El pescatero de Emil Cioran
Gacetilla de un tipo confinado (3) ·
Antes de las once el cielo de Logroño ya se había estancado en un gris difuminado y brumoso que se rindió a la noche sin la menor resistenciaEmil Cioran escribió en sus 'Cuadernos 1957-1972' que sus noches no coincidían con sus días. Ayer me sucedió lo mismo porque un instante antes de abrir los ojos creo que había soñado con un crepitar de colores –aunque nunca estoy muy seguro de estas cosas– y al abrir la ventana me di de bruces con la realidad de la niebla. Antes de las once el cielo ya se había estancado en un gris difuminado y brumoso, un gris monótono que contenía la respiración como si estuviera buceando y que se fue rindiendo a la noche sin la menor resistencia.
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Adoro leer a Cioran porque me gusta la incontinencia que destila con su ausencia total de nostalgia: «He berreado más que nadie, y sin embargo soy un hombre que ha reprimido sus gritos». Logroño ayer era una ciudad que suspiraba hacia sus adentros, una ciudad abrazada a sí misma con esta presión de calles con peatones trémulos y tenderos adustos y graves. Lo sentí porque salí a comprar. Javi, mi buen pescatero, tiene una clientela de personas mayores: «No ha bajado ninguno desde hace varios días. Alguno me llama y yo mismo les llevo las bolsas. Es todo muy extraño, desconcertante».
Javi habría sido narrador del gusto de Cioran porque para el filósofo rumano «un escritor no debe expresar ideas, sino su ser, su naturaleza, lo que es y no lo que piensa». Y con su mirada, apenas con su ojos saturados siempre de optimismo, Javi me manifestó con descarnada dignidad el temor que todos sentimos en esta colección de días agitados y siniestros. No pude abrazarle y regresé caminando a casa por un parque donde una chica rubia con coleta esparcía semillas para alimentar a las palomas. Me dijo que les daba mijo, maíz, avena y cártamo. «No tengo ni idea de las dietas de las palomas», mascullé asombrado por el carácter gourmet de las tórtolas de nuestra ciudad.
Para el filósofo rumano «un escritor no debe expresar ideas, sino su ser, su naturaleza, lo que es y no lo que piensa»
Si existe algo que me fascina de Cioran es su desprecio por cualquier utopía: «Estoy inmunizado contra todo, contra todos los credos pasados, contra todos los credos futuros», tal y como le confesó a su hermano Aurel al acabar la Segunda Guerra Mundial. Ayer dijo Merkel que Europa se encuentra ante un desafío similar. Yo lo había percibido en los ojos de mi pescatero, mi querido Javi, que me recuerda siempre la sencillez de la vida y la fragilidad de nuestras creencias. Muchas veces me fía porque se me olvida llevar dinero en la cartera y no tiene el aparatito para las tarjetas. Ayer le pagué en metálico porque no tengo tiempo para que se me olviden las cosas.
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