De todo no va a quedar nada
Gacetilla de un tipo confinado (XXXI) ·
El cielo se muere por la sorpresa. El chaparrón de ayer –ahí fuera– tuvo el cariz un pelín procaz de lo inesperado. Y del asombro....La primavera tiene acento de capricho. El cielo se muere por la sorpresa y aunque las pequeñas estaciones meteorológicas que llevamos en el bolsillo pronosticaran agua para ayer, el chaparrón de la mañana –ahí fuera– tuvo el cariz un pelín procaz de lo inesperado... Y del asombro. Una sensación que también se comparte con algunos libros, y en concreto, con algunas frases de obras indescifrables como me sucede con los escritos por Manuel Arroyo-Stephens, librero de viejo, creador de la editorial Turner (con hallazgos memorables como 'La forja de un rebelde', de Arturo Barea) y editor a la antigua usanza de pasión, generosidad y genio.
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«La memoria es triste porque su alimento es lo perdido», escribe Arroyo-Stephens en 'Pisando ceniza', un libro hondo y preclaro de memorias, desapariciones y andanzas en el que a través de seis capítulos de desiguales tamaños (como las borrascas de esta primavera intramuros) recorre diversos escenarios y personajes de su vida, de su madre, de las bibliotecas que compró y de su relación con el poeta José Bergamín, con el que recorrió un mundo porfiando con la suerte de un torero genial, Rafael de Paula. Cojo y gitano.
«La leyenda», dijo con desdén, «pero la leyenda no me importa. Lo que yo he hecho lo he hecho en el aire y con el aire se va»
Habla del arte y de lo efímero y conmueve escuchar a Antonio Ordóñez y su miedo a no ser inmortal. Lo que le producía una tristeza inconsolable era que no fuera a quedar nada de lo que había hecho en los ruedos. «La leyenda», dijo con desdén, «pero la leyenda a mí no me importa». Eso no dura. De un pintor queda su lienzo, un músico escribe una partitura, a un poeta le publican sus versos. «Pero lo que yo he hecho lo he hecho en el aire y con el aire se va. Hay aficionados que me dicen que queda en su memoria. Pero tú te vas a morir, les digo yo y no va a quedar nada. No va a quedar nada porque la fotografía y el cine son una mentira y los que crean que se ve algo ahí se engañan miserablemente».
Manuel Arroyo-Stephens asegura que las cosas les suceden a los que saben contarlas. Los sentimientos, decía Bergamín (como si hablara al dictado de Unamuno), son pensamientos conmovidos. ¿Qué es antes, la técnica o el sentimiento? Se cuestionaban dos teóricos. Paula, cojo y gitano, asistía callado a la diatriba. Hasta que sentenció: «Yo el toreo lo pienso», dijo. «El sentimiento llega después, si es que llega», añadió.
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