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Ausejo, Tudelilla y El Villar de Arnedo. Estas tres localidades de La Rioja Baja forman un triángulo imaginario en cuyo interior se halla la zona cero de la tormenta que sorprendió a La Rioja Baja el mediodía de este martes y que ha dejado cuantiosos daños en los cultivos del lugar. «Llegó en el peor momento posible», lamentan los agricultores del entorno.
Dejando atrás Ausejo, el periodista y el fotógrafo transitan por la N-232 y toman el desvío a Tudelilla. Conducen durante unos pocos metros y enseguida se topan con algunas de las parcelas que más sufrieron el azote del pedrisco. Pronto se aproxima a ellos José Luis Espinosa, un agricultor de Ausejo. Montado en su bicicleta se acerca para preguntarles qué hacen allí y ante su respuesta («estamos preparando un reportaje sobre las tormentas», le dicen) les cuenta que la parcela que está justo al lado es de él y que había ido allí para valorar las consecuencias del episodio del martes. «Ha venido primero mi primo y me ha avisado de que le había pegado el granizo», cuenta. «He venido a verla y tenía razón, puede estar afectada en un 60%, pero la tengo asegurada», afirma con cierto alivio.
Una vez terminada esa valoración basada en la experiencia y el conocimiento, Espinosa se vuelve a subir a su bicicleta y pone rumbo hacia Tudelilla. Allí tiene la bodega Ernesto Sáenz Yustes, un viticultor de La Rioja Baja que fue testigo de la granizada, pero sin sufrir afectaciones en sus viñas. «Al mediodía se empezó a originar una tormenta en la zona de Arnedo, fue hacia la Sierra de la Hez y ahí fue cuando comenzó a descargar», cuenta. «Y donde lo hizo con más ganas fue entre El Villar y Ausejo, no es una zona muy extensa, no son muchas hectáreas, pero hay viñas en las que cayó con mucha virulencia», relata.
Sáenz Yustes se traslada junto al periodista y al fotógrafo a una parcela, no muy lejos de su bodega, en la que quedan patentes los efectos del granizo. Está situada justo al lado de una plantación de guisantes que, igualmente, sufrió los efectos del pedrisco. La viña, por su parte, aún conserva algunos charcos y la tierra todavía se encuentra embarrada por los efectos del agua. Pese a eso, periodista, fotógrafo y viticultor se adentran en ella y el experto explica cuáles son los efectos del granizo. «Esta cepa, por ejemplo, tiene tres pulgares y seis pámpanos; tendría que haber doce uvas y solo quedan dos», relata. «Eso quiere decir que cuenta con una afección de en torno al 80 o el 90%; y las uvas que han quedado también están comprometidas y es muy posible que ni siquiera lleguen a la vendimia», añade.
Otras consecuencias son muy visibles a los ojos. Algunos pámpanos se encuentran partidos por la mitad y el suelo está repleto de hojas caídas. «Es que la tormenta duró poco tiempo, unos quince o veinte minutos, pero fue de mucha intensidad», explica Sáenz Yustes quien concluye su explicación con cierto aire de resignación. «Estas son las cosas de la meteorología, no queda más que aceptarlas y convivir con ellas, además de acudir al seguro, que es algo necesario», remata.
Tras visitar Tudelilla, periodista y fotógrafo vuelven al coche y se desplazan hasta El Villar de Arnedo. Allí se citan con el alcalde, quien vuelve a remitirles al punto de partida: a esas viñas situadas junto a la N-232 que habían representado la primera parada de este reportaje. Félix Espinosa les lleva a otra de las parcelas, donde los daños son más que visibles. Se nota que esa es la zona cero de la tormenta, puesto que en pocos metros se agolpan varias cámaras de televisión tratando de rescatar imágenes del día después del fenómeno atmosférico.
Espinosa recuerda primero cómo se vivió en la zona la jornada del martes. «Quedó todo blanco, como si hubiese caído una nevada», expone. «Ahí cerca hay un paso de la N-232 sobre la carretera que va a Tudelilla y los coches se tuvieron que refugiar debajo porque tenían daños», apostilla antes de internarse en la viña. «Como se puede ver, estos viñedos se han quedado prácticamente en el sarmiento y hay pámpanos que ya están cambiando de color porque se están secando y eso que no han pasado ni 24 horas desde la tormenta», cuenta.
La imagen es muy similar a la de la viña anterior. Pámpanos partidos, más incluso que en la viña visitada minutos antes, frutos desaparecidos, hojas con mal aspecto... La cosecha de este año se puede dar prácticamente por perdida, pero lo ocurrido hace que haya que mirar más a largo plazo. «Estimamos que los daños no sean solo para esta cosecha, que prácticamente es nula, sino que el viñedo tardará en recuperarse para el año que viene», añade.
¿Por qué puede pasar eso? A la zona afectada se ha desplazado también Néstor Alcolea, de UPA-UGT, y él mismo explica las razones de que la afectación se prolongue en el tiempo y que se traslade a la economía de los afectados. «Estas parcelas estaban ya esperguradas y ahora queda una labor tremenda de cicatrizado, con el gasto que eso supone, y de dejar la cepa dispuesta para el año que viene, que también representa un coste añadido», lamenta antes de poner sobre la mesa otro temor muy importante para los agricultores: la aparición de enfermedades. «Tenemos una planta completamente debilitada que hasta ahora había tirado de las reservas del año pasado y que va a tener que acudir a ellas para vegetar, por lo que la cepa se va a debilitar mucho más», avisa. «Estamos en un año complicado y ya estamos viendo cómo el mildiu está apareciendo en algunas zonas de La Rioja; lo peor que les puede pasar a estas viñas es contraer una enfermedad», remata.
Para Alcolea, las tormentas en esta época del año resultan más perjudiciales que las que aparecen en verano. «Cuando cae piedra en julio o agosto se compromete la producción de ese año, aunque también se genera estrés, pero el momento actual es muy delicado porque también puede afectar al año próximo», reitera. «Hay una ardua tarea por delante, además de un gasto increíble», apostilla.
Así, los pasos que se deben dar son, según Félix Espinosa, los siguientes: «Hay que dejar que la viña prospere y, en cuanto se pueda entrar, darle un tratamiento para evitar los temidos mildius y oídios». Más allá de eso, el seguro jugará un papel fundamental para paliar las consecuencias de lo sucedido. «Es la única herramienta que tiene hoy por hoy el agricultor; no hay otro instrumento», incide Néstor Alcolea. «Lo que ocurre es que cada vez es más caro asegurar y el cambio climático está provocando que estos episodios sean cada vez más típicos, causando un daño mayor que el que se da en verano», finaliza.
Además de la viña, el cultivo más habitual de esa zona, otras producciones se han visto afectadas por la tormenta del martes. «En cereal también se ha notado mucho, así como en el olivo, que estaba sacando la flor ahora; la zona por la que ha pasado lo ha dejado machacado», advierte Félix Espinosa. «Todos los cultivos han quedado afectados», remacha.
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