Dejemos de hacer esfuerzos para retener a nuestros jóvenes. Es una labor de corto plazo y con pocas posibilidades de ser fructífera, no olvidemos que ... llevamos educándoles 18 años para que hablen inglés y sean ciudadanos globales y lo que quieren con 22 años es salir y conocer mundo. Eso es imparable... y muy bueno.
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Pongamos mejor nuestros esfuerzos en algo que traerá pocos resultados ahora, pero nos garantizará el futuro, y es pensar y trabajar para que La Rioja sea el lugar al que esos jóvenes quieran volver.
A ellos, los valores de los que presumimos como tierra, les valen siempre que tengan un espacio profesional en el que desarrollar los talentos que les ha costado tanto adquirir. En caso contrario, vendrán a estar con sus padres y a disfrutar con sus amigos en fechas señaladas en tantos sitios maravillosos donde compartir nuestra fantástica gastronomía y sus recuerdos, pero elegirán para establecerse otros lugares que les ofrezcan mejores oportunidades profesionales.
Las empresas deben transformarse rápidamente no sólo para poder competir en sus mercados, también para ser atractivas para nuestros jóvenes y así atraer el mejor talento. Por eso, la transformación digital no es una opción, es una necesidad, para las propias empresas y para La Rioja.
Y hay dos instituciones que son claves para este futuro; una universidad que busque el prestigio y la excelencia en cada grado y en cada máster y que siga educando personas críticas, curiosas, exigentes, multidisciplinares y humanistas, y un gobierno valiente, que lidere con el ejemplo y de manera atrevida la innovación y la digitalización e invierta en tener el mejor campo de juego para que esas empresas y esas personas jueguen mejor sus partidos y nos sigan haciendo sentir orgullosos de ser riojanos.
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