sus grietas tanto como su fortaleza.
La deuda con las mujeres
Durante años, las mujeres con adicciones cargaron con una doble condena: el sufrimiento y el silencio. Llegan más dañadas, más culpabilizadas y con historias de trauma que rara vez encontraron espacio seguro para ser contadas. La perspectiva de género ha permitido ver que su vulnerabilidad no es personal, sino estructural: más violencia, más cargas, más barreras. Hoy, Proyecto Hombre trabaja para reparar ese olvido histórico, creando espacios sensibles y seguros para ellas.
La prevención
El programa de jóvenes lleva décadas acompañando a adolescentes y familias. No desde la moral ni el miedo, sino desde la presencia, la escucha y la educación emocional. Prevenir es anticiparse al dolor, abrir un espacio donde un chico o una chica pueda decir: «Me pasa algo», antes de que la vida busque salidas más dañinas.
Cuando la herida es doble
Crece el número de personas que llegan con adicción combinada con ansiedad severa, depresión, trauma o trastornos de personalidad. Atender la patología dual es uno de los retos éticos y clínicos más fuertes del presente: requiere coordinación, sensibilidad y un enfoque que mire a la persona completa, no solo a su síntoma.
Treinta y cinco años demuestran que las personas cambian cuando encuentran un lugar donde su dignidad no se negocia, donde el vínculo cura y donde cada historia se mira sin miedo
La comunidad que nos sostiene
Las familias han sido siempre el pilar silencioso: madres que no duermen, padres que aprenden a soltar sin abandonar, parejas que resisten entre el miedo y la esperanza. El vínculo familiar siempre ha sido la célula básica de la comunidad, y también uno de los pilares imprescindibles en el duro camino de recuperación de las personas con adicción.
Los voluntarios son el latido discreto del programa. Personas que, sin pedir nada a cambio, llenan de humanidad aquello que las instituciones o las mejores técnicas nunca pueden colmar. Ellos no solo hacen sostenible el programa, sino que lo diferencian y lo colocan en el lugar de los grandes proyectos solidarios. Son personas ayudando a personas, porque sí, porque somos mucho más que individuos, somos tribu.
Y los profesionales sostienen cada día lo más frágil de una persona. Acompañan sin invadir, confrontan sin herir, esperan cuando quien tienen delante ya no puede esperar. Su labor es invisible desde fuera, pero esencial desde dentro. Su formación continua y su saber acompañar desde su propia humanidad son nuestra seña de identidad.
Mirar hacia delante
El futuro traerá adicciones más complejas y personas más diversas. Nos exigirá más prevención emocional, educación afectiva, espacios seguros para construir identidad y vínculos. Pero también el futuro nos invita a la esperanza: 35 años demuestran que las personas cambian cuando encuentran un lugar donde su dignidad no se negocia, donde el vínculo cura y donde cada historia se mira sin miedo.
Proyecto Hombre ha sido ese lugar. Y mientras siga bebiendo de la humanidad de esta tierra, seguirá siendo el espejo y el fruto de una sociedad capaz de cuidarse incluso en sus noches más difíciles.
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