Las enfermedades venéreas, disparadas tras un verano con 9 contagios semanales
Las infecciones de transmisión sexual prosiguen su escalada imparable en La Rioja y triplican por cuarto año consecutivo los datos prepandemia
Como el que oye llover. Despojadas del yugo del miedo que impuso antaño el sida, la infecciones de transmisión sexual, las milenarias enfermedades venéreas, vuelven ... a cabalgar desbocadas a lomos de la irresponsabilidad y de las nuevas formas de relaciones en las que la guardia baja y la falsa sensación de invulnerabilidad sueldan unas cada vez más gruesas cadenas de transmisión reforzadas por la existencia de numerosos paciente asintomáticos.
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Ni las recomendaciones ni los consejos ni las campañas en favor del uso del preservativo, el único método eficaz, llegan a los colectivos jóvenes (tampoco a muchos mayores), en los que la incidencia se ha disparado tras el fin de la pandemia.
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Las autoridades sanitarias no ocultan su preocupación ante un creciente problema de salud pública que logró esquivar su erradicación y que hoy vuelve a estar muy presente. También en La Rioja. Si el pasado año ya fue alarmante al cerrarse en la región con el récord del último cuarto de siglo, 368 diagnósticos y una media de siete nuevos casos semanales notificados sólo de sífilis (17), gonococia (125) y clamidia (226), la estadística del presente 2025, a falta del último cuatrimestre, ya es para echarse a temblar, especialmente tras un verano con una incidencia disparatada y con las fiestas de San Mateo a la vuelta de la esquina y las vacaciones navideñas en el horizonte inmediato.
290 casos
computa La Rioja ya este año, 38 más que en las mismas fechas de 2024.
80 diagnósticos
acumula la región solo en los meses de julio y agosto, con una media de 9 por semana.
264,5 por ciento
ha aumentado la cifra de casos de clamidia en La Rioja desde 2019, el 197,6% la gonococia y el 21,42% la sífilis.
El Servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública, que actualiza semanalmente los registros estadísticos de enfermedades de declaración obligatoria, fija el foco en las cuatro infecciones de transmisión sexual sometidas a vigilancia –sífilis, gonococia o gonorrea, clamidia o clamidiosis y, desde 2024, el linfogranuloma venéreo– que vuelven a ver sus dígitos teñidos de un rojo intenso.
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Frente a los mencionados 368 diagnósticos del pasado año, el ejercicio actual suma ya, a 31 de agosto, 290 –187 de clamidia (226 en todo 2024), 84 de gonococia (125), 17 de sífilis (17) y 2 de linfogranuloma venéreo (1)–, 38 más que doce meses atrás y una media de 8,07 nuevos casos semanales, una contabilidad que en la época estival se ha disparado hasta los nueve casos por semana. De hecho, desde la semana 27 a la 35, del 1 de julio al 31 de agosto, Salud Pública ha contabilizado un total de 80 nuevos pacientes –48 por clamidia, 27 por gonococia, 4 por sífilis y 1 por linfogranuloma venéreo–.
Así que, salvo sorpresa mayúscula, los registros volverán a batir este año un nuevo récord histórico en una escalada que parece imparable y que convertirá a 2025 en el cuarto ejercicio consecutivo en el que la comunidad rebasa la barrera de los 300 diagnósticos –310 en 2022, 367 en 2023 y 368 un año después–, en una contabilidad que, además, triplica los datos computados en la etapa precovid, 118 infecciones de transmisión sexual notificadas en 2019.
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Un perfil de varón joven
Tras la tregua de los años más duros de la pandemia –83 en 2020 y 115 en 2021–, la aceleración ha sido disparatada, especialmente en las dos patologías con mayor incidencia: la clamidia, con un alza en la comunidad del 264,5% en el último lustro, de 62 diagnósticos en 2019 a los 226 del pasado año; y la gonococia, con un incremento del 197,6%, de 42 a 125 casos. La sífilis, aunque ha aumentado también en ese periodo el 21,42%, de 14 a 17 casos, mantiene una incidencia muy uniforme desde hace década y media, en el entorno de los 14-19 casos, excepto en 2022, cuando marcó su techo actual, con 25.
Con el perfil mayoritario de un varón joven de entre 20 y 29 años, ningún grupo etario esquiva el riesgo. Según los últimos datos por edades de la Dirección General de Salud Pública, correspondientes a 2024, en el caso de la gonococia la incidencia escaló hasta los 62,73 casos por 100.000 habitantes entre los hombres –333,21 en los de 20 a 24 años y 262,67 en los de 25 a 29 frente a los 37,34 de los de 40 a 44, los 36,80 de los de 15 a 19 o los 21,66 de más de 45 años– y a 14,82 entre las mujeres. Sin embargo, el colectivo femenino sí que es mayoritario en las estadísticas de la clamidia, con una incidencia de 77,79 casos por 100.000 frente a 63,36 entre los hombres, aunque sin cambios en las edades –en ellas, con una incidencia de 555,78 entre los jóvenes de 20 a 24 años, 385,59 en las de 25 a 29 o 370,75 en las de 15 a 19 frente a solo el 9,40 en las mayores de 45; y en ellos con 371,65 en los de 20 a 24, 288,94 de 25 a 29 , 198,81 de 30 a 34 y 12,74 en los de 45 años o más–. Finalmente, respecto a la sífilis, con los registros casi totalmente masculinos, sólo hubo un diagnóstico de una paciente, la incidencia se mantiene en dígitos más moderados, 10,77 casos por 100.000 habitantes entre los hombres (con mayor afección en la franja de 35 a 44 años) y 0,62 entre el censo femenino riojano.
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«Por desgracia no está llegando el mensaje», lamenta Eva Martínez Ochoa
Sin alarmismos, pero con una preocupación creciente entre los expertos y los responsables sanitarios frente al alza de las infecciones de transmisión sexual. «El aumento en la incidencia de estas enfermedades se inició hacia el final de la pandemia y tras ella ese incremento se ha mantenido y ahora mismo seguimos en indicadores muy elevados, sobre todo en la clamidia», admite Eva Martínez Ochoa, directora general de Salud Pública, quien apela «al cuidado y a la prevención, porque hablamos de patologías que son infecciones que de forma habitual se pueden resolver con un tratamiento antibiótico, pero en el caso de que no se detecten a tiempo pueden llegar a producir complicaciones graves para la salud».
Bajo la máxima de «prevención, prevención y prevención», tras incidir en la importancia del diagnóstico y el tratamiento precoces para, a la par, «romper la cadena epidemiológica, la cadena de transmisión», la directora general de Salud Pública insiste en su llamamiento a la educación sanitaria y al autocuidado, a evitar conductas de riesgo y al uso imprescindible del preservativo. «Por desgracia no está llegando el mensaje. Con los avances en el tratamiento del VIH y del sida, una enfermedad que antes era mortal, se ha perdido el miedo a las infecciones de transmisión sexual y, pese a las campañas, hay una relajación en el uso del preservativo», se lamenta, para añadir, entre otras causas, que «la edad de inicio de las relaciones sexuales es cada vez más baja, más jóvenes, y que el número de parejas sexuales también ha aumentado en la actualidad».
En dicho escenario, aunque hay contagios en casi todos los tramos de edad, Martínez Ochoa alerta de que «la población más joven es la más afectada, sobre todo en el rango de los 20 a los 29 años». Frente a ello, y en vísperas de San Mateo, la directora general reitera que «aunque la guardia alta la tienen que tener todas las personas, evidentemente, sin duda alguna la población joven, que es la que más se relaciona y más sale, es la que tiene mayor riesgo».
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