Fogones del comedor social de la capital de La Rioja en la actualidad. Sonia Tercero

¿Qué se comía en la primera Cocina Económica de finales del siglo XIX?

«Alimentación sana y barata al obrero, al enfermo y al que no disponga de haberes»: Arroz, patatas, casquería, bacalao y «una ración de vino por cada una de menestra» conformaron los primeros menús

Víctor Soto

Logroño

Domingo, 11 de agosto 2024, 14:09

En 1899 entraban en la imprenta Hijos de Merino de la calle Portales las galeradas del 'Reglamento de la Cocina Económica', redactado el 3 de ... septiembre de 1894 y que significa el acta fundacional de una institución que cumple 130 años.

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Ese texto de apenas 14 páginas plasma las carencias de la sociedad logroñesa y el empeño de unos cuantos prohombres de luchar por paliarlas a través del estómago. Ya desde su primer artículo queda claro la universalidad del empeño, ya que la institución se pone al servicio «de todos los vecinos y transeúntes de la ciudad de Logroño sin distinción de sexo, estado, posición, patria…» para vender «una alimentación sana y barata al obrero, al enfermo y, en general, a todo el que no disponga de los haberes necesarios para su alimentación y la de su familia».

¿Y qué se comía en aquella recién nacida Cocina Económica? Platos saciantes, variados y, por qué no decirlo, económicos cada día: «Arroz a la valenciana, arroz con chorizo, arroz con bacalao, judías estofadas, bacalao a la vizcaína, patatas con asadura, patatas con bacalao, patatas con callos, cocido de garbanzos con verdura, patatas o pasta condimentada con carne, tocino y chorizo o morcilla, ensalada, tomatada, café, caldo y vino».

Mucho arroz, muchas patatas, casquería y el tan salvador bacalao desalado eran la base de una alimentación que costaba «diez céntimos sin pan y quince con él». Más económicas eran las raciones de «ensalada, tomatada, la taza de caldo para los enfermos o el vaso de vino, que costarán cinco céntimos». Eran otros tiempos y, curiosamente, había alcohol en el menú, pero muy controlado: «No se servirá más que una ración de vino por cada una de menestra [así denominaban al pato principal] que se suministre».

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Cocina Económica, hoy. Suleyman Evran / Sadé Visual

La Cocina Económica ya permitía el 'para llevar' tan en boga actualmente y pedía el pago o bien en el propio establecimiento o bien mediante «bonos suministrados por las corporaciones, sociedades o particulares», aunque en este caso los comensales debían «llevar su vasija para transportar la comida a casa». Las raciones se servían en dos horarios, bastante ingleses para nuestra forma de ver actual: con reparto «de once a una por la mañana y de seis a ocho de la tarde».

Otros dos aspectos llaman también la atención. El primero, casi se podría calificar de orden público. «Siendo esta Sociedad de carácter puramente benéfico y habiendo de dedicarse a auxiliar a las clases poco acomodadas, espera confiadamente que los concurrentes al comedor habrán de guardar la compostura debida, no profiriendo palabras malsonantes, ni cometiendo actos que puedan desagradar a los demás, tratando de retirarse cuando hayan comido a fin de dejar su plaza vacante para otro comensal que la necesite».

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El segundo, el dedicado a un pilar fundamental de la institución: las Hermanas de la Caridad. A ellas se les encomienda la vigilancia de las despensas, el pesaje de los alimentos o la recepción de productos con «prohibición absoluta de que ninguna otra persona ni sirviente usen las llaves de la despensa y almacenes y mucho menos puedan introducir o sacar género alguno de ellos». También debían comprobar la caja y cuidar de que el establecimiento «esté siempre limpio y aseado», así como lidiar con los proveedores y «hacer el reparto de las viandas, dirigiendo o haciendo la condimentación de estas».

Un trabajo infatigable que las Hermanas de la Caridad continúan realizando de una manera casi idéntica a como el conde de Santa Bárbara, Francisco de Luis y Tomás, Domingo Ruiz de la Cámara o el marqués de San Nicolás la pensaron hace ya 130 años.

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