Los acusados, separados por un agente de la Policía, sentados en el banquillo de la Audiencia Provincial durante el juicio. :: justo rodríguez

21 años y medio de cárcel para los asesinos de Vara de Rey

La Audiencia Provincial considera a 'el Velas' y 'Carapán' autores de un crimen que además cometieron con alevosía

CARMEN NEVOT* cnevot@diariolarioja.com

Sábado, 20 de febrero 2016, 18:12

logroño. Para la Audiencia Provincial de La Rioja no hay duda, los dos acusados son autores materiales del asesinato con alevosía de Carmen Calderón. A esta conclusión llega en una extensa sentencia que ayer hacía pública y que reconstruye minuciosamente unos hechos por los que Adrián Velasco, alias 'el Velas', y Francisco Javier León, 'Carapán', que a lo largo del juicio se incriminaron mutuamente del asesinato, han sido condenados a 21 años y medio de cárcel.

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  • uAdrián Velasco 'el Velas' .

  • 18 años de cárcel por asesinato con alevosía y 3 años y 6 meses menos un día por robo con violencia en casa habitada en grado de tentativa. A este acusado, la Sala le aplica la agravante de abuso de superioridad.

  • uFrancisco Javier León 'Carapán'.

  • 18 años de cárcel por asesinato con alevosía y 3 años y 6 meses menos un día por robo con violencia en casa habitada en grado de tentativa. Agravantes de abuso de superioridad y reincidencia.

  • u 'El Velas' y 'Carapán'.

  • Ambos indemnizarán con 160.000 euros a la madre y hermano de la víctima.

La primera secuencia la sitúa la Sala el 17 de febrero del 2014. Ese día, según detalla la sentencia contra la que cabe recurso de casación ante el Tribunal Supremo, Adrián Velasco, a quien considera el ideólogo del plan, decidió buscar un compañero para robar en casa de su vecina María del Carmen Calderón, una mujer de 53 años que vivía en el 2º A del número 67 de la calle Vara de Rey de Logroño. El escenario escogido fue el parque Gallarza de la capital.

Le invitó a participar en «algo serio», en «algo fuerte», pero este conocido lo rechazó. Se puso en contacto con otro individuo, en este caso Francisco Javier León, del que sabía que practicaba artes marciales, en concreto 'muay thai'. «Le dijo que tenía una vecina con mucho dinero y aceptó».

Puestos de acuerdo, sobre las 15.45 horas -prosigue el fallo judicial- empezaron a llevar a la práctica el plan trazado. Después de comprar unos guantes de látex en un supermercado cercano, los acusados, que también llevaban bridas en forma de esposas, cinta aislante y un calcetín, llamaron a la puerta de Carmen Calderón. La mujer abrió y como conocía a Adrián Velasco, les dejó pasar. La excusa que puso es que les dejara mirar el telefonillo.

En un momento dado, Francisco Javier León la «agarró súbita e inesperadamente» por el cuello o por los hombros de forma que la mujer no podía moverse. Inmediatamente, los dos acusados la llevaron a rastras por el pasillo hasta el dormitorio. Ya en la habitación 'el Velas' y 'Carapán' la arrojaron con fuerza contra el suelo y bien porque la mujer hizo algún movimiento defensivo o de petición de auxilio, bien porque no les facilitaba la información que pensaban obtener acerca de las joyas y el dinero o el número 'pin' de las tarjetas y libretas bancarias o incluso porque llegaron a la conclusión de que les iba a identificar y a denunciar después, «empezaron a desplegar actos dirigidos a acabar con la vida de María del Carmen Calderón asumiendo cada uno de los acusados los actos que el otro ejecutaba», matiza la sentencia.

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De ahí que a la víctima la golpearon en la cara una vez con mucha fuerza con una pesada figura de escayola de unos treinta centímetros de longitud al tiempo que, «con la intención de asfixiarla», le cubrieron la cara con la alfombra sobre la que yacía. Seguidamente, según relata la Sala en su sentencia, le comprimieron con gran fuerza el cuello el tórax y el abdomen hasta producirle la muerte por asfixia de origen mixta y triple: por sofocación, estrangulación y comprensión toraco-abdominal.

Una vez que dieron por muerta a Carmen Calderón, los ya condenados iniciaron un prolongado y minucioso registro de todas las dependencias de la vivienda. Abrieron armarios y cajones, y sacaron las tarjetas de crédito de los bolsos. Entre tanto, cogían los objetos que les iban interesando, como un pasador de corbata dorado con el símbolo de la Guardia Civil, unos pendientes, una pitillera plateada, una cadena de eslabones, unas monedas doradas y la tarjeta sanitaria de la mujer.

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Una torpe maniobra les delató

Cuando se encontraban en pleno proceso de registro, una torpe maniobra de los acusados les delató. Al registrar el armario del hall principal encontraron la tapa metálica de una caja encastrada en la pared. Pensaron que era una caja fuerte y trataron de forzarla. Al no conseguirlo, continuaron con el registro, pero el mencionado dispositivo resultó ser la centralita de un sistema de seguridad que ya había empezado a emitir avisos a la central de alarmas, desde donde avisaron a la Policía.

A las cinco de la tarde, varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía, al ver luz a través de la mirilla y escuchar ruidos en el interior, llamaron insistentemente a la puerta. Los acusados, al percatarse de la llegada de la Policía, trataron de huir juntos del lugar. Salieron al balcón del salón y desde allí, a través del alféizar -donde perdieron dos de las monedas doradas que habían cogido- pasaron al balcón del piso vecino.

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En la terraza contigua se quitaron los pares de guantes que hasta entonces habían llevado puestos en ambas manos y los ocultaron «burda y apresuradamente» en diversos sitios, pero sobre todo en una jardinera que había en ese balcón.

Los agentes exigieron a los acusados que pasaran desde la terraza del segundo piso B, donde se encontraban, hasta el salón donde se hallaban los policías y una vez que estuvieron allí, fueron detenidos e inmovilizados.

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En ese momento, y con el fin de «eludir su responsabilidad» dijeron a los agentes de Policía que había otras dos personas, en concreto dos rumanos, dentro del piso 2º A, y que «no sabían lo que podría haber pasado. Por este motivo, los agentes que entraron en primer lugar en el piso de Carmen Calderón lo hicieron con precaución por si fuera cierto que allí había más personas, pero no encontraron a nadie más que a la fallecida.

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