El día después: la tormenta atiza a las localidades del Bajo Leza y Jubera
Bodegas anegadas, calles convertidas en ríos y un puente cerrado por peligro de derrumbe es el saldo del vendaval del viernes
Un gatito ahogado, tendido en el suelo de hormigón detrás del frontón, es una de los pocas consecuencias visibles de la tormenta que se podían ... ver a simple vista el sábado en Lagunilla del Jubera. Los vecinos aseguran que jamás habían visto el río Salado, afluente del Jubera, tan furioso, porque la mayor pate del año está seco. Herminia, de 85 años, se llevó un buen susto cuando el agua empezó a entrar en su casa. Estaba sola y llamó a su hijo Juanjo. «Nos entró agua por la chimenea, y eso que está tapada. Mi madre tenía mucho miedo», explica Juanjo. «Tan exagerado no había pasado esto antes. No con esta intensidad», añade. «¡Se fue hasta la luz!», recuerda Herminia.
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Al otro lado de la montaña, en Santa Engracia, ha impresionado un vídeo que han visto todos los vecinos sobre cómo la riada se traga un nogal como si fuera una flor. El río Santa Engracia forma un pequeño barranco alrededor del cual se han construido bodegas y calados. La de Eduardo y Ángel, que guardaban más de 500 botellas de vino cosechero de elaboración propia, se anegó casi por completo. «Prácticamente toda la bodega se ha hundido y todo el vino que está dentro no se puede recuperar. No se puede entrar», cuenta Blanca, su sobrina. Desde donde habla, a pie de bodega, el viernes estaba inundado. A pie de bodega se juntaron varios vecinos en la mañana de ayer como si fuera una vereda, para ayudar en la limpieza mientras se bombeaba el agua durante horas.
La riada provocada por la fuerte tormenta desprendió buena parte de la base del puente que da acceso a las huertas, las piscinas y el cementerio, así que el Ayuntamiento lo ha cortado, por precaución. Observando los grandes terrones que se han desprendido barranco abajo cualquiera diría que el puente pende de un hilo. «Hay varios tramos de calles bastante afectados, como la calle Barranco, que con todo el material que arrastró la tormenta se han anegado o se han quedado sin acceso», describía el alcalde de Santa Engracia del Jubera, Óscar Fernández. «El daño más importante es el puente, que vemos que se ha quedado la cimentación colgando y no sabemos qué viabilidad tendrá. Esa es, ahora mismo, la mayor preocupación que tenemos», afirmó el alcalde. «Yo no he conocido tanta cantidad de agua en tan poco tiempo en esta zona, nunca. Ni ninguno de los vecinos recuerda una situación así», aseguraba Óscar Fernández.
El vídeo del nogal muestra cascadas de agua que en otros paisajes serían consideradas paradisíacos pero más bien parece, en realidad, un escenario apocalíptico. «Cuando ya empezó a llover tanto y empezaron a bajar ríos por las calles avisamos de que la gente se mantuviera en sus casas hasta que pasara la tormenta, por precaución», recordaba el alcalde. Los mayores daños particulares produjeron en bodegas, aunque también entró agua en algunas casas. José Luis, vecino de Santa Engracia, se afanó con todos los aperos de labranza en limpiar su calado. «El agua arrastró todo: piedras, barro… A un vecino le ha tirado la puerta abajo y le ha inundado. Y a nosotros nos ha sacado la puerta del quicio y nos ha inundado la bodega con un metro de agua», contaba José Luis con el buzo de obra puesto.
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«A poco se me ahoga un perro»
Claro que, para llegar hasta Santa Engracia, hay que circular por carreteras como la LR-250, LR-346, LR-261, LR-467… todas con tramos totalmente cubiertos de tierra y piedras arrastradas por la tormenta. Aunque, para piedras, las que siembran la calle Barranco de Ribafrecha. Allí el escenario es tan espectacular como engañoso. Parece que se ha venido abajo medio pueblo pero, en realidad, la calle ya estaba levantada debido a unas obras y la tormenta arrastró todo el material, depositándolo en la parte baja, donde unas vallas que impedían el paso ejercieron de dique, formándose una peligrosa balsa. Justo en ese punto vive Álvaro, que ha sufrido daños en varios electrodomésticos que tenía en una bajera y tuvo que mover a sus animales, como una perra recién parida, para ponerlos a salvo. Sobre la entrada a su casa se acumula al menos medio metro de sedimentos.
«A poco se me ahoga un perro. Y el lavavajillas se me ha estropeado, seguro. Estos días ha habido tormentas pero como la de ayer… La verdad es que nos asustamos», reconocía ayer Álvaro. «Muchas veces, sin haber obra, ha habido aquí buenos jaleos por todo el agua que baja de Clavijo, pero sin haber obra, claro. Con el freno que había se me ha metido el agua en casa», recodaba Álvaro. Ante la previsión de nuevas tormentas, al menos se preveía retirar las vallas para evitar que se formara una nueva presa y que el agua corriera hacia el río. Precisamente pueblo abajo, cerca de las huertas del Leza, Carmelo y su padre limpiaban con resignación su bajera. «Esto es habitual, como una vez al año hay una tormenta grande. Y lo mismo que entra el agua, sale», expuso Carmelo.
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