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En apenas quince minutos y por errores propios, la UD Logroñés hipotecó su partido en Ejea, que no solo acabó perdiendo por 3-0 ... ante un rival directo, sino que además cedió el average particular y, sobre todo, ofreció la imagen de un equipo menor. No necesitó hacer mucho el cuadro local, aunque tuvo la ambición inicial de la que careció su rival. Viajaba mentalmente el viernes la UD Logroñés con el sueño de igualar a Arenas y Eibar B en el liderato. El sábado ya supo que no sería colíder y el domingo recibió una bofetada de realidad. A seis de la primera plaza, pero sobre todo con un juego y una fuerza mental que hacen que la preocupación aparezca con fuerza.
Ejea
Troya, Raúl Sola, Ginovés, Álvaro Martín, Antonio Sola, Fadel, Carrasco (Iglesias, 65), Torrás (Tudela, 65), Rodri (Toni, 78), Gabri (Santana, 89) e Iker Gil (Julio Delgado, 78)
3
-
0
UD Logroñés
Daza, Yasin (Yasinn, 81), Monreal (Joao, 46), Bobadilla, Iñaki, Garrido, Bonilla (Gualda, 65), Agüero (Barrero, 63), Pau López (Riki, 46), Madrazo y Lupu
Goles: 1-0, Carrasco; 2-0, m.15. Iker Gil; 3-0, m. 17. Iker Gil
Árbitro: Arenas Mora. Amonestó a los locales Raúl Sola, al que expulsó por segunda amarilla en el minuto 63, Troya y Carrasco; y a los blanquirrojos Pau López, Monreal y Lupu.
Incidencias: Campo de Luchán. Vigésimo tercera jornada de liga. Tarde soleada. Presencia de seguidores blanquirrojos en las gradas.
La veintena de aficionados que seguían el partido desde uno de los fondos permanecían inmóviles, congelados por lo que estaban viendo en el campo de batalla deportiva y estupefactos por las continuas decisiones erróneas que estaban tomando dentro de su ejercito, con sus generales al frente. Apenas habían pasado quince minutos y la UD Logroñés perdía por 3-0 y dejaba la clara sensación de que sería ya incapaz de ganar este partido. «Si queremos estar arriba hay que ganar en campos como el del Ejea, había dicho Pablo Bobadilla en los días previos. Que cada cual saque conclusiones.
El partido blanquirrojo fue una oda al error. Rodríguez alteró su once dando entrada a Daza y Pau López, inexistente, en él. Ni se sabe por qué Royo apareció en él hace siete días y ni por qué el andaluz volvió a él, pero fue determinante en el marcardor, aunque no cometió el primer error. Ese queda para el tecnico con esos movimientos, máxime cuando ambos venían de un marcador victorioso, tan necesario en este club, y también por contemplar en el planteamiento la concesión el balón al rival desde los primeros minutos. El Ejea se siente cómodo con el esférico en su poder y la UD Logroñés apostó por el rol de equipo menor, esperar y salir a la contra.
Y con el balón, los aragoneses jugaron, aunque tampoco deslumbraban. Lo mejor que hicieron fue aprovechar los errores del adversario. El primero, el de Yasin, por ceder desde el pico del área pequeña el balón a Daza. Si hubiera pitado falta de Iker Gil no hubiera pasado nada, pero no la pitó y Carrasco firmó un gol pleno de sutileza superando a la barrera, que no saltó. De hecho, Monreal giró la cabeza al cuero.
La UD Logroñés se adentraba en un escenario en el que, además de rezar para crear fútbol de ataque y marcar, defensivamente fallaba. Todo en contra. Escenario en el que, además, se le apagaban progresivamente más luces y la penumbra ganaba terreno. Daza, en una de esas acciones suyas que acaban en gol del rival y que es inédita en él, quiso jugar con Bobadilla, en la media luna. El najerino estaba escoltado por Torras e Iker Gil. Le dio el balón al primero y éste al segundo, que marcó a puerta vacía. Como en el patio del colegio.
La derrota era una realidad cuando solo se habían consumido quince minutos, pero si el mayor de los optimistas aún pensaba en la idea de ganar en Luchán, Rodri e Iker Gil se encargaron de enterrar su ilusión. El primero se fue con suma facilidad de Iñaki, ganó la línea de fondo y cedió al balón para la dejada de cara de Gabri y que Iker anotase el tercero. El desastre se había consumado. Quedaba más de una hora de juego, pero les hubiera dado igual que restasen dos o tres horas más.
Herido de muerte, la UD Logroñés intentó rehacerse. Iñaki estrelló el balón en la madera, a balón parado, y Bonilla pidió pena máxima de Gabri. La pudo pitar perfectamente el colegiado, pero no lo hizo. El camino hacia los vestuarios era el mismo que el camino hacia el calvario. Merecido por otro lado.
A la UD Logroñés le quedaba por delante un objetivo, que no era otro que marcar al menos un gol para empatar el average particular, ahora perdido, y dejar que decida el general en caso de acabar la temporada con los mismo puntos. Ni eso. Y sí, generó ocasiones, sobre todo cuando Riki se sumó el encuentro. El brasileño pudo marcar en su primera incursión por la izquierda; también Madrazo, a la media vuelta: o Joao, ya en el campo, con un testarazo ante la salida fallida de Troya. Incluso Barrero, delantero de emergencia. Querer y no poder.
En suma, la historia de anteriores historias. A este equipo le cuesta un mundo marcar porque carece de fútbol de ataque fluido y claro. Su centro del campo no tiene la personalidad suficiente para mandar y sin creatividad no hay ni bandas ni delanteros. No hay nada, como queda latente cuando además comete errores defensivos. Entonces se ven sus vergüenzas futbolísticas. Y da igual si está a tres, cuatro o seis puntos de diferencia del liderato. Como dijo hace ya unas semanas Mario Nájera, ayer en el banquillo, el gran rival de la UD Logroñés es la propia UD Logroñés. Y de momento, pierde.
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