Ana Fernández-Torija posa para Diario LA RIOJA tras su jubilación. Sonia Tercero

Pionera en La Rioja

Ana Fernández-Torija, una vida dedicada a los mayores

La geriatra se ha jubilado recientemente tras protagonizar la evolución de su especialidad en La Rioja desde que se implantó a finales de los años setenta

Iñaki García

Logroño

Miércoles, 6 de agosto 2025, 07:36

Una decisión cambió la vida de la logroñesa Ana Fernández-Torija cuando era joven. Ella había empezado a estudiar Filosofía y Letras, pero el ... que por entonces era su novio cursaba Medicina y le convenció para cambiarse de carrera. «Para Semana Santa del primer curso ya estaba haciendo los trámites», recuerda. «Y, pasado el tiempo, no me arrepiento de aquella decisión porque me ha encantado mi trabajo», apostilla la riojana, quien acabó convirtiéndose en una pionera en el mundo de la Geriatría, especialidad a la que ha dedicado su carrera laboral hasta su jubilación, hace solo unos meses.

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Fernández-Torija acabó la carrera a finales de los setenta y justo en esa época, en 1978, Geriatría se instauró como especialidad independiente. Fue entonces cuando la logroñesa entró en contacto con la persona que más le ha marcado, laboralmente hablando: el doctor Javier Delpón. «Era internista, pero llevaba mucho tiempo volcado en la atención de los mayores y, por ello, solicitó la apertura del servicio de Geriatría en el hospital», cuenta. «Yo acababa de terminar la carrera y salió una plaza de médico becario, la pedí, me la dieron y estuve tres años formándome con el doctor Delpón», añade. «Al acabar, quise que me reconocieran la especialidad y el mío fue el primer título oficial del Ministerio en La Rioja», finaliza la geriatra su exposición.

Objetivos médicos

«Queremos vivir más, sí, pero sobre todo queremos vivir bien, con la mayor autonomía y la independencia posibles»

La percepción de la vejez

«Ha cambiado mucho. Antes se asociaba a los pacientes geriátricos con la edad de jubilación»

Antes de llegar hasta ese punto, Fernández-Torija no había pensado dedicar su trayectoria al trabajo con los mayores, pero esas decisiones que fue tomando terminaron por descubrirle un mundo que le apasionó. «Cuando acabé la carrera tenía claro que no me gustaban las actividades quirúrgicas y que lo que quería era estar con los pacientes» relata. «Y al encontrarme con el doctor Delpón, que se convirtió en un reconocidísimo geriatra, vi que lo que me gustaba era trabajar con los mayores; tuve un profesor maravilloso y, gracias a eso, nunca me he arrepentido del camino que he tomado», se congratula.

Una vez acabado su tiempo como becaria, Fernández-Torija estuvo trabajando en hogares del pensionista y en la residencia de Lardero. «Allí permanecí ocho años, desde 1982 hasta 1990, que fue cuando salió una plaza de adjunto; me presenté a la oposición y aprobé», rememora. Años después pasó a ser la jefa del servicio y logró que se incrementaran las plazas de adjuntos. «En la actualidad se contabilizan seis plazas de médicos, aunque ahora, con mi jubilación y la de otro compañero, se han quedado dos vacantes», expone la especialista, quien asegura que «hay mucho trabajo» en este terreno. «Tenemos 18 camas de agudos y a las consultas viene gente de toda la comunidad», recalca.

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Dar vida a los años

El mundo de los mayores ha cambiado mucho desde los inicios de Fernández-Torija. «Los principios fueron duros porque no nos conocían; la Geriatría era como la hermana pequeña y fea de la Medicina Interna, pero con el paso del tiempo se han dado cuenta de que los geriatras hacemos una labor muy importante», reseña para después acuñar una frase que resume a la perfección uno de los objetivos principales de esta especialidad. «Queremos dar vida a los años, no años a la vida», destaca. ¿Y eso que quiere decir? Ella misma lo explica: «Queremos vivir más, sí, pero sobre todo queremos vivir bien, con la mayor autonomía y la independencia posibles».

Por eso, la geriatra riojana incide en la importancia de realizar actividades en la vejez y tener vida social. «Porque la soledad es algo que nos preocupa mucho», asegura antes de señalar que el perfil del paciente geriátrico también ha cambiado mucho con el paso del tiempo. «Antes estaba vinculado a la edad de jubilación, pero ahora se relaciona con personas de más de 85 años; también los hay de 70, pero son los menos habituales», razona Fernández-Torija, a quien le hubiese encantado seguir con su labor en el Seris. «Cuando cumplí los 65 pedí una prórroga y me la dieron y lo mismo pasó a los 67, pero ahora, a los 70, no me la han concedido», expone.

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Pese a eso, la riojana no se quiere desvincular del mundo de los mayores. «Me jubilé en febrero y en verano quiero estar tranquila, pero en octubre voy a hablar con centros de mayores porque me gustaría ir de voluntaria a colaborar en lo que resulte necesario», desea. Un anhelo que confirma la buena decisión que tomó de joven al cambiar de carrera.

«Siempre he intentado transmitir cercanía, paz y tranquilidad»

Ana Fernández-Torija tiene claras las cualidades en las que ha basado su trato con las personas mayores a lo largo de su recorrido profesional. «Del doctor Delpón aprendí que la cualidad más importante es la humanidad», señala. «Y yo siempre he procurado tener mucha cercanía con ellos y transmitirles paz y tranquilidad», añade.

La geriatra riojana, además, asegura que hay familiares de pacientes con los que la relación se ha extendido en el tiempo. «Hay gente que me llama por teléfono y otros me paran por la calle y me recuerdan que he atendido a su madre o a un familiar; para mí es una maravilla que me tengan ese aprecio», se congratula.

Fernández-Torija se alegra de recibir mucho cariño de las personas con las que ha tratado y lamenta que no existan más especialistas en este ámbito en la región: «Sé que no hay geriatras y eso que desde la pandemia se han dado cuenta de que somos muy importantes, pero no salen muchas plazas de formación».

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