El poeta sintió la pérdida

Laura acomete un guion de corte y estructura clásicos enfocado a perpetuar, en este caso, la memoria histórica literaria y los lazos políticos del gran poeta sevillano Antonio Machado. Si con María Lejárraga se propuso reparar la figura literaria de una mujer escritora ninguneada y encapsulada en el anonimato, con el autor de 'Campos de Castilla' el compromiso tiene el mismo ímpetu y, en esa línea y tono, la autora traza un recorrido de pinceladas biográficas salpimentado por un esmerado análisis de su poemario dilucidado por voces narrativas de distinto signo y prestigio reconocido.

El largometraje da cuenta de varios afectos innegociables de Machado, como la efusiva admiración por la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, su pasión por París, la influencia de Rubén Darío, su decidida voluntad de escribir con un lenguaje llano que practicaba la gente de la calle, su vinculación ideológica, su entusiasta oficio de maestro, el fervor por la República y el inmenso dolor que le causó el golpe militar muñido a fuego y sangre, que deriva en un hachazo moral. Devastado y melancólico, huye de la bestia vengativa y encuentra refugio en Colliure, Francia, donde la muerte lo derrotó por segunda vez.

Para materializar este argumento de modelo cartesiano, la documentalista se sirve de un distinguido puñado de mujeres y hombres que ilustran, con encargos diferentes pero complementarios, la hechura humana e intelectual de un hombre que amó a España como ningún otro y escribió versos de variedad temática haciendo hincapié, una vez consumada la sedición, en el inabarcable sentimiento de pérdida.