Tragantúa no piensa en jubilarse
Acaba de cumplir 65 años en Logroño, pero sigue en forma, tras las cirugías a las que se sometió hace dos décadas, para engullir niños junto a un Dragón más joven aunque menos entrañable
Con 65 años, incluso antes, muchos ciudadanos ya están pensando en jubilarse, en poner fin a su vida laboral y dedicarse a otros menesteres: pasear, ... ver obras, apuntarse a una infinidad de cursos, hacer manualidades, viajar, hacerse cargo de los nietos... A esa edad ha llegado Tragantúa, acaba de alcanzarla este verano desde que llegó a La Rioja procedente de Lamiaco, barrio del municipio vizcaíno de Lejona.
85.000 pesetas le costó al Ayuntamiento de Logroño, gobernado en aquel año 1959 por el alcalde Fernando Trevijano, este «vehículo-chasis» que en los documentos que figuran en el Archivo Municipal también recibe el nombre de 'Gargantúa-Tulipán'. Fue comprado a la empresa vizcaína Agra S. A. (Ácidos, Grasos y Derivados) y el Consistorio tuvo que pedir para ello un crédito.
Aquella operación sirvió para cubrir un vacío en la ciudad, porque Logroño carecía hasta entonces de una atracción que siempre ha tenido mucho tirón en el norte de España; aunque a principios del siglo XX sí se recuerda por calles de la ciudad –incluso hay algún documento gráfico– un señor con boina que engullía niños, aunque era «más grande y desproporcionado» que el actual y estaba tirado por una yunta de bueyes. Tiempo después, en 1947, Vitoria cedió un Tragantúa para los sanmateos de aquel año. Y una década más tarde llegaba ya en propiedad y aquí sigue entre nosotros, con 65 'tacos'.
Se trata de una de las atracciones más populares de las fiestas y siempre reúne a decenas de criaturas pequeñas ávidas por lanzarse desde su boca y acabar saliendo por el culo. Tragachicos, en Aragón, o tragaldabas, en Castilla y León o Madrid, son otros nombres que recibe este muñeco basado en la novelas de Gargantúa y Pantagruel, de origen francés.
El Tragantúa logroñés llega a la edad de jubilación en plena forma y dispuesto a seguir en activo –como su contrato es de fijo discontinuo y no trabaja a diario, quizá su hoja laboral le exija continuar en faena y prolongar la cotización con miras a una mejor pensión en el futuro– porque las cirugías a las que se sometió entre finales del siglo pasado y los primeros años de este le han ayudado considerablemente.
Tres millones en arreglos
La primera reparación, entre 1998 y 1999, era casi obligatoria porque la figura estaba «totalmente estropeada». El cartón-piedra con el que se había construido originalmente se recubrió con fibra de vidrio. Además, la atracción fue pintada. Todo por un gasto de un millón de pesetas (6.000 euros hoy). El doble de dinero se empleó apenas un año después para sustituir el remolque, ampliar la longitud del tobogán, modificar la entrada –con una escalera lateral– y la salida y matricularlo. El cambio buscaba aumentar la seguridad del tobogán y también que no fuese necesario tanto personal para su manejo.
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Porque para entonces, el trabajo de los operarios del Parque de Servicios se había duplicado ya que el Ayuntamiento de Logroño había adquirido en 1996 la figura del Dragón –también llamado Dragantúa porque el mecanismo es el mismo–, igualmente a una empresa vizcaína, entonces por cinco millones de las antiguas pesetas (30.000 euros). Dice el Archivo Municipal que la figura –fabricada con fibra de vidrio, resina de poliéster o hierro entre otros materiales– era «de corte fantástico» y que su diseño «estimula la imaginación de los niños haciéndoles más atractiva su utilización».
Habría que preguntar a algunos niños su opinión porque el aspecto de Dragón no es el que más seduce a los pequeños de la casa. La apariencia de Tragantúa es más entrañable, aunque lleva un inmenso cuchillo y un no menos enorme tenedor en sus manos y está deseoso de masticar criaturas. Ahora le vienen unos días duros pero en los que, a buen seguro, no pasará hambre. Se contarán por miles los niños y niñas que transiten por el aparato digestivo de este icono festivo logroñés. No precisará de hacer cola en las clásicas degustaciones para saciar el apetito, más bien acabará empachado de carne joven y fresca.
Con lo que así es más entendible que no esté pensando en jubilarse a pesar de tener 65 años. No habrá muchos como él...
Una veintena de comilonas por barrios y plazas de la ciudad
Una veintena de comilonas por barrios y plazas de la ciudadLa actividad para Tragantúa arranca hoy en pleno centro de Logroño, en El Espolón. Será la primera comilona, en este caso merendola porque el tobogán estará listo de 18.30 a 20.30 horas. Mañana el señor con boina y su compañero Dragón tomarán por la mañana el vermú en la glorieta del Doctor Zubía y en el parking de El Revellín y por la tarde estarán otra vez en El Espolón y en el barrio de Cascajos. Y el domingo en sesión vespertina también se repartirán las presencias, uno en Los Lirios y otro en el entorno del monumento al General Espartero. A partir del lunes estarán en las plazas de San Agustín, el Ayuntamiento y Martínez Flamarique, los parques de la Cometa y San Adrián, las calles San Matías y Beratúa o Valdegastea, además de la Glorieta, El Espolón o el Revellin.
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