Vivir en blanco
Roberto Pajares y Araceli Pascual, ermitaños en Lomos de Orios, llevan la mitad de sus vidas, 32 años, lidiando con un temporal que este invierno, pese a la previsión, no arrecia
Son las once de la mañana, la quitanieves acaba de liberar la carretera y acceder a la ermita de Lomos de Orios es posible. Los últimos 3 kilómetros siguen siendo coto de valientes. Al final del camino, cuando la escena se funde en blanco, Roberto Pajares, 'El Pájaro', como así le gusta que le llamen, se asoma por la ermita. Llueve, esa lluvia que como dicen carretera abajo, en Villoslada, ha 'regalao' la nieve, pero que aquí, a unos 1.400 metros de altura, tarda un segundo en mudarse en esa capa que cada invierno, aunque sólo sea por unas horas, hasta que aparece la quitanieves, secuestra la ermita y toma como rehenes a sus moradores.
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Este invierno, de momento, no está siendo muy duro ni para Roberto Pajares ni para su mujer, Araceli Pascual, ermitaños en Lomos de Orios desde hace 32 años. La mitad de sus vidas casi en una permanente soledad deseada. Lo querían, sobre todo él, y «de la forma más tonta», cuenta Roberto, lo encontraron. Un día, hace de esto más de treinta años, Araceli estaba en casa de su madre y oyó en la radio que buscaban ermitaño para Lomos de Orio. Aquellas ondas a través del transistor marcaron su destino, el mejor porque «soy escultor y aquí se me dan todas las circunstancias. Cuando necesito madera tengo madera y si necesito una piedra tengo una piedra y el tiempo, sobre todo, tengo tiempo». Ese bien tan preciado que en la ermita conjuga con un silencio que para los profanos en soledad duele.
«¿Qué si es duro vivir aquí? No, porque si lo que quieres es esto, es lo que mejor que te puede pasar en la vida», confiesa. Es más, en invierno es «cuando más a gusto estamos aquí», porque, aunque se acostumbran a los excursionistas que no paran de gotear durante todo el año, la tranquilidad del paisaje 'a secas' y más ahora que está cubierto de una capa de unos 20 centímetros de nieve «es mucho mejor».
Sin televisión, pero con conexión vía satélite
Este invierno no tiene nada que ver con el del año pasado. Entonces sí que pasaron horas aislados, sobre todo tras el monumental temporal de nieve que cayó el día de Reyes del año pasado «¿Cómo te las apañas? Como todo en esta vida, saliendo como puedes». Ayer se esperaba un fuerte temporal y «nada de nada». Lo único el frío. A mediodía, a dos grados y bajando en la ermita y en el interior, el día se pasa al calor constante de la hoguera. Hay calefacción, pero de leña, eso es lo peor. «Tienes que estar todo el día encendiendo fuego, subiendo leña, cortando leña...».
Arriba no hay lujos, ni siquiera tienen televisión, pero «¿quién quiere televisión teniendo Internet, es mejor?». La conexión es vía satélite, lo mismo que con el teléfono fijo. Ni hay tendido ni se le espera, ni falta que hace para conectarse con gente de Madrid, Valencia, Argelia... «Internet te permite estar conectado con la gente que quieres y admiras». ¿Echáis en falta algo?, le pregunta esta cronista. «Una playita, por ejemplo en puente Ra», sonríe.
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De regreso a Logroño, la lluvia se empieza a convertir en nieve, pero sólo en altura porque un poco más abajo, en Villoslada, ni siquiera hay blanco en los tejados. Chuchi Leza, vecino de toda la vida del pueblo, hace los pasatiempos de este diario en el bar. Los inviernos ya no son como los de antes, comenta, y del temporal que se esperaba para este miércoles «nada de nada». Este invierno «ha sido muy tranquilo, ha habido diez o doce días bajo cero, pero el resto normal». «¿Hoy frío? Hoy no hace frío, yo voy sin chaqueta, lo único el aire que molesta, por lo demás...». Emprendemos de nuevo la vuelta y del temido temporal no hay ni huella.
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