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Menú para el control de las emociones

Lunes, 11 de marzo 2024

Si alguna vez ha llorado de la emoción ante un nuevo sabor o se ha removido algo en su interior al percibir el olor de ... esa cazuela que le ha llevado hasta su madre, enhorabuena. Es usted humano. Esa salivación –maravillosa– que inunda su boca con sólo oír el plato que le espera en la mesa es la prueba irrefutable de la conexión íntima, casi sexual, que hay entre la comida y la mente humana. Nuestra salud mental está profundamente ligada a lo que comemos. Lo dicen los nutricionistas y los psiquiatras. Incluso la sabiduría popular, que a nadie le amarga un dulce.

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De todo ello han hablado en los últimos días los psiquiatras, psicólogos y nutricionistas reunidos en Vitoria en torno al Curso de Actualización en Psiquiatría de la ciudad, uno de los foros de España más reconocidos en el ámbito de esta especialidad médica. Nuestra mente funciona mejor con una buena dieta; y una mala, según dicen, puede llegar a destrozarla. Dicho de otro modo, un cuadro de depresión puede llevar a una peor nutrición, pero comer mal también puede desquiciar nuestro bienestar emocional hasta el punto de hacerlo enfermar. ¿De verdad?

«La respuesta definitiva es sí. Un perfil alimentario ajustado a los patrones de la dieta mediterránea favorece una mejor salud mental y nos protege incluso de enfermedades mayores, como psicosis y esquizofrenia». Lo dice la especialista Beatriz Cabrera, que sabe bien lo que se llama ya psiquiatría nutricional. Basada en la evidencia científica, la psiquiatra canaria defiende la necesidad de que, siempre que se pueda, la primera herramienta terapéutica sea el control de la dieta.

El menú como terapia

La mayor parte de los trabajos que relacionan jamada y bienestar emocional se han centrado en el estudio de la depresión. Pero cada vez hay más investigaciones que hablan incluso de su impacto en enfermedades mayores como psicosis y esquizofrenia. «Aún existe mucha controversia sobre el recurso de la dieta como primera opción terapéutica, quizás posible en patología menor, aunque lo que sí sabemos es de las bondades de promover hábitos de vida saludables».

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En las enfermedades crónicas, y la mayoría de las psiquiátricas lo son, hay un aspecto fundamental de la terapia que es la adhesión al tratamiento. Es así como los médicos llaman a la capacidad de cada paciente para tomarse regularmente todas las pastillas y cumplir con las tareas que les mandan. Vigilarlo cuando se trata de medicaciones es fácil desde que se normalizó el uso de la receta electrónica. Con un solo click, el médico sabe si se ha retirado el medicamento de la farmacia y con que periodicidad se hace. ¿Pero cómo se vigila si se ha comido uno sus lentejas y su coliflor? Pues sí, resulta mucho más difícil, pero no por ello descartable.

El eje intestino-cerebro

Los estudios realizados revelan que los pacientes que llevan una dieta más rica en cereales, frutas, verduras, legumbres, pescado y más carne blanca que roja disfrutan de una mejor salud mental. El riesgo de enfermar se reduce en ellos en un 34%. Ocurre así, entre otras razones, porque esta forma de comer favorece la expulsión del intestino de las bacterias más nocivas y deja en él las más sanas, las que más y mejor contribuyen a la paz mental.

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Cuando uno se alimenta mal o no come, esas sustancias quedan alojadas en el intestino. De ahí, pasan a la sangre y a través de ella llegan al cerebro, que acaba nutriéndose de lo peor. ¡Así cómo no va a entrar uno en depresión!

La dieta mediterránea es, además, rica en ácidos grasos poliinsaturados, como los omega 3 y omega 6, y potentes componente antiinflamatorios. Estos últimos son elementos que evitan la inflamación de los órganos y con él su mayor deterioro y envejecimiento, según recuerda la nutricionista Leila Pérez, del hospital Vithas Vitoria, que participó en este mismo foro.

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