Maestros con mucha vocación por la enseñanza

A Andrea Benito no hubo que despertarle la vocación docente: le venía de serie. «Cuando era alumna de Infantil, imitaba a mi maestra. En casa, ponía a mis muñecos frente a mí y les daba clases. Tengo una familia numerosa y he crecido rodeada de niños», explica. A pesar de ello, no tuvo del todo claro qué carrera elegir hasta que emprendió su camino universitario: fue entonces cuando decidió estudiar Educación Infantil, una de las dos titulaciones que se ofertan desde la Facultad de Letras y de la Educación de la Universidad de La Rioja (UR).

«Los grados en Educación ofrecen unos estudios que permiten adquirir no solamente los conocimientos y materias de las que se van a dar clase a los niños, sino también cómo hay que enseñarles en Infantil y Primaria», explica la decana de la Facultad de Letras y de la Educación, Asunción Barreras, quien añade que «esta vinculación con la labor docente lleva a querer formarse para dedicarse a ser maestro».

De hecho, son unos estudios que ofrecen la posibilidad de realizar prácticas en los centros escolares de Infantil y Primaria de la región. «Entrar al aula como maestro de prácticas, aprender de la experiencia y el buen hacer de los maestros en ejercicio, estar en contacto con los niños, enseñarles y ayudarles en su proceso de aprendizaje, es algo maravilloso para los que se quieren dedicar a la enseñanza». De ahí que, como apunta Barreras, «todavía no conozco a ningún estudiante que no haya disfrutado de su periodo de prácticas y que no le haya reforzado en su voluntad de querer ser maestro por lo que la vocación y la motivación para ser docente son posiblemente las razones para que estos estudios sean de los más demandados en las universidades».

No solo eso. Como expone el vicedecano de la Facultad de Letras y de la Educación, Josep María Dalmau, la estructura formativa actual «da respuesta a la necesidad de que los docentes de Educación Infantil y Primaria tengan el mismo nivel de formación inicial que los profesores de Secundaria». Optar por estas titulaciones también supone «satisfacer una de las profesiones con más vocación, como la del maestro, y hacerlo en la Universidad de La Rioja supone poder desarrollar su formación en un contexto muy familiar y personalizado por su bajo volumen de alumnos, por lo que supone un trato muy próximo entre alumnos y docentes». Además, la UR dispone «de un alto nivel de recursos humanos e infraestructuras que están dotadas de recursos tecnológicos a disposición del alumnado para cubrir todas las necesidades formativas a lo largo de su trayectoria en la universidad», explica.

En este sentido, como expone Dalmau, las prácticas curriculares y extracurriculares son «la antesala de la aplicación formativa teórica y práctica en el contexto real laboral, en este caso principalmente en el ámbito educativo y especialmente en el contexto escolar». Todo debido, en parte, a que «el enriquecimiento formativo en un centro de prácticas suele ser la fase más gratificante para el alumno y el docente, donde se le da la oportunidad de aplicar su formación adquirida en la universidad, testando las capacidades y habilidades como docente».

No solo eso. También es «una vía potencial de empleabilidad, principalmente en el sector privado, por lo que muchos centros educativos de carácter privado optan por la contratación de alumnos que han cursado sus prácticas en dichos centros». De ahí las amplias salidas profesionales. «La demanda de las titulaciones es acompañada por una significativa oferta de empleo público», asegura el vicedecano, que pone como ejemplo el número de plazas en las convocatorias oficiales de oposiciones a maestro convocadas por la Consejería de Educación. Pero esas no son las únicas opciones laborales relacionadas con la infancia, ya que los egresados en estas titulaciones también pueden dedicarse a la docencia enfocada a la multiculturalidad, el ocio y el tiempo libre, la empresa privada, el autoempleo o las ludotecas, entre otros. De cualquier manera, apunta Dalmau, «la profesión de maestro en Educación Primaria e Infantil tiene un interés científico innegable, porque los procesos de educación y de enseñanza-aprendizaje son esenciales para la adquisición de competencias, valores, actitudes, comportamientos y conocimientos relativos al 'saber', 'saber ser', 'saber actuar' y 'saber convivir' como personas integrantes y participantes de la compleja sociedad actual».

De ahí que los egresados en cualquiera de las dos titulaciones que ofrece la Facultad de Letras y de la Educación de la UR salgan capacitados para ejercer como maestro en la etapa de Educación Infantil o Primaria. Y todo, como explica la decana, «ofreciendo una preparación integral acorde con los retos que se plantean a un maestro en la actualidad, formando a los estudiantes para que sean capaces de enseñar en contextos multiculturales y plurilingües o para afrontar los retos del sistema educativo, entre otros».

A Arantxa Mazo siempre le gustaron los niños y la posibilidad de poder compaginarlos con su otra pasión, con el deporte, le pareció «una idea increíble». Por ello, cuando se le presentó por el camino la posibilidad de estudiar el Grado en Educación Primaria con la especialidad de Educación Física en la Universidad de La Rioja, «no dudé en elegirla como mi centro de estudios».

De hecho, su experiencia no pudo ser mejor. «Mi etapa como estudiante la recordaré como una fase de gran aprendizaje que me ha dado muchas herramientas para desarrollar mi labor como docente», asegura. No solo eso. «Gracias a la UR he conseguido tener la formación que me ha permitido hacer de mi pasión mi trabajo».

En la actualidad, trabaja como tutora y especialista de Educación Física en un centro rural agrupado riojano, pero aún recuerda varios de los puntos fuertes que ofrecía esta titulación, «como la disponibilidad de prácticas escolares, las actividades grupales para el desarrollo de la competencia cooperativa o las salidas profesionales». A pesar de tener una experiencia «positiva» en las prácticas, cree que las salidas profesionales están dirigidas a desarrollarse en el sector educativo, como docentes o en otros ámbitos relacionados con la etapa escolar.

Cuando a Andrea Benito le llegó el turno de presentar sus solicitudes de admisión a la universidad, comprobó que los programas del Grado en Educación Infantil eran «muy similares». No obstante, tomó la decisión de matricularse en la Universidad de La Rioja «no solo porque estaba en la ciudad en la que vivo, sino también porque una conocida estaba cursando la carrera y me habló bien de ella».

No se equivocaba. «Algo que me gustaba y me parece muy necesario son los grupos reducidos. Cada asignatura tiene unas horas de prácticas a la semana con una ratio más baja que las clases teóricas, en las que realizábamos actividades más enfocadas a Infantil. Algunas de ellas las llevábamos a cabo en pequeñas salidas a centros educativos cercanos y, en otras ocasiones, eran los niños de Infantil los que venían de excursión a la Universidad para poder trabajar con ellos; fue una experiencia muy positiva». De ahí que las prácticas sean «lo mejor de la carrera», ya que con ellas «te adentras de lleno en el campo de juego». «Con ellas aprendí muchísimo, porque viví la realidad de las aulas. Además, pasé por todas las clases para ver cómo trabajaban todas las maestras; de cada una puedes formarte con algo nuevo», resalta.

Su paso por la UR le ayudó a crear «una buena base para estar ahora donde estoy». Porque desde que terminó la carrera ha seguido formándose, todo debido a que «la educación está en continuo cambio y, como profesionales, tenemos que evolucionar con ella. Pero sin esa base que proporciona el Grado, esta formación extra sería incompleta para mí como maestra».

Su experiencia, en cualquier caso, la recuerda «con muchísimo cariño». «Había asignaturas que me gustaban más que otras, pero mientras las cursaba sabía que era lo mío. He tenido profesores que me inspiraron a mejorar y que me mostraron distintas formas de enseñar. Su pasión por su trabajo era contagiosa y soñaba con estar en su lugar algún día, aunque con alumnos que no superasen los seis años», ríe.

A Elisabet Amatriain no hubo que despertarle la vocación docente en Educación Física, que es la titulación equivalente al Grado en Educación Primaria. Campeona del mundo de pádel, «el deporte forma parte de mi vida desde los 8 años, que fue cuando comencé a jugar a tenis. A su vez, el mundo de la educación siempre me ha resultado atractivo; recuerdo que hubo profesores que me hicieron crecer mucho gracias a sus enseñanzas y, posiblemente por ello, elegí esta carrera, porque unía mis dos pasiones». Todo debido, en parte, a que sabía que «estudiar algo que te gusta supone abrir puertas para trabajar en algo que te llena, y eso no tiene precio». Su paso por la UR fue «muy gratificante». «Aprendí de mis profesores, conocí compañeros nuevos y tuve la oportunidad de aprender junto a los alumnos en las prácticas». No solo eso: también aprendió «una gran cantidad de recursos a la hora de estar en clase con los alumnos, además de a adaptarme, así como a responsabilizarme con mi trabajo diario». En su caso, pudo realizar las prácticas en el centro en el que estudió de pequeña y aprender por lo tanto de algunos de sus antiguos profesores. «Fue una experiencia muy gratificante. Aprendí mucho junto a ellos y pude poner en práctica la teoría que había ido adquiriendo durante los años de carrera».

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