«El negacionismo de la violencia de género es inasumible y se rebate con datos y rotundidad»
Flor Moral Pérez | Jefa de la Unidad de Coordinación contra la Violencia Sobre la Mujer de La Rioja ·
Moral contextualiza el alza de denuncias en La Rioja en el escenario del COVID, pero insta a no bajar la guardiaLos datos en relación a la violencia de género en la comunidad recabados entre enero y septiembre parecen encender la luz de alerta. Las 476 ... denuncias presentadas en los nueve primeros meses del año suponen casi el 28% más que en el mismo periodo del 2020 y, además, en la letra pequeña de la estadística hay detalles inquietantes. Flor Moral pone en contexto las cifras en un marco que nada tiene que ver con el de lo peor de la pandemia, avisando de que el esfuerzo, la coordinación y la pedagogía deben seguir reforzándose.
– ¿Es preocupante el notable alza de las denuncias por violencia de género en La Rioja?
– Se trata de un dato similar al registrado a nivel nacional y para valorarlo hay que tener en cuenta que se da en una etapa pos- COVID. 2020 fue un año excepcional y difícil de comparar con cualquier otro por las circunstancias sanitarias derivadas por la pandemia, las limitaciones de movilidad, el confinamiento en sus domicilios de las víctimas que impedía la llegada de ayuda externa... Respecto a 2019, que es un ejercicio más equiparable, supone un alza ligera, corroborando con todo ello que 2020 no es que hubiera menos violencia genero, sino que estuvo silenciada dentro de los muros. Una vez que las puertas se han vuelto abrir, el control y el aislamiento que busca el maltratador se quiebran y la mujer tiene más vías para denunciar su situación.
«No hubo menos violencia de género en 2020, sino que estuvo silenciada dentro de los muros»
COVID Y PANDEMIA
– ¿Ha servido la pandemia para hacer elocuentes episodios de violencia dentro de los hogares que antes quizás pasaban desapercibidos o no se identificaban como tal?
– Es posible que haya habido situaciones latentes que en un contexto tan especial han aflorado. De entrada, un incremento de las denuncias en esta materia siempre es negativo, pero hay que ver la otra parte de la ecuación: si ese ascenso responde a un aumento de la sensibilidad entre la sociedad que hace que la mujer no espere tanto a denunciar y sea más consciente de su situación.
«No existe un perfil concreto; maltratador y víctima lo pueden ser cualquiera y en cualquier contexto»
TIPOLOGÍAS EN LA VIOLENCIA
– ¿Puede interpretarse la estadística riojana en esa clave?
– Es imposible corroborarlo porque los números no van más allá. Sin embargo, mi diagnóstico personal es que, efectivamente, la gente está más comprometida y entiende en su mayoría que se trata de un problema estructural y social. Me apoyo en un hecho: durante la pandemia, a pesar de haber menos denuncias, se elevaron las llamadas por parte de vecinos a las fuerzas de seguridad advirtiendo de posibles episodios violentos en sus edificios.
– Del conjunto de las denuncias, prácticamente el 60% correspondieron a mujeres de nacionalidad española. ¿Es menor la violencia de género entre las extranjeras o hay entre ellas más miedo a declararlo?
– Siempre insistimos en que no existe un perfil único y concreto en la violencia de género porque el maltratador y la víctima puede ocurrir en cualquier contexto y a cualquier persona. Sin embargo, sí que hay que tener en cuenta la existencia de factores que pueden ser favorecedores o incrementar la vulnerabilidad. Uno de ellos son las circunstancias inherentes a la situación de la mujer extranjera que llega aquí. Por el desarraigo, por las dificultades para manejar el idioma, porque desconoce los recursos, por desconfianza... Y ya en determinados países por su propia cultura, donde el machismo es estructural. En cualquier caso, la proporción 60/40 entre mujeres españolas y extranjeras se relativiza considerando el volumen real de un grupo y de otro.
«Se ha perdido el pudor a reconocerse negacionista y la polarización de la sociedad lo alimenta»
CRÍTICOS
– Llama la atención que la tendencia haya mutado y se dé un descenso de los casos entre parejas mientras aumentan los protagonizados entre quienes ya no mantienen una relación.
– La razón está en el COVID otra vez. En 2020, cada uno de los integrantes de una expareja estaba en su propia casa y las limitaciones de movilidad impedían cualquier contacto. La posibilidad ahora de circular eleva por lo tanto las opciones de que se produzcan acercamientos que concluyan en agresiones. Así se explican también que haya más quebrantamientos de las órdenes de protección, que han llegado a 124. Antes no era factible.
– Otro dato llamativo es que el 20% de los hombres de entre 15 y 29 años considere que la violencia de género es un «invento ideológico».
– Más que llamar la atención, pone los pelos de punta. El dato proviene del barómetro del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, pero tiene su reflejo también en La Rioja. Lo más terrible es que constata un aumento del negacionismo en relación a la violencia de género y, además, entre los más jóvenes. No se puede consentir. Es algo inasumible a la vista de la relación de muertes y víctimas que se sigue cobrando esta situación y debe rebatirse con datos y rotundidad. Por ejemplo, no cabe equiparar y dar la misma voz al 5% que rechaza la evidencia y al 95% que lucha contra esta lacra, porque ello supone potenciar a los negacionistas.
– ¿En qué medida la irrupción de Vox y su discurso en esa línea fomentan este tipo de descreimiento?
– El estudio dice que el incremento se ha operado respecto a 2017. ¿Qué ha ocurrido desde entonces? Antes no se hablaba con la ligereza de ahora ni el negacionismo estaba tan implantado. Se ha perdido el pudor a reconocerse negacionista en este y otros ámbitos y la polarización de la sociedad lo alimenta. En 2017 se aprobó el pacto de estado contra la violencia de género sin ningún voto en contra en las Cortes. ¿Sería ahora posible? Creo que está respondida la pregunta.
– ¿Hay que ahondar en la educación que se imparte en las aulas desde edades tempranas?
– Al ser la violencia de género una cuestión social y estructural no puede achacarse ni abordarse desde un solo ángulo. Para luchar contra ella y tratar de erradicarla es vital una educación en igualdad. Por lo tanto es crucial el trabajo que se hace en la escuela, pero también el ejemplo que los padres dan a sus hijos en casa, el tipo de juegos que se fomentan, mensajes de respeto...
– Además de la unidad que usted dirige hay observatorios, departamentos, direcciones generales y recursos estatales, autonómicos y locales que trabajan también sobre la violencia y la igualdad. Sin embargo, el problema no cesa. ¿Qué falla?
– A pesar de que parecen muchos recursos, quizá aún sean insuficientes. La clave en cualquier caso pasa por la coordinación. Que todas las administraciones y profesionales que trabajamos en el área actuemos de forma unívoca en cuanto se detecta un caso o registra una amenaza. La Rioja, por su reducido tamaño, tiene una ventaja en este sentido.
– ¿Es más grave el daño físico que la presión psicológica en esta clase de violencia?
– Lo que más se denuncian son las agresiones físicas, pero se advierte que la gente cada vez entiende más que la violencia psicológica también es maltrato y constituye un delito. En este sentido es habitual que a partir de una denuncia de, por ejemplo un golpe, en las declaraciones posteriores surja que también ha habido insultos, desprecios, amenazas... El dolor en la víctima es igualmente intenso.
– ¿Qué papel juega la Atención Primaria en la detección de este tipo de situaciones?
– Resulta fundamental. Por un lado, por la relación de confianza que suele existir entre la paciente y su médico de cabecera y que facilita la confidencia. Por otro, por el cribaje que se realiza en los centros de salud y hospitales buscando esas señales que puedan advertir daños soterrados. Una vez más, se demuestra que encarar la violencia de género incumbe a la sociedad en su conjunto y hay que trabajar de la mano entre todos los implicados.
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