CRÍTICA DE MÚSICA

Frescura en el canto

Martes, 16 de abril 2024, 08:58

Tradicionalmente, cuando ibas a un recital de canto, sabías bien lo que te ibas a encontrar: un piano de cola en el centro izquierda del ... escenario con su correspondiente pianista y un/a cantante delante del piano, entrando y saliendo elegantemente del escenario e interpretando una serie de obras programadas más o menos relacionadas entre sí. Todo muy en su sitio. Ahora empieza a ser más frecuente el concierto semidramatizado y temático, con intervenciones recitadas y hasta teatralizadas, una mesita y unas sillas junto al piano, un tema vertebrador de todo el programa, movimientos informales, etc. Si está bien hecho, es una magnífica forma de vitalizar un escueto recital de canto. Y así fue en el recital que nos ocupa, a cargo de la joven mezzosoprano Anna Gomà y la pianista Laurence Verna, donde ya el título atrae, 'Dos mujeres con voz propia', relacionando la figura imaginaria de Carmen, paradigma de mujer libre, dueña absoluta de sus actos, rebelde en un entorno social opresivo con la mujer, atrevida hasta pagarlo con su vida, con la figura real de María de la O Lejárraga, con toda una vida de lucha por hacer visible su genio como escritora, aplastada por las convenciones de su época y casi toda su obra firmada por su marido, Gregorio Martínez Sierra, considerado oficialmente su autor hasta fechas bastante recientes.

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Anna Gomà es una estupenda cantante, muy artista y además con un desparpajo escénico más que notable y supo dar vida al sencillo guion que iba enlazando las obras interpretadas, con expresivos fragmentos de la correspondencia entre Lejárraga y Falla, moviéndose por el escenario como pez en el agua, del piano al sillón y la mesita con su tela de raso rojo y con un precioso vestuario moderno, mucho menos formal de lo acostumbrado. La voz es poderosa, de color oscuro e intensa proyección, con un timbre algo metálico, que seguro irá dulcificando en su evolución como cantante. Frasea muy bien y su línea de canto es sólida, así que mostró su autoridad en los cuatro fragmentos de la ópera Carmen, que fue intercalando entre las canciones de varios autores sobre letras de Lejárraga. Estuvo alegre en la seguidilla 'Près des remparts de Séville', seductora y garbosa en la canción gitana de la taberna, sombría en el canto de la muerte del trío de las cartas 'En vain pour éviter' y gloriosa en la conocida habanera del acto 1º 'L'amour est un oiseau rebelle'. Entre las canciones destacaron los tres Ayes de María Rodrigo (que en el programa se atribuyen a Falla) y, por supuesto, las tres intervenciones vocales de 'El amor brujo' de Falla, a las que presto su voz oscura desgarrada y cierto toque de cantaora. Me sorprendió la desconocida romanza 'Soy Margot' de la ópera Margot de Joaquín Turina y me encantó la canción de Julián Bautista 'El alma tenía los ojos verdes', ambas con letra de Lejárraga, pero donde verdaderamente hizo una emotiva creación fue en las dos versiones con la misma letra de María Lejárraga: la 'Oración de las madres que tienen a sus hijos en brazos' de Falla cantada a flor de labio y el 'Villancico de las madres que tienen a sus hijos en brazos' de Julián Bautista, en una versión conmovedora.

El acompañamiento de la pianista Laurence Verna fue perfecto, arropando la voz de la mezzo con exquisito tacto, con enorme sensibilidad en los pasajes más delicados y destacada solvencia en los momentos más intensos, como en El amor brujo. Los intensos aplausos del público merecieron un bis: la canción 'Madrid' de Pauline Viardot-García, otra mujer española liberada y verdaderamente importante en la historia del arte.

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