Albert Aguilá, en uno de sus primeros entrenamientos de la pretemporada. Fernando Díaz

UDL | Fútbol

Cinco claves (hay más) del descenso

Mala planificación, mala gestiones, malos fichajes, mal rendimiento... Todo lo que podía hacerse mal lo ha hecho la UD Logroñés

Domingo, 7 de mayo 2023, 17:54

Si bajamos no pasa nada, subimos otra vez». Era el día 23 de marzo del 2021 cuando Félix Revuelta pronunció esta frase a las puertas ... de las instalaciones del Mundial 82. El equipo bajó a Segunda B, conocida como Primera Federación, poco después. Y dos años más tarde, no solo no ha subido, sino que ha vuelto a descender. Algo impensable cuando se dejó, por obligación, el fútbol profesional y también cuando arrancó la temporada, allá por el 20 de julio del 2022. La realidad es que la UD Logroñés es ya equipo de Segunda Federación y le toca vivir su primera gran reencarnación. Será interesante ver cómo la lleva a cabo y también si aprende de los errores cometidos, que han sido muchos, pero que se podrían resumir en cinco principales.

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    Débil estructura

A pesar de contar ya con catorce años de vida y de haber pasado por el fútbol profesional, la UD Logroñés no ha sido capaz de crear una estructura sólida en sus despachos por mucho que ahora cuenta con una ciudad deportiva y con una residencia de jugadores propias de superior categoría. A esa enorme carencia se suma la lentitud de movimientos, que bien podría ser una consecuencia.

El 17 de julio del 2022, Manu Franco, director deportivo, dejaba sorpresivamente el club para unirse al proceso electoral del Athletic de Bilbao. Un año antes se había pasado por la misma situación, con la salida de Carlos Lasheras y de Sergio Rodríguez. El técnico logroñés regresaba un año después para sofocar el fuego creado y firmaba a David Torices, Dupi, como director deportivo. Llegaba avalado por su buen hacer en el Badajoz en una temporada muy convulsa social y económicamente.

Dupi, que no seguirá en el club, construyó un equipo para Albert Aguilá en un tiempo casi récord. Nombres conocidos en la categoría que se asociaban a futbolistas de calidad y jugadores de más allá de las fronteras, a los que, no se sabe por qué, se les otorga directamente el estatus de buenos o grandes jugadores. Sus movimientos, tanto en verano como en invierno han sido un fiasco enorme.

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    Baile de entrenadores

A diferencia de la temporada 2020/21, en la que la UD Logroñés descendió sin cambiar de entrenador, en ésta han sido tres los que han llevado las riendas del equipo. Y todas las decisiones han sido erróneas.

La primera, mantener a Albert Aguilá en el banquillo. No porque no se lo hubiera ganado en el terreno de juego recogiendo el testigo de Mere Hermoso y llevando al club a la fase de ascenso, sino porque no gozaba de la confianza de sus superiores por mucho que así lo transmitieran públicamente. Paradójicamente, ha sido el mejor de los tres.

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«Este equipo no tiene excusa porque está formado por jugadores que hemos buscado. Puedes ganar o no, pero la afición debe estar orgullosa de su equipo», decía Aguilá en los primeros días de pretemporada. Un error de apreciación.

Aguilá era fruta madura. Solo había que esperar a que cayera al suelo. Ycayó. Fue tras viajar a Murcia, en noviembre. Ya había emprendido otros desplazamientos  –Navalcarnero y Alcoy– sintiendo el frío de la hoja sobre su cuello. A Aguilá le destituyeron por «sensaciones» porque por resultados el argumento era muy poco sólido. El equipo era décimo en la tabla con quince puntos en doce partidos jugados en los que había marcado más goles de los que había encajado. Había ganado en cuatro ocasiones amparado en su particular momento de gloria: tres triunfos en cuatro partidos entre el 11 de septiembre y el 1 de octubre.

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El 22 de noviembre era destituido, en diferido, después de regresar derrotado de Murcia e incluso entrenar el lunes de aquella semana. Dos días después se anunciaba el fichaje de Natxo González, que sí era de la confianza de los despachos blanquirrojos. Al error de mantener y destituir a Aguilá se sumaba el error, mucho más grave, de firmar a un técnico cuyo curriculum más reciente estaba presidido por la ausencia de triunfos. Yno solo se le firmaba, sino que además, otro error de consecuencias económicas, hasta julio del 2024. Una gestión desastrosa.

Natxo González, el día de su presentación. Fernando Díaz

González debutaba en Las Gaunas el 27 de noviembre contra el Amorebieta. Primero de los siete empates que logró. ¿Qué hubiera pasado si Menudo no hubiera errado aquel penalti con empate a cero en el marcador? «No vengo a Logroño para quedar octavo, vengo aquí para intentar ascender», dijo. Palabras.

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La etapa del vitoriano fue la de la consolidación del equipo en zona de descenso, a la que llegó apenas tres semanas después de tomar las riendas. Doce partidos que se resumen en siete empates y cinco derrotas, con más goles encajados que marcados y con la friolera de acumular 627 minutos sin anotar, más de seis partidos completos. Si a Aguilá le echaron las sensaciones y no los números, a este la mantenían las sensaciones aunque sus números fueran pésimos. Tras el esperpéntico partido en Sabadell fue destituido. Llegaba Sergio Rodríguez y no porque quisiera.

Sergio Rodríguez da instrucciones a sus jugadores. Justo Rodríguez

La relación entre la UD Logroñés y al técnico es curiosa. Es el entrenador más laureado de sus historia, quien logró el ascenso a Segunda, pero también quien ha vivido dos descensos en el plazo de tres temporadas. Debutaba el 4 de marzo, ante Osasuna, y con un 2-0 esperanzador, pero la posibilidad de reacción se iba diluyendo con suma rapidez.

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    Demasiados errores

El fútbol es frío en ocasiones. Desde el momento en el que se rige por números, resultados y clasificaciones, todos ellos pasan a ser lo más importante, lo que marca el presente y futuro de un equipo. La UD Logroñés paga con el descenso sus muchos errores.

En los despachos no hubo continuidad. La plantilla empezó con apenas tres jugadores, como un año antes, y la sensación que transmite es la falta de información. Seguramente existe, pero si es así no se hace el uso adecuado. La planificación de la primera plantilla ha sido un error de concepto.Primero, al confiar en un técnico al que no quieres; segundo, al fichar a un director deportivo que no ha firmado a un jugador que haya destacado. Y firmar con dinero en caja ayuda, aunque a veces confunda.

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Más errores en la composición de la plantilla, corta y descompensada, sobre todo en su fútbol ofensivo. Se pensó en menos jugadores y de más calidad (por extensión, más dinero) y mirar hacia el filial. Todo ha salido mal. Incluso intentar cambiar el rumbo en el mes de enero, con la salida y llegada de jugadores. Si los que se fueron habían aportado poco, los que llegaron no han marcado las diferencias.

Y en esos errores se incluye también contar en nómina para la próxima campaña con Crettaz, Lozano, Doncel, Zourdine y Schutte, sobre todo si no hay cláusula liberatoria en caso de descenso.

Movimientos que van más allá del primer equipo, porque la temporada del segundo equipo ha sido decepcionante y ha descendido por méritos propios, aunque la sangría de futbolistas a la que se ha visto sometido puede servirle de atenuante. Y el juvenil que milita en División de Honor acabará bien la campaña, pero lo ha pasado mal. En realidad, el club solo ha funcionado con solvencia en categorías inferiores, donde puede elegir. Deberá adaptarse a su nuevo papel, aunque de momento ha anunciado la ampliación de su estructura con tres equipos más, en fútbol 8.

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    Plantilla muy corta y sin competitividad

Con la apuesta por una plantilla corta, el desequilibrio ha sido absoluto porque además es una plantilla sin competitividad. Si en ocasiones lo barato sale caro, aquí ha salido carísimo. Se pensó en pocos jugadores, pero la realidad dice que han pasado treinta y cinco, con idas y venidas y futbolistas del filial.

Boubakar Keita, durante un entrenamiento. Fernando Díaz

La presencia de tantos jugadores del segundo equipo ha derivado en otro descenso y en que ninguno de ellos se ha asentado en la categoría por un puñado de compromisos que hayan disputado. En esa parcela destacó primero Boubacar Keita, que ha ido desapareciendo del césped (hasta este domingo), y Sergi López, que no ha sido inferior a muchos de sus compañeros, pero que necesita más tiempo para jugar en esta categoría o un bloque mejor.

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    Un grupo de jugadores, que no un equipo

Albert Aguilá logró aproximar lo que era un grupo de jugadores a un equipo. Lo más difícil es hacer un equipo sólido, es decir, trabajador, solidario, equilibrado, fuerte mentalmente,... No lo logró al cien por cien, pero tampoco lo consiguió Natxo González, siempre de trato exquisito, y Sergio Rodríguez, que desembarcó con enorme energía, pero al final su mensaje no ha calado como todo blanquirrojo esperaba.

La UD Logroñés engañó en pretemporada con buenos resultados y un juego vistoso. Se confirmó así que las pretemporadas tienen trampa. Todo cambió cuando jugó y perdió su primer partido en Las Gaunas, frente al Athletic. El Municipal ha sido un calvario y la principal vía de llegada al descenso. De sus diecisiete partidos solo ha ganado tres.

Primero, la UD Logroñés fichó nombres. Segundo, se convirtió en un equipo previsible en sus alineaciones, algo que no es bueno porque denota que puede haber un buen once pero no una plantilla competitiva. En este caso, ni lo uno ni lo otro. La ausencia de competitividad ha sido enorme. Ysi no se entrenaba bien era imposible jugar bien. Solo en el ritmo del balón.

Su rendimiento ha sido decepcionante, sobre todo en aquellos jugadores que debían liderar el proyecto. Serantes comenzó la campaña con la mente fuera de la UD Logroñés; Arregi tampoco asumió galones, aunque es el máximo goleador del equipo; David Fernández no ha aportado lo que se esperaba de él; Iñaki se ha visto implicado en una larga discusión sobre su titularidad; Markel Lozano ha mejorado con Rodríguez; Doncel ha aparecido y desaparecido; Menudo no ha sido el jugador de su primera etapa; Zourdine es jugador de filial sin presión; Pichín ha quemado otra etapa... Y los tres delanteros han estado muy lejos de su potencial o su potencial es el que se ha visto. Vinicius, con muchos problemas físicos; Schutte, sin adaptación al equipo; y Mendes sin saber a qué jugar.

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Vinicius, con el balón. Uno de los grandes fiascos. Fernando Díaz

Bajo rendimiento sobre el césped y comportamiento problemático fuera de él por salidas nocturnas a destiempo. La expresión de todo ello, y aunque haya sido sobre el césped, es la imagen de Zourdine en Amorebieta encarándose con un aficionado, comportamiento que llevó al club a apartarle del equipo.

Descenso. Éste es mucho más grave que el que se vivió en el 2021. Descenso que demanda un ascenso inmediato para pensar que ha sido un mal sueño, porque más allá de la mala suerte, el descenso es fruto de muchos y repetidos errores.

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