Darío y Gabirondo no se asustan

Darío y Gabirondo protagonizaron un partido muy interesante, que puede dar una cierta dimensión de la capacidad de la pareja siempre y cuando estén centrados. El riojano estuvo muy atento al juego cerca del frontis ante un siempre correoso Salaberria y descargó a su compañero cuando debía, amén de dar un paso adelante en los momentos más delicados, cerca del veintidós. Y el vasco pegó majestuosos pelotazos, como el que supuso el décimo séptimo, en el rebote y también fue sutil, como en la dejada del siguiente... pero también se sumió en una racha de errores que pudieron alterar el marcador.

Salaberria y Gaskue vivieron una persecución sin éxito. Salvo en el 2-3 a su favor después de un 2-0 inicial que se abrió con un ajustado y violento gancho de Darío, estuvieron siempre por debajo. Ninguno de los cuatro jugaba aún a pleno rendimiento, aunque los de rojo cometían menos errores. Darío sumaba tantos, pero también Salaberria. Empataron el partido a siete antes de un segundo arreón de cuatro (11-7) tras tres aciertos del pelaire, incluido su único saque, y un fallo con la derecha de Gaskue. Pintaba bien la tarde, aun cuando la ventaja se redujo a uno, 11-10. Punto de inflexión.

Dos acciones de Darío convencieron a Gabirondo para que soltara más su brazo derecho. El mocetón de Gaztelu entró una fase de soberbios pelotazos, arrinconando a Gaskue contra el rebote o resolviendo con una dejada. Estaba de dulce y el marcador lo reflejó, 18-10. Partido hecho. O eso creían. Salaberria cortó la sangría, logró su segundo tanto de saque tras chivarse la chapa superior y Gabirondo entró en barrena. Tres fallos y un pelotazo de Gaskue cambiaron el escenario, 18-17. «Vinieron muy rápido en el marcador», admitía poco después Darío en el micrófono de ETB. No lo suficiente. Con el agua al cuello. Gaskue voló en exceso la pelota y del posible empate se pasó al 19-17 pero sobre todo al cambio de esférica. Efímero cambio, pues Gabirondo erró con su zurda y Salaberria recuperó la iniciativa. Viaje al cestaño. Darío tiró de galones y dibujo un gancho perfecto. Al cestaño. Y Salaberria volvió a ganar cerca del frontis. Una vez más, al cestaño. Pero erró para entregar el penúltimo tanto. Y Darío volvió al cestaño, aunque con una sonrisa de pícaro. «Enfadarte no sirve para nada. Sonreía (a lo largo del partido) para transmitir buenas sensaciones a mi compañero», indicó. Sacó y Gaskue mandó la pelota a la chapa superior. Victoria. «Había que ganar por lo civil o lo criminal», bromeó el pelaire. Fue por la vía deportiva.