La vacunación reduce el 86% la letalidad del virus en las residencias, de 286 a 39 muertes
Con una explosión de casos activos, de cero a 185 en menos de un mes, solo 23 usuarios han precisado de hospitalización
La aparición de la nueva variante Ómicron del SARS-CoV-2 y el maremoto de transmisión en que ha convertido esta sexta ola han ... reventado con suma facilidad la burbuja construida en cada centro de mayores de la comunidad, el ámbito que más ha sufrido desde el inicio de la pandemia, pero que en esta nueva embestida vírica parece soportar el ataque gracias a la firme protección que la dosis de refuerzo ha proporcionado a sus usuarios.
El impacto ha sido intenso y de una velocidad vertiginosa. Tras cuatro meses de tregua –las residencias quedaron 'limpias' el 27 de agosto, en los estertores de la quinta ola– , la inquietud retornó a en vísperas de Navidad, con la detección de dos casos el 20 de diciembre. Nada pudo evitar el tsunami, ni los refuerzos en las medidas de detección ni la reactivación de los severos protocolos de control. La curva se desbocó y en menos de un mes, la cifra de casos activos había pasado de cero a casi 190, para rozar el pico máximo de 210 en la cima de la segunda ola, el 15 de noviembre de 2020, la última andanada que el colectivo más vulnerable frente al virus afrontó sin la protección vacunal, un suero que ha mostrado su fortaleza con una reducción superior al 86% en la tasa de letalidad en las residencias, de 286 en 2020 a los 39 fallecimientos de estos últimos casi 13 meses.
El estallido inicial de la pandemia arrasó los centros de mayores. Cada contagio casi se traducía de inmediato en la pérdida de una nueva vida en una dramática estadística que creció hasta los 286 fallecimientos en ese cuatrimestre de pesadilla. La segunda ola, tras el verano, volvió a cebarse en los mayores institucionalizados y los registros sumaron otras 75 víctimas para fijarse en 286 antes de que los primeros pinchazos de la esperanza comenzaran a inocularse el 27 de diciembre de 2021. La rápida administración de la doble dosis protegió a una población residencial que en la poderosa tercera ola 'solo' aportó 14 víctimas mortales a las 151 contabilizadas en la comunidad. La fortaleza vacunal fue aún más evidente en la cuarta ola, la posterior a la Semana Santa, con 52 muertes por COVID en La Rioja, pero ningún residente. La preocupación llegó con una quinta ola, en pleno verano, que desembarcó en la residencias cuando la pauta completa vacunal se demostró insuficiente para un colectivo con un sistema inmune debilitado por la edad. Los centros de mayores notificaron 24 fallecimientos, más de la mitad de los 45 totales.
La cifra de casos activos actual se sitúa en 120 con 14 de las 33 residencias de la región aún afectadas
La reacción de las autoridades sanitarias fue inmediata y las enfermeras del Servicio Riojano de Salud volvieron a recorrer las residencias para una dosis de refuerzo que se ha acreditado como un recio paraguas protector: de las 55 vidas humanas que el virus ha arrancado en la región en este severo ataque, solo dos eran usuarios de un centro de mayores, una el 4 de enero y la otra este pasado viernes.
Además, pese al intenso ritmo de transmisión, la mayoría han sido asintomáticos o han superado la cuarentena con síntomas leves y solo 23 de ellos han precisado de traslado al hospital San Pedro, según confirmaron ayer a Diario LA RIOJA fuentes de la Consejería de Servicios Sociales.
«El éxito ha sido de la vacunación y la dosis de refuerzo en primer lugar, a lo que hay que añadir los protocolos adoptados», resumía ayer el consejero de Servicios Sociales, Pablo Rubio, que confirmó la prolongación de los protocolos y controles para proteger a los más vulnerables. «No podemos bajar la guardia, habrá que esperar todavía unas semanas a ver si se confirma ese descenso de la incidencia para valorar entonces si se pueden adoptar medidas menos restrictivas», advierte Rubio en una valoración aún de prudente optimismo, «porque la prioridad es la salud».
Sí admite el consejero que la sexta ola ha tenido un impacto importante entre el personal laboral de los centros, con continuas bajas por contagios, que en el caso de los centros dependientes de la Comunidad Autónoma rondaría el 15% de las plantillas a lo largo del último mes, un problema que ha afectado también a los centros privados y a los de sin ánimo de lucro, que han trasladado a Servicios Sociales la necesidad de más profesionales cualificados. «Nosotros estamos trabajando con Educación, con la Dirección General de Formación Profesional, para facilitar que exista alguna actividad formativa que pueda dar respuesta a esta demanda, sin olvidar también su reconocimiento profesional y retributivo, que es un asunto que nos debe preocupar para el futuro inmediato al margen de la pandemia».
En este sentido, desde el sector privado, Inés Aguado, gerente del grupo Gerontorioja y miembro de la Asociación Riojana de Residencias de la Tercera Edad (ARTE), admite que el sector ha sufrido especialmente en el apartado laboral, «porque las bajas se han tramitado telefónicamente y sin la supervisión de un médico tras un resultado obtenido de un test de autodiagnóstico. Eso y las fiestas navideñas nos han provocado muchos problemas por un alto absentismo, que se ha agravado, además, por las dificultades actuales para la contratación de personal cualificado».
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