Mientras Sainz hace historia, Hamilton hace aguas
El primer podio del español en Williams llega antes que el primero del heptacampeón en la Scuderia: la decisión de Vasseur de sustituir al primero por el segundo, cada vez más cuestionada
Los gritos de Carlos Sainz por la radio al cruzar la meta del GP de Azerbaiyán daban buena muestra de la alegría por lograr ... su primer podio con Williams. No es para menos: su adaptación a la escudería británica no ha sido -ni está siendo- nada fácil y Alex Albon le está doblando en puntos. Pasar de pelear por podios y victorias a hacerlo por acabar entre los puntos es, a todas vistas, un evidente paso atrás.
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Sin embargo, este año la Fórmula 1 parece empeñada en que el 'statu quo' no esté tan claro. Mientras McLaren empaña carrera tras carrera su evidente superioridad y son incapaces de culminar un fin de semana perfecto, algo que en otros tiempos en Red Bull o Mercedes no ocurriría, otros equipos gozan de su momento de protagonismo. Este fin de semana se lo repartieron entre Max Verstappen, que sumó su segunda victoria consecutiva y está empezando a provocar sudores fríos en Woking, y un Carlos Sainz que llevó a Williams a su primer podio del año y primero desde aquel bochornoso tercero de Russell en Spa 2021.
La escudería Williams es el tercer equipo 'outsider' que ha llegado al podio este año. Tras los memorables cajones de Nico Hulkenberg con Sauber y de Isack Hadjar con RB -el antiguo Toro Rosso-, le ha tocado el turno a la vieja y gloriosa escuadra fundada por Frank Williams en los años 70. Considerado el tercer equipo histórico de la parrilla, lleva años venido muy a menos y pese a que es Albon el que lleva más puntos, ha sido Sainz el que le ha dado la gloria del champán y un trofeo más a las vitrinas de Grove. De hecho, con este cajón Sainz logra un hito que solo había logrado el mismísimo Alain Prost: hacer al menos un podio con Ferrari, McLaren y Williams
Según Sainz, este ha sido el mejor podio de su carrera deportiva. Mucho más importante que el primero, toda vez que aquel fue bastante descafeinado: Brasil 2019, cuando una descalificación a Hamilton le auparon del cuarto al tercero. El madrileño celebró su primer cajón en la Fórmula 1 con un botellín de cerveza Estrella Galicia 0'0, aupado por sus mecánicos de McLaren y jaleado por los periodistas españoles más afines que estaban aún presentes allí. Normal que el de este domingo en Bakú, también un primero para él, fuera para celebrar.
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Más allá de la reivindicación que supone este podio para Sainz dentro de su contexto individual -llevaba seis GPs sin puntuar y su mejor resultado habían sido dos octavos puestos-, la comparativa con su exequipo se hace inevitable. Y es que Williams, sin estar en situación de luchar por los podios, sí está cumpliendo e incluso excediendo las expectativas. Este domingo, Leclerc y Hamilton acabaron 8º y 9º por este orden después de que el británico se negase a dejar pasar al monegasco. Tanto monta, ya que ni uno ni otro aspiran a estar luchando por estas posiciones.
Lo que a nadie se le escapa es que Sainz ha bebido champán en Williams antes de lo que lo ha hecho Hamilton en Ferrari. Al menos un domingo, que es lo que cuenta, ya que el sprint de China no es suficiente como para otorgarle el carácter de primer éxito en la Scuderia. El heptacampeón del mundo fue elegido por Fred Vasseur, cuya gestión al frente de Ferrari está siendo cada vez más señalada tanto desde fuera como desde dentro. Y ahora, al ver a Sainz festejar de blanco y azul, son muchos los que miran hacia él. Mientras Sainz ha sabido aprovechar un buen fin de semana, en el que la fortuna ha jugado de su lado -pocos esperaban una carrera en las calles de Bakú sin apenas incidentes-, a Hamilton se le amarga cada vez más el rostro y el gesto. No hay ni media alegría que llevarse a la boca. En este sentido también se parece a Prost, pero no por hacer historia en los podios, sino porque su salto a Ferrari no pudo ser más amargo. Solo le falta llamar 'camión' al SF25 y ya emularía del todo al francés.
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El proyecto de Hamilton, como el de Alonso y otros veteranos, está más en 2026 que en 2025, pero no se puede negar que ve su barco con más fugas de las que creía. No solo ha visto al hombre que sustituyó en el cajón, sino a sus excompañeros de Mercedes pelear por el podio en prácticamente todas las carreras. Para Russell y Antonelli llegar al podio es el objetivo mínimo de cada fin de semana; para Sainz era un sueño casi imposible. Pero para Hamilton empieza a ser una necesidad acuciante, antes de que la soga y los fantasmas de una retirada temprana vuelvan a rondarle la cabeza.
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