Composición de imágenes y portadas del periódico LA RIOJA en agosto y septiembre de 1986. L.R.

Ventrosa 1986, el peor incendio forestal en la historia de La Rioja

El fuego sufrido en el Alto Najerilla hace 39 años quemó 1.930 hectáreas y se acercó peligrosamente al monasterio de Valvanera, Ventrosa de la Sierra, la Venta de Goyo y su gasolinera

Diego Marín A.

Logroño

Lunes, 25 de agosto 2025

Del 15 al 19 de agosto de 1986 se produjo un incendio en Ventrosa de la Sierra que afectó a unas 1.930 hectáreas ... y es considerado, a día de hoy, el más importante de La Rioja. Muy por encima del de Ezcaray de 1985, cuando ardieron 600 hectáreas, o el del monte Yerga de 2021, con 370. Además, murió un miembro de un retén. El fuego se originó sobre las 21.00 horas del viernes 15 de agosto en las inmediaciones de la desaparecida Venta de Macario y se extendió durante tres jornadas hasta los términos de Brieva, Viniegra de Abajo y Anguiano, puesto que se acercó al monasterio de Valvanera. Como las primeras llamas se detectaron al anochecer, apenas se pudo hacer nada aquella primera noche, lo que contribuyó a su propagación.

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Eso sí, a primera hora del sábado 16 ya trabajaban allí los retenes de Anguiano, San Millán, Canales, Villavelayo, Villoslada, Ortigosa, Matute, Logroño y Turruncún, además de la colaboración de la Guardia Civil y los vecinos de la zona. El fuego dejó incomunicados telefónicamente no solo a Ventrosa, Mansilla y Villavelayo, también a algún otro municipio burgalés. El intenso calor y el fuerte viento propiciaron que el fuego saltara no solo el río Najerilla sino también la carretera LR-113. El redactor de La Rioja que cubrió el suceso, Jorge Blaschke, describió el incendio como «un espectáculo salido de una película de ciencia-ficción como 'El día después'» y «una hecatombe nuclear hubiera arrasado estos parques de forma muy similar».

«Todos pensábamos que iba a parar al llegar al río pero estaba todo tan seco... y saltó una chispa»

Carlos Jiménez

Venta de Goyo (Viniegra de Abajo)

Para mayor tragedia, hubo que lamentar la muerte del guarda forestal de Villoslada Marcelino Pinillos Albina, de 57 años, tras sufrir un infarto por agotamiento. Ya el domingo 17 los esfuerzos se centraron en que el fuego no alcanzase la Venta de Goyo puesto que el día anterior al inicio del incendio la gasolinera había cargado sus depósitos con 15.000 litros de gasolina, 12.000 de gasoil y 14 bombonas de propano. «Si el fuego hubiera llegado a la gasolinera se habría producido una catástrofe horrorosa», afirmaba Goyo Jiménez, dueño de la Venta.

Voluntarios reunidos en la Venta de Goyo durante el incendio. Herce

Carlos Jiménez, hijo mayor del difunto Goyo, recuerda que acababan de ampliar el hotel y que el incendio no les afectó gracias a más de un centenar de voluntarios que acudieron con hachas a desbrozar el entorno y crear un cortafuegos. «Tuvimos mucha preocupación pero quedamos muy agradecidos a los voluntarios y a los Bomberos de Logroño, que nos dejaron un camión», explica Carlos Jiménez. En la Venta de Goyo llegaron a elaborar 300 bocadillos al día y para poder tener barras de pan suficientes acudían a Huerta de Abajo (Burgos). «Parece que fue el descuido de un pescador, que tiró una colilla, y el fuego subió hasta los repetidores. Todos pensábamos que iba a parar al llegar al río pero estaba todo tan seco... y saltó una chispa. Fue espectacular. Hasta que el viento cambió no paró», expone Carlos.

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«Vi que hacía falta ayuday me la pidieron expresamente, así que llamamos a los Bomberos»

Manuel Sainz Ochoa

Alcalde de Logroño en 1986

Ventrosa, el pueblo más afectado, celebraba las fiestas de San Roque, que fueron suspendidas. En el recuerdo popular queda que el entonces alcalde de Logroño, Manuel Sainz Ochoa, veraneaba en allí esos días, lo que facilitó que acudieran a ayudar los Bomberos de la capital. «Recuerdo que había mucha preocupación en la Venta de Goyo, que estaban muy asustados. Vi que hacía falta ayuda y me la pidieron expresamente, así que llamamos a los Bomberos y vinieron con todo lo que estimaron oportuno», explica Manuel Sainz Ochoa, quien ayudó personalmente a apalear matas que empezaban a arder.

El fuego, entonces, no era algo habitual. «Se presentó como algo muy excepcional, entonces nadie hablaba de incendios como ahora porque no eran comunes», considera Sainz Ochoa. También veraneaba en las Viniegras Ramón Tamames, diputado del Congreso y teniente de alcalde de Madrid en 1986, quien, se dice en el Alto Najerilla, intercedió para que el Ejército acudiera a prestar ayuda. «Tamames apareció por allí y se le veía preocupado. Llegó una televisión y le recogió unas declaraciones pero no creo que contribuyera de forma especial», cree Sainz Ochoa.

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Juan Pedro Sánchez y Domingo Sainz, vecinos de Ventrosa, señalaron en 1986 a este periódico que el fuego se propagó «por falta de control y negligencia», «notamos mucho descontrol», ya que, opinaron, no hubo organización ni maquinaria suficiente, de manera que los propios vecinos del pueblo fueron quienes atajaron las llamas en Urbaña.

Monte quemado por el incendio de Ventrosa en 1986. Herce

Al mes, un derrumbe

Ricardo Rueda acababa de adquirir un rebaño de ovejas y trasladarse a Ventrosa con 30 años. «Entonces los pueblos estaban mejor, los montes estaban más limpios, porque había más ganadería, y no había tanto arbolado», describe Ricardo ahora a Diario La Rioja, y recuerda varias jornadas de fuego intenso, que todo se quemaba muy rápido y había mucha implicación vecinal. «Salió mucha gente a intentar parar el fuego, pero ese fuego para cuando quiere», considera Ricardo, quien también destaca que hubo animales afectados porque, por ejemplo, varias yeguas del entonces alcalde aparecieron con las crines quemadas.

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«Salió mucha gente a intentar parar el fuego, pero ese fuego para cuando quiere»

Ricardo Rueda

Ganadero de Ventrosa de la Sierra

La cruzada política, aunque no tan intensa como ahora, también se produjo entonces. En el Parlamento riojano la oposición cuestionó al Gobierno: «¿Cuánto tiempo hacía que no se había procedido a la limpieza del monte?» y por qué no se pidió ayuda antes a los Bomberos de Logroño, el Ejército y las comunidades vecinas. Como la zona de origen del incendio no era recreativa ni propia de quema de matorral, se barajó la posibilidad de que pudiera deberse a una imprudencia o intencionado, ya que ese mismo verano se habían producido otros en Anguiano y Mansilla.

El Gobierno de La Rioja estimó las pérdidas ocasionadas por el incendio en 243.429.620 pesetas. Pero ahí no acabaron los desperfectos. Apenas un mes después un movimiento de tierra, troncos y piedras provocado por una fuerte tormenta, y que arrastró material del incendio, cortó la LR-113 y dejó incomunicado, otra vez, el Alto Najerilla.

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