La paradoja danesa del COVID, vista por dos logroñeses
Dinamarca ·
Óscar García Agustín y María Presedo cuentan su experiencia desde el primer país de la UE que ha dado la pandemia por superadaDIEGO MARÍN A.
Miércoles, 9 de febrero 2022, 01:00
Decimos adiós a las restricciones y damos la bienvenida a la vida como la conocíamos antes del coronavirus», declaró hace una semana la primera ministra ... de Dinamarca, Mette Frederiksen, al levantar las restricciones de aforo y horario, así como la obligatoriedad de usar mascarilla en espacios públicos. Dinamarca ha sido el primer país de la Unión Europea en declarar oficial y abiertamente el fin de la pandemia, lo que no quiere decir que haya desaparecido el COVID-19.
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Óscar García Agustín, logroñés de 47 años afincado desde 2003 en Aalborg, donde es catedrático de la Universidad, expone la paradoja de que el fin de la pandemia en Dinamarca «se produce con las cifras de contagios más altas, pero la medida ha sido recibida con mucha aceptación y, a nivel psicológico, ya no es peligroso, se disfruta de la vuelta a la 'normalidad', predomina la sensación de que se ha superado el coronavirus y de que el elevado número de contagios no es preocupante, se da por hecho que pronto los casos empezarán a disminuir». García Agustín considera que la clave del 'éxito' danés ha sido que, «cuando surgió el coronavirus en 2020, el Gobierno reaccionó bastante rápido, por lo que se evitaron muchos contagios y el primer confinamiento fue relativamente corto». No obstante, «cuando los casos empezaron a incrementarse preocupantemente a finales de 2020, el Gobierno adoptó un confinamiento con bastantes restricciones que se prolongó hasta abril y fue el más discutido».
Las restricciones leves y los test masivos, intentando crear «un equilibro entre el sistema sanitario y la 'normalidad' económica», ha sido la estrategia en Dinamarca, cuya «política de vacunación ha sido bastante similar a la de España», cree García Agustín. Eso sí, a un primer periodo de aceptación popular de las decisiones de Mette Frederiksen le han sucedido acusaciones de autoritarismo. «Queda por ver cómo evoluciona la situación en las próximas semanas», advierte el profesor logroñés, quien, salvando todas las distancias, dice que le recuerda «a cuando George Bush declaró que la guerra de Iraq había terminado; la mera declaración no conlleva el fin de la pandemia, pero ahora mucha gente percibe que ha entrado en una nueva fase».
«Salvando las distancias, me recuerda a cuando Bush declaró que la guerra de Iraq había terminado»
Óscar García Agustín | Logroñés en Aalborg
«La sociedad danesa ha aceptado las restricciones como parte del bien común, es colectivista»
María Presedo Montiel | Logroñesa en Copenhague
En la capital danesa, Copenhague, reside María Presedo Montiel, logroñesa de 31 años, que se asentó en la ciudad en 2018 después de graduarse en ADE por la Universidad de La Rioja y viajar allí a cursar un máster. Encontró trabajo en Karnov Group, conoció a su pareja y reside en el país desde hace cuatro años. Para ella, la percepción de cómo se ha vivido la pandemia en Dinamarca «depende según a quien preguntes». «Al principio yo no entendía bien lo que sucedía porque el lenguaje que se empleaba era muy específico y hubo mucha incertidumbre, aunque realmente nunca ha habido un confinamiento severo como en España, se ha podido salir de casa, aunque se cerró el ocio y la restauración».
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Después llegó el verano y «enseguida se abrió todo, de hecho vino mi hermana y no se lo podía creer, se olvidó de que había COVID», recuerda María. La buena situación que presentaba Dinamarca cambió hace pocos meses: «No había casi contagios hasta que en Navidad, con la variante Ómicron, 'explotó'», destaca la joven logroñesa. Y es que, con el 77% de la población vacunada, se alcanzaron los 1,5 millones de contagios, contabiliza María. Ella misma lo ha pasado recientemente con síntomas leves.
«Aquí hacerse test ha sido más fácil que en España, sin cita previa y gratis», advierte María. La logroñesa cree que «la sociedad danesa ha aceptado las restricciones como parte del bien común, el sacrificio de los visones sí que creó revuelo, pero en general es una sociedad colectivista, aunque también haya individualismos».
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