«Hasta dentro de 25 o de 30 años la presión por estas pagas no se va a rebajar»
El docente recuerda que el sistema es «generoso» y que los pensionistas acaban recibiendo «un 60% más de lo cotizado»
Fernando Antoñanzas, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Rioja, reconoce que el de las pensiones resulta un tema espinoso, con la ... dicotomía entre los derechos adquiridos y la sostenibilidad puramente económica. «Se debería afrontar con un debate sosegado porque hasta dentro de 25 o 30 años la presión por el aumento del número de pensionistas va a continuar», explica, aunque a renglón seguido reconoce que esto no es fácil con casi diez millones de jubilados y su peso social, económico... y político.
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Para entender qué está ocurriendo, Antoñanzas recuerda que se trata, en su raíz, de un fenómeno demográfico. «En los años 30, 40 y hasta bien entrados los 50 la natalidad en España fue muy baja», recuerda. «Hasta 1956/1957 no se empezaron a recuperar las cifras de nacimientos de los años 20 y esas personas han empezado a jubilarse en la última década», recalca. Así que a principios de este siglo, en relación con esa escasa natalidad de 65 años atrás, «hubo excedentes y se creó la hucha de las pensiones». Pero los hijo del primer 'baby boom' han vaciado ese remanente y esa explosión demográfica no paró hasta los 80, así que estamos al principio de un complicado panorama.
Pero, ¿es sostenible el sistema? Antoñanzas replica que «no si se considera como un sistema cerrado, dependiente de las cuotas que se pagan» pero «sí lo será mientras haya trasvases».
Bajando a lo puramente económico, el catedrático cita estudios de Airef y Fedea sobre la cotización media de una vida laboral y su repercusión posterior en las pensiones. «Se ha comprobado que gracias a la mayor esperanza de vida, que supone casi 18 años más que la edad de jubilación, el pensionista recibe un 60% más de lo cotizado», analiza. Y abunda con un ejemplo mucho más intuitivo: «Si una persona cotiza el 33% de sus ingresos, de 35 años tendría que percibir once y pico. Pero la esperanza de vida española supera en 17 años esos 65, así que volvemos a obtener el mismo resultado».
La actualización vinculada al IPC ha supuesto que el Estado deba afrontar unos desembolsos extraordinarios, que se repetirán en 2026. «El número de pensionistas crece y estos llegan con carreras laborales más largas, así que ni tan siquiera con los mecanismos extraordinarios de solidaridad, de equidad generacional... se cubre la mitad de la revalorización», analiza.
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Ahí radica la cuestión. ¿Qué hacer? Se pueden subir las cotizaciones («muchas personas ya se sienten exprimidas», reconoce), actualizar pensiones por debajo del IPC (cuando incluso las no contributivas y las mínimas superan ampliamente ese listón) o ampliar la edad de jubilación.
«Hay que pensar en el sistema de manera sosegada. Cuando se llevó a cabo la reforma de Escrivá y me preguntaron ya dije que se quedaba corta porque el problema, insisto, va a estar con nosotros 25 años», argumenta Antoñanzas. «Hay que entender que las pensiones son un derecho, pero que también cuenta con un componente de generosidad, sobre todo porque, afortunadamente, la esperanza de vida no deja de aumentar», añade. Y recuerda que España es «uno de los países más generosos en la revalorización y en el cálculo».
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«Francia lleva cinco primeros ministros en dos años, con la prima de riesgo disparada... por hablar de esto»
Pero hablar de modificaciones, recortes o subidas de cotización supone dar patadas a un avispero. «Lo estamos viendo en Francia, que lleva cinco primeros ministros en dos años, con la prima de riesgo disparada... por hablar de esto», remarca. «En España podremos seguir así mientras los presupuestos continúen aportando, incrementando la deuda y dejando la cuenta al que venga detrás. Hasta que alguien diga hasta aquí hemos llegado, como en Francia», concluye.
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