La España que viene es una España minúscula, cantonal y atomizada fruto de años de menosprecio al votante periférico que creía que meter un papel ... en una caja cada cuatro años le convertía en un ciudadano libre y determinante. A mí la plataforma que más me gusta de esta Españita nueva y resquebrajada es una que montaron en Extremadura para reclamar trenes dignos a la que llamaron 'Milana Bonita'. En su web y redes sociales aparece esa foto brutal de 'Los Santos Inocentes' en la que Paco Rabal, Terele Pávez y Alfredo Landa miran al espectador desde un pasado que por lo visto no se ha esfumado del todo.
Se avecina una España remendada de partidos con nombres muy ocurrentes de provincias olvidadas y entre todos estamos logrando una cosa prodigiosa que parecía imposible: que nuestra democracia sea aún menos operativa. La nueva España de 'Teruel Existe', 'Soria Ya' o 'Vía Burgalesa' es también una España viejísima, porque no hay nada más antiguo en este país nuestro que ir corriendo hasta Madrid a reclamar algo; lo lleva haciendo toda la vida el PNV con esa maestría y esa sonrisa torcida que tienen los toreros veteranos; ya lo decía Unamuno, ser vasco es ser doblemente español.
Los riojanos no sabemos pedir bien y se nos da mal Madrid. De la capital casi nunca volvemos triunfadores; aquel empate en el Bernabéu con dos goles de Abadía se celebró como si hubieramos ganado la Champions. Nosotros cuando hemos ido a Madrid ha sido para dejar la vida gris de provincias y triunfar enormemente en el mundo del espectáculo como Pepe Blanco o Rafael Azcona. Toca ponerse a la fila en esta España a trocitos. Si hay suerte nos volveremos con algo y lo celebraremos todos tirando confeti por las ventanas como cuando le dieron su primer Goya a Javier Cámara que regresó a casa hecho un héroe. Si no hay premio seguiremos como hemos estado siempre, igual que Régula en 'Los Santos Inocentes' cuando responde al administrador del cortijo: «A mandar, Don Pedro, que para eso estamos».
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