Septiembre vuelve con un ojo mirando a las vacaciones que nos han permitido un descanso en las rutinas y con el otro al calendario de ... trabajo y escolar que se avecina. Un almanaque con fechas marcadas por ocupaciones y aficiones y en los que deben caber tiempos en blanco para los imprevistos y las nuevas tareas e ilusiones que deseamos hacer realidad.
Publicidad
A cuatro días de comenzar el curso escolar, la mayoría de las familias habrá ido mentalizando a sus hijos e hijas (tengan 3 o 14 años) para comenzar con buen pie el año educativo, y para continuar por él con los siete sentidos y escribir su mejor historia.
Para los que andan todavía con los dos ojos vueltos al mar o la montaña, aún quedan unos días para ayudarles a adaptarse a los ritmos y tareas que vendrán, como ajustar horarios de sueño y alimentación gradualmente, reducir el tiempo de pantallas, preparar materiales y vestuarios, organizar horarios familiares y evitar agobios de última hora. Si son adolescentes, les conviene hacerles ver la importancia de ir retomando las rutinas para empezar el nuevo curso en plena forma. Hacer con ellos un planning general donde se incluyan tiempos de salida con amigos, pantallas, hobbies, deportes, horario de estudio, etc. Si a nosotros, adultos, nos cuesta volver al ritmo cotidiano, cuánto más a los niños y adolescentes que han dispuesto del tiempo sin costuras.
Todos sabemos que el primer día de colegio o de instituto es especial, sobre todo si empiezan etapa o cambian de centro. Tanto por la ilusión como por la incertidumbre de lo nuevo. Zozobras que así mismo nos ocupan a los padres y que van más allá de los estudios, mayores aún si pasan al instituto. Para ello no bastan los plannings de horarios. Son necesarias otras herramientas que tienen que ver con hacerles compartir responsabilidades en casa, con hacerles partícipes de las decisiones que les atañen, de confiar en ellos, de que se sientan seguros de sí mismos.
Publicidad
Sentirse seguros implica sentirse capaces de decir que no a ofrecimientos incorrectos, de decir sí a lo correcto o de no ser testigo mudo de las conductas hostigadoras a otros. Sentirse seguros de sí mismos implica saber que en casa tienen un lugar cierto donde pueden hablar de sus preocupaciones y alegrías; se les escucha, comprende y apoya. Que se sientan seguros de sí mismos depende de que nosotros, los padres o tutores, seamos congruentes, honestos y respetuosos con nosotros mismos y con ellos.
El curso escolar nos ofrece a familias y docentes un libro nuevo de la vida para escribir nuevas posibilidades, para ayudarles a construirse como personas. Para no caer en el «más de lo mismo». Para hacer realidad las palabras de Sydney J. Harris: «El propósito de la educación es convertir los espejos en ventanas».
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión