San Mateo infantil

Una vara de mando para Gorgorito

Generaciones de logroñeses lo recordamos a la sombra del Sagasta, aunque ahora su presencia es itinerante, continuando la esencia de los títeres de cachiporra y cumpliendo con los intereses de descentralización festiva de los políticos de varias corporaciones. Pero Gorgorito es siempre el mismo, con idéntica ropa, idénticos amigos (este miércoles la auténtica protagonista fue Rosalinda, demostrando que las chicas sí pueden), los mismos adversarios y la misma estaca de madera desgastada de tanto luchar contra el mal.

Y sus historias, siempre diferentes pero tan parecidas (por Logroño han pasado, además de Ciriaca y Dientes Largos, el científico Listorro, el Oso Peluso, el ratón Felipe, Alí Babá o los piratas) tienen la virtud de acabar siempre bien, aunque sea mediante el rudimentario método de la 'matraca': los golpes de su estaca.

¡Qué ejemplo Gorgorito de resolución y disciplina! Al pequeño y valiente chiguito no se le acumulan los problemas. Los solventa de manera expeditiva sin andarse con medias tintas. En los cinco o seis días del año en que visita Logroño es capaz de desfacer más entuertos que una corporación de munícipes con dedicación exclusiva durante toda una legislatura.

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El bondadoso protagonista de estas historias debería presentarse a las elecciones con su breve y contundente programa electoral de madera. ¡Ay, cuánto deberían aprender nuestros políticos de Gorgorito (algunos, como Conrado Escobar, se pasaron ayer por Los Lirios, puede que a tomar notas de buen gobierno)!

No de la violencia, claro, porque eso se queda para la tramoya del teatrillo, sino de su arrojo y determinación. Me gustaría que en vez de pensar en tribus apaches, bucaneros o ladrones, los descendientes de maese Villarejo se estrujasen el magín para poner delante de las narices de Gorgorito los carriles bici, la apertura del Centro de la Cultura del Rioja, la prolongación de avenida de la Sierra, la fase II del soterramiento (ah, el soterramiento, qué magnífico cuento) o el Casco Antiguo y ver cómo saldría el chicarrón del atolladero.

Ni la bruja Conrada ni la bruja Sociata (aquí cada uno que elija según gustos) impedirían que Gorgorito y sus amigos lograsen lo de siempre:que el bien siempre gane.

Y los votantes logroñeses, con los mismos ojos de admiración y sorpresa que se les ponen a los niños delante de las marionetas, observarían asombrados que la solución estaba ahí mismo, a un par de cachiporrazos (políticos) bien dados. Pero Gorgorito es ficción y los enredos de esta ciudad dan para una telenovela más que para una horita de guiñoles.

Así que, de momento, nos conformamos durante unos días con disfrutar de esos sencillos argumentos en los que los buenos, aunque las pasen canutas, siempre salen vencedores; y los malos, con un rosario de chichones, acaban volando por los aires. Y después entonaremos el 'Té, chocolate y café', nos desanudaremos el pañuelo festivo y volveremos a la gris realidad sin nuestro héroe como faro y guía.