Avenida de Navarra, 16, donde se cometió la violación grupal. JUAN MARÍN

La región en la que nunca pasaba nada pierde la paz

Los datos de criminalidad, que ha aumentado un 33% en el último año, avalan la creciente sensación de inseguridad

Pío García y Carmen Nevot

Viernes, 5 de mayo 2023, 02:00

Una violación grupal a dos menores y un asesinato en poco más de tres semanas, sumados a los crímenes violentos de los últimos ... meses que han puesto a La Rioja en el epicentro de la crónica negra del país, han despertado una sensación de inseguridad en una comunidad, hasta enero de 2020, poco acostumbrada a los sobresaltos.

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La percepción de que algo ha cambiado tiene su reflejo en los datos. Los últimos, los de 2022, que no recogen el trágico comienzo de 2023, ya mostraban un giro al alza en el número de prácticamente cualquier delito. En general, según el balance de criminalidad del Ministerio del Interior, los delitos convencionales, epígrafe en el que se engloban los homicidios, robos y agresiones sexuales, entre otros, han experimentado un repunte del 33,1% si se comparan con los contabilizados en todo 2021.

También a cierre del pasado año, con 11.797 delitos, se rompió la barrera de los 10.000, un techo que no se había alcanzado, al menos, en los últimos diez años. Sea como fuere, se trata de una cifra alza empujada por el incremento de los robos con fuerza en domicilios, establecimientos y otras instalaciones, que escalaron un 43%, y de los hurtos, que aumentaron un 53,4%.

Las agresiones sexuales también figuran en la lista de delitos que consolidan su tendencia al alza y lo que es peor, con víctimas y agresores cada vez de menos edad, como así lo ratifican los datos del portal estadístico de criminalidad del departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska. Desde el Tribunal Superior de Justicia de La Rioja, su presidente, Javier Marca, es consciente del repunte de 2022, pero aún así, explica que en esta comunidad la tasa de criminalidad sigue siendo una de las más bajas del país, con 36,9 delitos por cada 1.000 habitantes, cuando la media nacional es de 49. Todo ello, señala, «nos permite decir que La Rioja continúa siendo una de las comunidades más seguras, fruto del trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de la propia Justicia, y ello, pese a la gravedad, a la relevancia mediática y a la natural alarma social que han provocado algunos de los delitos violentos cometidos en los últimos tres años en nuestra región».

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Desde la Universidad de La Rioja, el sociólogo Sergio Andrés Cabello apunta que todavía es pronto para determinar si nos dirigimos hacia una sociedad más violenta y recomienda prudencia a la hora de examinar los datos: «Es cierto que en los tres últimos años nos han sobresaltado hechos que antes aquí ocurrían de manera muy esporádica, pero no creo que debamos caer en el alarmismo. Mi impresión es que La Rioja sigue siendo un lugar con cierta cohesión social y baja conflictividad». Andrés recuerda que han coincidido en el tiempo sucesos muy diferentes y que obedecen a causas distintas, por lo que se deben estudiar por separado: «Por un lado tenemos la criminalidad más o menos habitual, como el ajuste de cuentas en Viniegra, luego la que puede responder a problemas de salud mental y finalmente, la de los delitos sexuales, con un incremento de las violaciones grupales, a veces con menores implicados, que no solo se han dado en La Rioja».

También en la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) indican que el porqué del repunte de la delincuencia no tiene una única respuesta, sino que obedecería a varios factores. La AUGC pone el foco en el déficit de personal, que cifran entre el 30 y el 40%, para patrullar las calles lo que provoca, por un lado, cierta sensación de inseguridad en los ciudadanos y, por otro, se anula el efecto disuasorio que la presencia de los agentes provoca en los delincuentes. La estructura de la Guardia Civil, sostienen, es de final de 2020 y la clave sería «tener unidades grandes, operativas con turnos y conciliación de la vida familiar y profesional, así habrá más gente en la calle, que es la clave porque un cuartel abierto es una seguridad pasiva, no activa», apuntan.

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Respecto del repunte de determinados delitos, como las agresiones sexuales, sostienen, es fruto de los cambios que sufre la sociedad. «Antes –señalan– un violador era un tío solitario y ahora es que cinco chavales se juntan y violan a un persona, no responden al perfil de violador».

No obstante, la sucesión de asesinatos en un reducido espacio de tiempo, que han provocado una gran conmoción y alarma social, es más una cuestión más circunstancial.

Para José Antonio Bazo, representante de UGT de la Policía Local de Logroño «más que aumentar, los delitos que se están cometiendo tienen mayor repercusión en la sociedad». Aunque también es cierto que «cada vez son menos los efectivos que hay en la capital». Un déficit que achaca a la ruptura del acuerdo por parte del Ayuntamiento que permitía disponer de agentes en momentos en los que era necesario sin necesidad de recurrir a las resoluciones de Alcaldía.

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A ello se suma, explica, la falta de vigilancia por las noches. «No hay patrullas suficientes –apunta– porque el alcalde ha decidido basar la seguridad de los ciudadanos en las patrullas de calendario laboral».

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