En loor de multitud regresó la 'Carmen' de Bizet al Bretón, con un lleno casi hasta la bandera: había ganas de volver a disfrutar esta ... obra tan transgresora en su estreno, con este fascinante personaje de Carmen, libre, valiente y dueña de sí misma –empoderada, que se dice ahora–, además de la magnífica música de Bizet que gusta y atrae desde la primera audición. El papel de Carmen ha espantado a muchas de las grandes cantantes internacionales por su difícil tesitura, que requiere disponer de graves importantes, un centro ancho en la voz y facilidad para el agudo, que aparece con frecuencia, además de gracia en el baile, garbo y fuerte dominio escénico.
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Todo eso reunía la mezzosoprano Rachele Raggiotti que supo componer una Carmen creíble y bien cantada. El tenor Eduardo Sandoval tiene una voz importante y de bello timbre, pero se empeña en cantar todo en forte, a todo trapo, sin el más mínimo matiz ni acento. Llegó penando y agotado al final del tercer acto, pero fue capaz de rematar con bravura el tremendo dúo final.
El barítono Thomas Weinhappel tiene una voz muy lírica, casi atenorada, lo que le impide cantar un Escamillo en plenitud, dado que tiene que bajar de forma recurrente a la zona grave, que él no tiene, aunque brille de forma exultante en sus bien timbrados agudos. No es extremadamente bella la voz de la soprano Yeonjoo Park pero supo extraer lo mejor en el precioso papel de Micaela, tan bellamente cantada, que recibió una inmensa ovación en los saludos finales. Correctos y sin fisuras el resto de personajes secundarios.
La orquesta sonó espléndida, como hace tiempo no oía en el Bretón: esta vez no puedo decir que la estrecha boca del foso sofoca mucho el sonido de la orquesta. El director Martin Mázik, que ya es como de casa, estuvo excelente, controlando con precisión esta complejísima partitura.
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Muy, pero que muy meritorio el coro, que tiene un papel importante y decisivo en esta ópera, y muy especialmente la parte femenina que tiene su prueba de fuego en la pelea de las cigarreras, tan difícil de entradas, de encaje de ambos coros y además en pleno movimiento. ¡Perfecto! Sencilla, efectiva y digna la presentación escénica. La función resultó un gran éxito, con intensas aclamaciones finales a todos los intérpretes, coro y director con su orquesta. Echamos en falta el programa de mano, que es imprescindible en este tipo de espectáculos y ya no hay razón sanitaria alguna para que nos priven de él.
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