No me podía ni imaginar la soberbia función que iba a disfrutar (el pasado 5 de febrero en Riojafórum) alrededor de la fecunda relación artística ... de don Manuel de Falla y la escritora riojana Mª de la O Lejárraga y el intenso proceso creativo que alumbró esa obra imperecedera que es 'El amor brujo'. La verdad es que es difícil catalogar esta propuesta artística mezcla de teatro y música, tan bien enlazadas ambas facetas y con tan excelentes resultados. Ya de por sí, la versión original de 1915 es inclasificable, pues al estar concebida a la medida de la gran Pastora Imperio tiene partes recitadas, bailadas y cantadas junto con la intervención de una pequeña orquesta de cámara y piano. Pero si a eso, además, le añadimos un amplio y generoso diálogo entre Falla y Lejárraga a lo largo de toda la obra, nos resulta imposible clasificarla entre todas las disciplinas escénicas.
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No voy a negar que mi mayor interés estaba en presenciar la versión original de 'El amor brujo' tal como se estrenó en el Teatro Lara de Madrid en 1915 con Pastora Imperio y una pequeña orquesta con piano en el escenario y me entusiasmó, con esa garra, esa intensidad y ese 'tronío' que tiene el magnífico texto de Lejárraga unido a la magia de la música de Falla.
La versión que nos ofreció la cantaora Laura Vital fue de quitarse el sombrero, intensa hasta cortar el aliento en la entonación del texto, perfecta en el gesto y desgarrada en el canto. Magnífico el pianista y espléndida la orquesta de cámara de Rioja Filarmonía, con preciosos solos y excelente sonido de toda la cuerda. El director Jorge Nicolás Manrique llevó la obra con mano precisa, buscando el clima, el duende y la magia de la música de Falla, huyendo de excesos y aclarando planos. Una magnífica versión sin duda. Me encantó también el desparpajo de algunos integrantes de la orquesta participando en la representación teatral con toda soltura, como las gitanillas echando las cartas.
Tengo que felicitar a Víctor Iriarte por el magnífico texto teatral añadido y que, aunque en formato convencional de diálogo entre Falla y Lejárraga, mantiene un excelente pulso dramático y un alto interés documental respecto a la laboriosa gestación de la obra. Iriarte tiene un fecundo itinerario en el mundo del teatro y en esta ocasión se nota además un gran amor por la música.
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Y me queda por destacar la brillante interpretación de la actriz Marta Juániz en el papel de María Lejárraga (y algún otro papel incidental) luciendo un brillante marchamo de calidad en su presencia escénica, en la encarnación del personaje y su bella dicción. A su lado, un espléndido César Novalgos, luchando por hacer creíble un personaje tan misterioso como Falla, con su rancia beatería aparente unida a una sorprendente y fogosa sensualidad. ¡Excelente labor de ambos actores, al servicio de un magnífico espectáculo!
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