La Casa de Andalucía, a rebosar durante la actuación de Maialen y Patxi en la madrugada del viernes P.G.
Crónicas venenosas

¡Detengan las fiestas!

«La brevedad es el alma del ingenio» (William Shakespeare, 'Hamlet')

Pío García

Logroño

Domingo, 28 de septiembre 2025, 08:51

El programa de fiestas de San Mateo tiene más de setenta páginas. Los chavales de la ESO no se leen libros tan gordos y los ... de Bachillerato buscarían los resúmenes en ChatGPT. Uno lo recibe en el buzón y lo abre con grandes expectativas, como preparándose para un insólito y electrizante chaparrón de actos. ¡Más de trescientos!, grita con entusiasmo la propaganda municipal.

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Cuando se abre el cuadernillo, sin embargo, va cundiendo en el lector logroñés un cierto desánimo, una extraña frustración: entre charangas y degustaciones se van consumiendo los días. Solo había un concierto grande, el de Mikel Izal, cuyo catering, eso sí, podría ser considerado la degustación más ambiciosa de todo el programa mateo. Una pena que fuese a puerta cerrada. Tres días de fuegos artificiales, cuatro de toros, hinchables por aquí y por allá, algún gorgorito.

Una vez eliminado el Espacio Peñas, reconvertido en Terraza nonata, la responsabilidad de las fiestas pareció por momentos recaer exclusivamente sobre los hombros de la Casa de Andalucía, cuya carpa se convirtió en sede de un peregrinaje multitudinario que ríase usted del Rocío. Si yo fuera el concejal del ramo, estaría todo el año invitándoles a rebujitos y poniéndole velitas a la Macarena para que no desfallezcan.

Si el Ayuntamiento de Logroño no se quiere gastar todo el presupuesto municipal en fiestas, habrá que tomar una decisión. ¿Tiene algún sentido que duren siete días si no somos capaces de mantener la tensión durante tanto tiempo? Uno no puede evitar sentirse muy cincuentón y hasta un poco avinagrado cuando escribe estas cosas, pero tal vez sea el momento de coger la tijera, recortar el calendario festivo y dejar San Mateo reducido a cuatro o cinco días, fin de semana incluido. La intensidad casi siempre está reñida con la longitud y los miércoles festivos son de una melancolía atroz (y ya no digamos si encima llueve).

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Los que aprovechan para irse una semanita a Salou o a Egipto estarán en contra, como es natural, pero el programa de fiestas debe hacerse pensando en los que se quedan, no en los que quieren irse. Puede que esté en minoría y asumo que ninguna corporación será lo suficientemente valiente para hacerlo, pero prefiero cuatro días a tope (con fuegos, con conciertos decentes, con varios escenarios repartidos por la ciudad, con abundante animación callejera) que un lánguido caminar de martes a viernes.

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