Logroño entra por los pelos entre las cien ciudades europeas más saludables
La capital ocupa el puesto 99 de una clasificación que lidera Pamplona gracias a su carácter compacto y pese a su trazado poco permeable
Medir la calidad de vida de una ciudad resulta siempre complicado. ¿Quién le diría a un gaditano que abandonase la ciudad milenaria para irse a ... Logroño, por ejemplo? Pues tirando de la clasificación 'Índice de Diseño Urbano Saludable' elaborado por el Instituto de Salud Global, un vecino de la calle Ancha no tendría que dudar mucho a la hora de hacer su maleta y empadronarse en El Espolón. Y es que Logroño ocupa la plaza 99 en un ránking de 917 ciudades continentales en la que Cádiz es la 388.
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¿Qué hace más saludable a Logroño que a Cádiz pero menos que a Pamplona, ciudad líder en salud y bienestar? El ISGlobal analiza y pone en común trece indicadores divididos en cuatro grandes bloques: diseño urbano, transporte sostenible, calidad medioambiental y accesibilidad a espacios verdes.
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La nota final de Logroño es un 5,83, nota que no dice mucho, pero que hay que contextualizar con la capital navarra (6,8) y Bagheria, la ciudad siciliana que ocupa el farolillo rojo con un 2,92.
Los investigadores han ponderado la compacidad urbana, la densidad de vivienda, las infraestructuras para moverse a pie, en bici o en transporte público, la contaminación, la capacidad para mitigar el calor o la facilidad para acceder a los espacios verdes. Y Logroño es un estudiante irregular, una ciudad que pasa del sobresaliente al suspenso dependiendo de cada aspecto.
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Por ejemplo, la capital riojana puede presumir de una compacidad envidiable, que roza la matrícula (9,3). Y explicar la compacidad significa tirar de un tópico bien conocido: en Logroño casi todo está a mano y resulta manejable, compacta. También se valora que en la ciudad no haya ni rascacielos ni casas bajas. Esa uniformidad en el desarrollo de mediana altura consigue una puntuación de 9,24.
Después se pueden contabilizar tres notables: en oportunidades de caminar (por cada 100 metros de asfalto para coches hay 37 metros de acera o zonas para andar), islas de calor urbano (un 7,21 que valora positivamente la defensa urbanística frente a la chicharra) y la calidad del aire (un 6,38 a la hora de analizar las sustancias químicas orgánicas, el polvo o el hollín) en la capital.
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Ya bajando a los aprobados y sin salir de la contaminación ambiental, la presencia de dióxido de nitrógeno (gas tóxico que nace especialmente de la combustión de hidrocarburos) resulta aceptable y el indicador le pone un 5,97 de nota. Con calificaciones muy similares supera el listón del aprobado dos factores íntimamente relacionados: el acceso a los grandes espacios verdes (el 55% de las personas tienen un gran parque de más de cinco hectáreas a menos de dos kilómetros de su domicilio) y la cercanía universal a espacios verdes (en esta ocasión, el 53% de los logroñeses cuentan con superficies de esparcimiento al menos 5.000 metros cuadrados que estén a menos de 300 metros de sus casas). En la primera, Logroño saca un 5,49 y, en la segunda, un 5,3.
La densidad de viviendas en la ciudad (34,87 por hectárea) también pasa de curso con un 5,47, aunque en este caso la bajada de nota es más por defecto que por exceso, ya que el informe ISUD considera óptimo la edificación de entre 45 y 175.
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A mejorar
Y tras descender desde los sobresalientes hasta los aprobados, llega el momento de saber en qué falla Logroño para ser una urbe más saludable. Y hay varios aspectos, algunos polémicos, que podrían pelearse y un indicador que 'condena' al Ayuntamiento dirigido por Conrado Escobar. Cerca del cinco se encuentra el parámetro que mide la presencia de paradas de transporte público (más transporte público significa menos contaminación, por ejemplo) y que se sustancia en que el 41,2% de los logroñeses tienen una marquesina de bus a menos de 300 metros de su casa.
Y por debajo del cuatro están las oportunidades que ofrece Logroño para pedalear. Por cada 100 metros de carretera hay 5 de infraestructura ciclista lo que supone una nota de un 3,8, además de un largo reguero de conflictos políticos avivados por la salida de Pablo Hermoso de Mendoza y la entrada de Escobar en la Alcaldía.
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Un suspenso más claro recibe Logroño en otro índice, el de verdor circundante, donde la nota es de 3,34. Solo uno de cada tres vecinos de la capital viven en zonas que cumplen los criterios de verdor recomendables según el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada que, desde un satélite, mide las radiaciones que reflejan las plantas en la ciudad.
Y, para finalizar, el necesita mejorar (y mucho) en permeabilidad. Esto significa que el suelo de la ciudad no está preparado para el agua. Cemento y asfalto priman en vez de otras superficies que permitirían absorber el agua de lluvia y, con ello, refrescar la ciudad y gestionar mejorar las precipitaciones. Un aspecto a tener muy en cuenta si Logroño quiere convertirse en una ciudad más saludable para sus vecinos.
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