Miércoles Sagasta
El pañuelo del Sagasta
La prohibición del velo islámico en el Sagasta de Logroño es uno de esos temas que no admiten medias tintas ni grises. No los tiene más que algún pocasangre morigerado, y no los voy a tener yo. No me vayan a llamar, oh insulto, equidistante.
Así que. Creo firmemente en la libertad de la mujer para ser y vestir como a ella le salga. Anda que no llevan siglos luchando ... por ello. Así que, sin duda: sí al velo.
Publicidad
El velo islámico es la expresión visible de un patriarcado tremendo, humillante y hasta asesino en algunas partes del mundo, que se impone como medida de discriminación y sumisión de las mujeres musulmanas. Luchar contra ese sistema de creencias es un derecho y un deber del ser humano. No tengo dudas: no al velo.
No creo en la asimilación cultural. Cuando se dice que los inmigrantes y sus hijos han de «integrarse» no puede significar que deben dejar de ser como son, que deben vestir como nosotros y coger un tambor de Semana Santa. Una sociedad unida, pero diferente, debe asimilar, no homogeneizar. Que sí al velo.
Cuando el velo se convierte en una expresión de diferenciación por lo religioso, igual que si fuera por lo político, comienza a ser problemático en la educación pública. La religión tiene sus valores, pero esos no tienen su espacio en un centro público. Velo no. Que no.
Publicidad
La educación pública, por su propia definición, no ha de ser discriminatoria. No deberíamos aceptar dejar a alguien fuera por llevar un símbolo que no supone una ofensa para nadie más. El derecho educativo debería pesar más. Velo sí, por tanto.
Si quieren sigo. No, no voy a ir a manifestarme a favor del velo, porque cada vez que veo a una pareja musulmana en la playa (ella tapada hasta las cejas, él en tanga) se me llevan los pulsos. Quienes tan atentos están a los micromachismos –que existen y están ahí, insidiosos como trampas– no deberían disculpar un macromachismo tan enorme que salta a la vista.
Publicidad
Pero cuando oigo hablar a Eman Akram, la chica del Sagasta, no puedo dejar de pensar en que es peligroso coger la libertad personal en asuntos así y ponerle un «sí, pero». Porque primero censuramos esto que no nos gusta y luego les damos libertad a los que, como en EE UU, despiden profesores por decirles a sus alumnos que, oh, hay personas gays.
No, no puedo decidirme, ustedes me disculparán. Me inclino del lado de la libertad personal contra el que prohibe, pero me aterra la paradoja de la tolerancia, tan beneficiosa para los intolerantes.
Domingo Vuelta
La razón de Sánchez
A estas alturas, no creer en lo que dice Pedro Sánchez es un ejercicio de precaución mental al menos recomendable de inicio. Aunque sea por esa manía que tiene de pensar lo mismo y su contrario según le sople el viento. Por eso es casi un esfuerzo físico el que me supone decir «mira, pues tiene razón».
Publicidad
Sí, ya sé que ese asunto de Gaza le ha venido a Sánchez de perlas para que no se hable del mogollón de problemas que tiene debajo de la mesa, justo cuando el nuevo curso amenaza con seguir dándole las bofetadas del anterior. Y sé que ha elegido a Netanyahu como rival porque, en fin, todo lo que se diga de él es poco. El otro día leí que, según una base de datos del propio ejército israelí, el 83% de sus víctimas en Gaza son civiles.
En fin, que Sánchez tiene razón y en esto lleva el camino correcto. Lo malo es que pienso lo que Feijóo: que si Sánchez necesitara siete escaños de Netayahu para seguir en Moncloa, no volveríamos a ver una bandera palestina.
Publicidad
Jueves Oro
La medalla del Pitu
Aparece por la redacción Roberto Molina, el 'Pitu'. Pitu le llamaban ya cuando era el más chiquito del equipo, ese chaval que iba al Clavijo, en los tiempos de Jesús Sala, a hacer un poco de todo y ya de paso entrenar con los mayores. Buen tipo, era ya entonces. Honrado, esforzado.
Viene hoy a vernos con una medalla de oro al cuello tamaño sartén. Es campeón de Europa de baloncesto, de la mano heroica de Álex Mumbrú, que se fue del banquillo a la UCI. Bien por él, y bien por el Pitu. Que la vida te da alegrías.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión