'Yo, García. Una vida vulgar', de K-Hito. L.R.

Una corbata blanca de dudosa albura

Gacetilla de un tipo confinado (LII) ·

En un estrepitoso viaje visual por una de mis estanterías bibliófilas asomó un incunable: las memorias de 'K-Hito', un periodista inusual

Jueves, 7 de mayo 2020, 08:17

La velocidad de las cosas ha sepultado en el olvido a demasiados personajes geniales. Ayer, en un estrepitoso viaje visual por una de mis atestadas estanterías bibliófilas, me sorprendió un pequeño libro de un tipo oscurecido por la historia: Ricardo García 'K-Hito', uno de los periodistas más divertidos y originales por los que he transitado y del que guardo como oro en paño su incunable más valioso: 'Yo, García, una vida vulgar'. Se trata de un brillante relato autobiográfico publicado en 1948 en el que con su deliciosa pluma recuerda varios episodios de su torera vida periodística. Era un hombre orquesta: poeta (rendido admirador de Gabriel Miró), caricaturista, cineasta ('La vampiresa morros de fresa'), escritor y director de revistas como '¡Dígame!', aquel 'rotativo gráfico semanal' en el que se incubaron varias generaciones de periodistas.

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'K-Hito' viene de Ricardito y se inventó lo de Monstruo para Manolete y el 'Diario de la Tarde', de Barcelona, que se lo encargó un tal Lahoz: «Vamos a publicar un diario –me dijo. En esta ciudad hace falta uno de última hora. –Cuento contigo, añadió. Este señor será el gerente, yo el director literario y tú el artístico. ¿Y cuándo saldrá? Pasado mañana. Y salió.

De la Ciudad Condal viajó a la capital de España a buscar fortuna: «Por la estación de Mediodía vine yo a la conquista de Madrid con una corbata blanca, de dudosa albura a causa del viaje; un baúl con cuadros y ropa y mis buenos treinta duros».

«En aquellas casas de huéspedes habitaban cucarachas auténticas, negras como botas de soldado en día de desfile»

Recorrió 'K-Hito' todas las casas de huéspedes del barrio de las letras: «Ahora atienden por el nombre de pensiones, vocablo galo que maldita gracia que tiene. En aquellas casas de huéspedes habitaban cucarachas auténticas, negras como botas de soldado. Cuando una venía de la cocina a la alcoba, a oscuras, dando tropezones, la oíamos venir, porque producía un ruido extraño. La raza degenera, de aquellas cucarachas impresionantes no quedan hoy más que estas otras decadentes, rubias oxigenadas, por efecto, quizás, de los polvos insecticidas».

En el último capítulo del libro, 'K-Hito', ya director de 'Dígame', exclama que el que no tenga nada nuevo que decir, «que no escriba». Porque escribir sin venir a cuento «sólo se puede tolerar a las grandes firmas, que para eso lo son. Y si uno no entiende ni palabra, hay que suponer que la culpa es de uno y no de las grandes firmas». Que para eso lo son.

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