Jordi Casas
Casas descarta que quede en Junts «nada» del catalanismo que él ejerció en las Cortes y cree que «lo racional» es que Sánchez convoque ya elecciones
Dice que, aún hoy, algún camarero del Congreso lo reconoce y le hace sentir «la añoranza» del tiempo perdido. El de la era de los ... acuerdos con gobiernos del PSOE y del PP de la extinta CiU con la que Jordi Casas (Sabadell, 1954) fue diputado y senador en Madrid. Con gusto por seguir bien informado, Casas ejerce hoy en la influyente patronal catalana, Foment, y preside, en plena opa de BBVA, la Asociación de Accionistas Minoritarios del banco que lleva el nombre de su ciudad natal.
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–Un año después de la investidura de Salvador Illa y del fugaz retorno de Carles Puigdemont, ¿dónde está Cataluña?
–Bueno, políticamente está mejor, más calmada. Illa ha recuperado la relación institucional lógica que debe haber en un Estado democrático. Pero se encuentra en una situación parlamentaria muy, muy, justa, solo puede pactar con Esquerra y los comunes. Y va a ser muy difícil que saque los Presupuestos. Su Gobierno deriva mucho hacia políticas de izquierdas que no sé si es lo que más le conviene al país.
–¿Y este contexto es, verdaderamente, el 'post-procés'?
–La resaca no ha terminado, porque la borrachera fue tremenda. Pero el 'procés', como lo conocimos, murió; entre otras razones porque el independentismo hoy no tiene mayoría, aunque sobre todo Junts sigue con sus postulados de máximos.
–¿Queda algo de la CiU que usted vivió en el Junts de Puigdemont?
–No, absolutamente nada. Se ha intentado, y los empresarios catalanes hamos tenido algo que ver de acuerdo con la CEOE, que, en cuestiones que afectan al día a día de la economía, Junts votara con PP y PNV. Lo cual no quiere decir que haya vuelto a lo que era. Cuando la emoción se pone por encima de la razón, Cataluña se equivoca políticamente. Esto es lo que ha pasado con el 'procés'. Y quienes lo dirigieron se han cargado el catalanismo y lo han pasado al independentismo, que ahora está desprestigiado. Ha quedado un vacío 'post-procés' muy importante. Lo que sería más razonable es que sus protagonistas dejaran la política. Y acabar con esto.
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–El empresariado recibió con expectativas a Illa y su posible entendimiento con ese espíritu de la antigua Convergència. Esa vía parece ya atorada.
–Está bloqueada, porque Junts no la quiere; se considera alternativa a Illa. Y el PSC procura pactar con los comunes y con ERC. Es verdad que el mundo económico recibió con descanso el triunfo de Illa, pero el gran problema fiscal que teníamos no se ha movido un dedo. Y la presión fiscal en Cataluña es insoportable.
–¿Tiene que ver con la ausencia de una financiación singular?
–No. Que hay mala financiación autonómica lo podemos decir para todas las comunidades, es un sistema muy antiguo que no se ha renovado. Pero es fundamental hacer primero el debate pendiente e imprescindible de cómo se gasta el dinero. Y me parece un error el término singular, porque es difícil que el PSOE pueda tragar con diferencias ventajosas para unos y no para otros. La ministra de Hacienda va diciendo que es singular para todos. Y singular y plural son dos términos contradictorios.
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–¿Diría que se tapa una cosa con la otra?
–Veo muy difícil que se pueda llegar a un acuerdo de financiación, porque esto requiere un consenso enorme y el PSOE no parece dispuesto a consensuar nada con el PP. Y no veo posible pretender colar singularidades que en el resto de España se pueden interpretar como beneficios para Cataluña.
Bajo «la espada de Damocles»
–¿Afecta al devenir de la legislatura catalana y española la corrupción? ¿El estallido del 'caso Cerdán' actúa como disolvente?
–Hay una situación, 'de facto', evidente: la legislatura está bloqueada. El Gobierno no puede aprobar leyes sustanciales y nadie sabe qué va a salir mañana del juzgado o de la UCO. Estamos todos bajo una especie de espada de Damocles, a ver cómo reacciona Sánchez a cada cosa.
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–Y en esas condiciones que describe, ¿esto puede aguantar?
–Yo estuve muchos años en el Congreso y, en una situación como esta, lo más racional sería convocar elecciones. Para desbloquear la situación y ver qué opinan los ciudadanos.
–¿Puigdemont da la legislatura, en realidad, por amortizada?
–El tema nuclear para Puigdemont es cómo va a acabar la amnistía. Pero también creo que Junts no se quiere dejar arrastrar por el PSOE, no quiere parecer como muy cercano a él para tener discurso electoral. Porque nadie se cree que se vaya a llegar a 2027 sin elecciones. Y el PSOE no va a poder cumplir la financiación singular a la que se ha comprometido con Esquerra. Es imposible.
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–Si la amnistía encalla, ¿será la puntilla de este mandato?
–Si la amnistía encalla, esto durará cuatro días. Es el gran acuerdo de Puigdemont con Sánchez. Si esto no sale…
–¿Y es posible que el impacto de la corrupción solo le afecte al partido concernido y no a los socios que sustentan el Gobierno?
–Afecta fundamentalmente a la credibilidad de la sociedad con respecto a sus políticos, que hoy está muy bajo mínimos. Ver los tuits de estos días por los incendios da vergüenza. O todos los partidos se lo toman muy en serio o el alejamiento entre ciudadanía y política cada vez irá a peor.
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–¿Qué inducen el afianzamiento de Vox y el auge de Aliança Catalana?
–Esto es consecuencia del descrédito de los partidos convencionales. Es un discurso que a mí no me gusta, porque tirar de los extremos siempre es malo. El problema fundamental que tiene España es que las clases medias llevan años perdiendo poder adquisitivo. Se necesita un gran acuerdo político de las fuerzas centrales. Cuando la política no hace lo que tiene que hacer, la gente busca refugio en otras partes.
–¿Cómo interpreta un católico como usted el choque de la extrema derecha con los obispos?
–Abascal ha perdido el norte. recomendaría a los de Vox que se lean 'Rerum novarum' ['De las cosas nuevas', la encíclica de León XIII, la primera social en la historia de la Iglesia]. El pacto del Estado social europeo entre socialdemócratas y democristianos tiene ahí su punto de inspiración. Hay que tratar a los inmigrantes como Dios manda, la Iglesia ha dicho lo que debía. Son personas, no paquetes.
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–Usted siempre augura que la opa al Sabadell no va a prosperar, pero el BBVA no ceja.
–Aquí hay un momento fundamental que es cuando la CNMV apruebe la propuesta definitiva y los accionistas se tengan que posicionar. Pero el BBVA ha obtenido unos resultados extraordinarios y el Sabadell ha recibido en su junta general un apoyo brutal, el 99,7%. Están subiendo los dos en la Bolsa, el inversor está diciendo que cada uno siga con su vida. Yo creo que los minoristas no se irán aunque el BBVA suba la oferta.
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