La plazuela perdida

El crepúsculo de las ideologías

Lunes, 16 de junio 2025, 21:53

En las postrimerías del franquismo se puso de moda hablar sobre el final de las ideologías, curiosamente en una época de gran auge ideológico y ... proliferaron libros hablando del tema: Marco Revelli, Daniel Bell y, en España, el ministro Gonzalo Fernández de la Mora, con el titulado 'El crepúsculo de las ideologías'. No recuerdo bien si leí a alguno de estos autores –en mi época de estudiante era capaz de leer tochos infumables de imposible recuerdo–, pero llamaba mi atención aquel afán por acabar con las ideologías, precisamente cuando en España comenzaba un período de ideologización social no recordado desde los inciertos y blanqueados tiempos republicanos. Todo esto ha venido a mi recuerdo en un momento en el que las ideologías, según mi modesta opinión, están disolviéndose como un azucarillo, no sólo por desinterés social, que puede que también, sino porque para los políticos parece que las ideologías, más que un salvador equipaje de mano, se han convertido en un lastre pesado y molesto. En estos tiempos de cambios de opinión al grito de «Hay que hacer de la necesidad virtud», de escabrosos audios que ponen al descubierto que una cosa es lo que se dice y otra, muy distinta, lo que se hace, la ideología puede ser una fastidiosa carga que incomoda y deja al descubierto fallas, contradicciones y vergüenzas, por mucho empeño que se ponga en disimularlas. Así que el crepúsculo de las ideologías, que se aventuraba sin demasiado acierto en aquellos felices setenta –felices sobre todo porque éramos muy jóvenes–, me temo que está llegando en esta tercera década del siglo XXI, no sé si por fortuna o por desgracia, que ya lo dijo El Gallo: «Hay gente pa too».

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Ahora que parecen imponerse regímenes de corte dictatorial, o como se dice eufemísticamente «de hombres fuertes», en las principales potencias del mundo, las ideologías son más molestas que nunca, aunque se suelen sacar a relucir como coartadas de excesos y desmanes. Tampoco ayuda demasiado, ahora refiriéndome a recientes sucesos acaecidos en nuestro privado jardín, que importantes defensores, aunque fuera con la boca pequeña, del debate ideológico, se hayan visto salpicados por escándalos producidos por sus propias contradicciones.

Es curioso cómo las distintas ideologías siempre han querido poner el énfasis en la diferencia, sobre todo ética y moral, entre ellas y sus opositoras, cuando la terca realidad acaba imponiendo que los hombres somos bastante parecidos unos a otros, aunque nos pongamos la capa ideológica para marcar esas falsas diferencias. Y al triste presente político me remito.

Lo cierto es que, con ideologías o sin ellas, el mundo seguirá girando, aunque debería dar un poco de pena quedarse sin principios. Digo yo.

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