«Hay que cuidar a las víctimas;no se sienten bien tratadas cuando denuncian»
La experta apunta que hay que formar a las personas que trabajan con ellas porque «hay muchos prejuicios y son las únicas que no han elegido formar parte de esa situación»
Tras más de tres décadas como psicóloga y una amplia experiencia en intervención con víctimas, es consciente de que tras la escalada de agresiones sexuales ... hace falta poner el foco «a nivel multifactorial». Agustina María Vinagre, que a su vez es la coordinadora académica del máster en Victimología y Criminología Aplicada de UNIR, señala que hace falta trabajar «en la prevención, en la identificación de los casos que puedan ser más vulnerables, y al mismo tiempo, hay que formar más a todas las personas que trabajan con las víctimas de agresiones sexuales».
A su juicio, no está del todo claro si hay más casos «porque realmente se estén denunciando más, porque hay muchos que no se denuncian, pero hay un factor esencial: las víctimas no se sienten bien tratadas cuando denuncian». A su juicio, «todavía existe un grado de no creencia hacia lo que dicen las víctimas. Hay muchos prejuicios y no se las termina de ver como víctimas, sino como alguien que lo ha podido provocar (la agresión), cuando eso es algo absolutamente irracional».
Ante esta coyuntura, «muchas no denuncian porque tienen miedo a no ser creídas, a que las culpabilicen; por eso hay que formar más a las personas que trabajan con ellas para que se sientan protegidas y puedan denunciar. Hay que cuidar a las víctimas».
Ahora, a pesar de que «denuncian más, hace falta trabajar mucho la culpa y la vergüenza, la percepción que tiene la sociedad de ellas, porque hoy en día se las sigue culpando y juzgando». No en vano, existe «una gran diferencia en cuanto a la credibilidad; se tiende a creer más a aquellas víctimas que cumplen los estereotipos clásicos femeninos. Si no habían bebido o no habían salido a horas tempestivas de la noche... se les tiende a creer más».
Una credibilidad que, además, también se reduce cuando tardan en denunciar, «cuando es algo totalmente normal», porque la primera fase por la que pasan las víctimas de una agresión sexual «es por una confusión, bloqueo o por un estado de shock». El problema, asegura Vinagre, es que «también existen distorsiones a la hora de creer a las víctimas en las fuerzas y cuerpos de seguridad».
Una percepción que, sin embargo, cambia con la formación que imparte en UNIR, que aborda aspectos psicológicos, perfiles de las víctimas..., con los que los distintos trabajadores de los cuerpos y organismos aprenden a trabajar «con paciencia, sin presionar a la hora de obtener información, sin molestar, guardando la intimidad de las víctimas». Cambian su percepción y adquieren herramientas para hablar con ellas, protegerlas y cuidarlas. De esta forma, además de disponer de más datos, «pueden investigar más y tener más medios para prevenir alteraciones posteriores».
Lo importante, insiste la coordinadora académica, es «cuidar y proteger mucho a las víctimas, no solo físicamente, sino también emocionalmente». Sobre todo, porque «son las únicas que no han elegido formar parte de esa situación». «El criminal elige, las fuerzas y cuerpos de seguridad también deciden estar ahí, pero la víctima no. A ellas les ha tocado la peor parte y hay que cuidarlas».
«Ciertos límites»
Además de los programas de sensibilización, también hace falta trabajar en la elaboración de leyes «para que los menores no puedan tener acceso a determinadas páginas en las que ven contenido sexual, porque aunque no lo entienden, lo normalizan». Para ello, hay que sensibilizar a los padres y educadores «para que puedan trasladar a los menores que eso no es lo normal, que no es una conducta sexual normalizada, sino que están aprendiendo mucha violencia, y en ello estamos todos implicados. La sociedad en general y los padres tenemos que poner ciertos límites», concluye.
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