Alucinaciones aeroespaciales
Diario de un tipo confinado (XVII) ·
Solaris es un planeta de una galaxia extraña como estos tiempos confiscados y tiene un mar que se apodera y sondea nuestras mentesFernando Savater dice que la literatura fantástica es un pleonasmo. A veces me gusta zambullirme en ella y sentir el tibio roce de mares como el de Solaris, un océano protoplasmático e inteligente situado en un planeta que fabuló el escritor polaco Stanisław Lem en 1961 con un sistema de dos soles que giran en una galaxia tan remota y extraña como estos tiempos confiscados. Solaris, que da nombre a una novela descabellada y bella, está suspendido en el espacio y envuelto en una especie de gasa invisible, casi con las mismas nubes bajas de ayer; nubes sin apenas textura que despidieron por la mañana un agua cruzada, azarosa y mansa que dejaba las calles humedecidas y grises como si las paredes añoraran hiedra y las piedras musgo.
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En Solaris nada es lo que parece. En realidad, igual que en la Tierra porque cuando menos te lo esperas te atacan los fantasmas, como le sucede al físico y matemático Kris Kelvin, enviado en la nave Prometeus para investigar sobre el terreno la naturaleza de un mar que piensa por sí mismo y que aturde a todos los viajeros interestelares que lucharon por descubrir su esencia más íntima. Un mar que «quizás sondea nuestros cerebros y extraiga de su interior ciertos quistes psíquicos». Lem plantea una reflexión sobre la condición humana emboscada por un escenario inteligente, un universo que es capaz de tomar decisiones por su cuenta, seducirnos y confundirnos con toda suerte de viles estratagemas.
Nada más llegar a la nave de investigación que fluctúa sobre Solaris, Kris Kelvin se encuentra con su esposa Harey, que se había suicidado más de diez años antes. No era un fantasma ni un sueño. Parecía imposible pero estaba ahí. Le provocó exactamente la misma perplejidad que vive nuestro mundo desde hace unas semanas. Parecía imposible, pero aquí estamos, cada cual en su casa acorralado por un temor inesperado e indescifrable. Kelvin lanza fuera de la nave al fantasma de su mujer en un cohete. Pero ella vuelve como si tal cosa. Es el mar protoplasmático: «Deberías saber que la ciencia se ocupa de averiguar cómo suceden las cosas y no por qué suceden».
«¿No crees que puede ser una alucinación? No. Más bien parecía un espejismo. Nunca he visto nada parecido»
Estamos en un hondón y nos cuestionamos todo: «¿No crees que puede ser una alucinación? No. Más bien parecía un espejismo. Quizás porque en mi vida había visto algo parecido». Ojalá estemos en una alucinación.
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