Según datos oficiales y estimaciones recientes, en 2025 España cuenta con unas 3.340.000 empresas activas, todavía por debajo de las 3.404.000 ... que existían en 2020. Cinco años después, seguimos con una pérdida neta de alrededor de 64.000 empresas.
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Esta caída no es un simple ajuste estadístico: refleja una fragilidad estructural de nuestro tejido productivo, con consecuencias directas sobre el empleo, la innovación y la competitividad. Mientras los grandes indicadores macroeconómicos de nuestro país ofrecen señales de recuperación, la realidad empresarial muestra que la economía cotidiana –la que sostienen los autónomos, las pymes y los emprendedores— continúa sufriendo.
Se habla mucho del paro, de la inflación o de la inmigración. Pero ¿quién habla del descenso en el número de empresas? Sin ellas, no hay empleo ni vivienda ni crecimiento ni demografía ni futuro.
Si informamos con detalle del desempleo cada mes, ¿por qué no hacerlo también sobre la evolución del número de empresas activas? Conocer la salud de nuestro tejido empresarial es esencial para entender la economía real y orientar mejor las políticas públicas.
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