El Naturhouse da otro paso en la Liga de Campeones

El Naturhouse La Rioja ha sumado hoy su tercera victoria en la Liga de Campeones, al ganar por 31-27 al Metalurg de Macedonia, en un choque que se ha decidido por el mayor físico de los riojanos tras el descanso.

El equipo de Logroño necesitaba ganar para afianzar el tercer puesto de su grupo y también lograr una diferencia holgada por si al final hay empate a puntos, lo que no ha logrado, porque en vez acercarse a la decena de goles, lo que hubiera sido lógico, se ha quedado en cuatro de ventaja por sus propios fallos.

La primera mitad se definió entre el balonmano lento y tosco, el del Metalurg y la frustración del Naturhouse por no poder imponer su velocidad.

El equipo riojano demostró no estar acostumbrado a un balonmano tan poco académico, el de un rival que se dedicaba a andar la mayor parte del tiempo, pero que una vez en el área de ataque mostraba más movilidad y seguridad en sus lanzamientos.

Dureza defensiva

El conjunto macedonio no arriesgó ni un pase y fue duro en su defensa, con lo que terminó de desesperar al equipo local, que nunca fue capaz de romper la igualdad en el marcador (ni siquiera cuando se adelantó por dos goles, 11-9) y que llegó al descanso ofuscado por sus propios errores.

El Naturhouse quería correr, porque su mejor versión llega cuando consigue defender y salir al contragolpe, pero no lograba hacer ese juego y así en cada jugada se descentraba un poco más, mientras el Metalurg seguía a lo suyo.

Por eso, lo mejor que le pudo pasar fue llegar al descanso con el marcador igualado (13-13) para refrescar ideas y, sobre todo, volver a creer en sí mismo.

Algo que resultó vital, porque el Naturhouse saltó al campo consciente de que tenía mucho más físico y banquillo que su rival, ajustó más su defensa y así pudo correr, con lo que pronto tomó la iniciativa (19-16 a los 8 minutos) comandado por los contraataques de Pedro Rodríguez.

Con esa desventaja, el Metalurg se hundió e hizo más evidentes sus carencias físicas que poco a poco le pasaron factura, tanto que diez minutos después ya había dado por perdido el partido (25-19) y simplemente trataba de impedir que los riojanos no desbordaran por velocidad en cada ataque.

Pero cuando tenía todo hecho, el equipo riojano volvió a perder ritmo y efectividad, con lo que dio aire a su rival, que en vez de perder por la renta que hubiese sido normal, logró regresar a Macedonia con solo cuatro goles en contra.