Un alumno juega con una figura Lego. Justo Rodríguez

El mundo a través de los ojos del autismo

El número de alumnos con trastorno del espectro autista se multiplica por seis en el último lustro en La Rioja, lo mismo que las aulas de inclusión de pequeños con TEA

Carmen Nevot

Logroño

Domingo, 19 de octubre 2025, 08:12

Cada niño es especial. No hace falta que lo digan los padres. Cada uno tiene sus características, sus miedos, sus desvelos, sus manías y sus ... fortalezas. Da igual si tienen trastorno del espectro autista o no, pero los primeros, además, tienen dificultades para comunicarse, para interactuar con el resto, para interpretar señales sociales, para hacer amigos, para digerir las novedades y para hacer frente a la improvisación.Se mueven como pez en el agua en sus rutinas diarias, todo está bajo control, pero si salen de ella... el mundo se pone al revés, empieza la ansiedad y en ocasiones colapsan y explotan. Todo ello porque no han sabido comunicar que lo que estaba ocurriendo no les gustaba porque no lo conocían, no lo entendían y les resultaba incómodo.

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En este mundo, en ocasiones demasiado complejo, los niños TEA se sienten desubicados, ajenos, de ahí que hace años la administración educativa puso el foco en ellos, en su bienestar y en la necesidad de prestarles una atención especial para que todos tengan las mismas oportunidades. El objetivo era tender un puente de comunicación, llegar a ellos y a partir de ahí, caminar al mismo paso.

Desde entonces, el crecimiento de los alumnos con este tipo específico de trastorno se ha incrementado de manera exponencial.A nivel nacional, explica Fabián Martín, director general de Innovación y Ordenación Educativa, el incremento ha sido constante desde la pandemia. En el curso 2020-2021 había 58.000 alumnos TEA en educación ordinaria y 10.900 en educación especial. Dos cursos después, 78.000 en ordinaria y 13.800 en especial. Es decir, en dos cursos había 22.900 más.

Por lo general, explica, son alumnos que tienen conductas desreguladas, tienen déficits sociales, dificultades con el aprendizaje y comportamientos repetitivos. Estos son los tres síntomas principales, aunque suelen venir acompañados por otro tipo de problemas, como trastorno del sueño y ansiedad, «que agravan esta conducta».

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El autismo se clasifica en tres niveles, según la cantidad de apoyo que necesita la persona. En función del nivel es necesario más o menos apoyo. El más grave es el 3 y los niños que lo sufren son los que requieren una atención mayor. La meta es llegar a ellos y ese es el objetivo con el que nacieron las aulas TEA. Así se denominaron hasta el curso 2021-2022. Ese año nueve centros escolares riojanos disponían de esas clases en las que se atendía a 45 alumnos. Si tenían un trastorno más grave iban a un centro de educación especial.

En ese momento, detalla el director general de Innovación, se detectó la necesidad de que era necesario cambiar el modelo. «Los casos estaban aumentando y la idea era intentar tratar a los alumnos en su centro educativo para no provocarles un desarraigo de su zona de confort». Desde entonces se cambió la denominación y las aulas TEA pasaron a llamarse espacios inclusivos. Además, con el fin de anticiparse, no era necesario esperar el informe clínico, bastaba con un informe psicopedagógico que concluyese que el alumno tenía barreras para el aprendizaje.

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En ese primer curso, 2022-2023, se pusieron en marcha trece espacios inclusivos en doce centros de La Rioja con 78 alumnos. Al curso siguiente, hubo 18 centros, 21 espacios y 150 alumnos. En el 2024-2025, 26 centros, 29 espacios y 201 alumnos, y en el curso actual, 31 centros con 36 espacios y 276 alumnos. El crecimiento, por tanto, ha sido exponencial, y en cinco cursos el número de estudiantes en estos espacios se ha multiplicado por seis.

Estas son las cifras de alumnos que cuentan con el apoyo de estos espacios en sus centros, pero en total, en LaRioja, en julio pasado, según los datos de la Consejería de Educación, había 659 alumnos TEA, 61 de ellos en los centros de Educación Especial Marqués de Vallejo o en Los Ángeles; 532 en enseñanzas obligatorias: Infantil,Primaria y ESO, y 66 en no obligatorias.

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Con el cambio de aulas TEA a espacios inclusivos «hemos querido un cambio de mirada, no intentar adaptar el alumno al aula, sino el aprendizaje al alumno, buscar un apoyo conductual positivo para reducir la ansiedad», comenta Martín. La razón es que buena parte de estos niños tienen además cierta hipersensibilidad a los ruidos o al contacto personal o incluso a la luz y «de lo que se trata es de evitar estos estímulos que les ponen nerviosos o desatan su ansiedad para poder sacar todas sus capacidades».

Los coordinadores de estos espacios trabajan en red y buscan crear materiales y hacer una formación en cascada para poder atender de manera personalizada las características de estos chavales. Atenderles «es un reto, pero igual que tener 28 alumnos en el aula, con muchas realidades diferentes, aunque sean realidades de otro tipo. La educación siempre es un reto, se trabaja para ello».

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En La Rioja se ha creado una comisión para realizar un protocolo para la inclusión del alumnado con autismo, que se llamará Prointa, que está formado por profesionales de la educación, equipos directivos, personal de servicios de orientación, maestros de Pedagogía Terapéutica, maestros de Audición y Lenguaje y personal experto universitario. La idea, detalla Fabián Martín, es proporcionar un documento con una serie de buenas prácticas a los centros que no tienen estos espacios inclusivos que pueden asesorar y ayudar al colegio y con indicaciones e ideas para ayudar a las familias para que se sientan escuchadas y atendidas.En definitiva, «lograr el abordaje integral de los problemas, que es lo que buscamos, la manera de implicar a todas las entidades».

Marta Terroba lleva más de una década al frente del colegio La Guindalera, un centro implicado desde hace años en la atención a los alumnos TEA. Fue de los primeros en disponer de un aula especial y ahora un espacio inclusivo especializado en TEA.

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Contar con esta área tiene, dice, «miles de ventajas para que todos los alumnos puedan aprender y desarrollarse en las mismas condiciones que el resto» y permiten ofrecer apoyos personalizados, un entorno seguro y adaptado, además de que facilitan el desarrollo de la autonomía de estos alumnos.

Con este modelo no sólo se benefician los estudiantes TEA, sino todo el alumnado y la comunidad educativa porque «aprenden a respetar, a valorar las diferencias, desarrollan la empatía y se crea esa cultura de centro que se basa en el respeto, la solidaridad y la colaboración, y hace que todas las personas se sientan respetadas y apoyadas».

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En la actualidad, en el espacio inclusivo del colegio La Guindalera se atiende a siete alumnos TEA, aunque en total, en el centro, hay 83 estudiantes con necesidades específicas de apoyo educativo y de estos, 18 tienen necesidades educativas especiales. «Cada uno de ellos tiene su mundo, pero como todos los estudiantes, cada uno tiene sus necesidades, sus fortalezas y sus limitaciones».

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