Cenicero enseña el 'tesoro de Espartero' mientras Morella ultima el expediente para su devolución
El obispado de Calahorra muestra las piezas que el Gobierno donó a La Rioja en 1840, pero impide fotografiar las nueve que conserva
Nueve meses después de que la ciudad de Morella iniciara de manera oficiosa las gestiones para la devolución del 'tesoro' que Espartero entregó a ... la iglesia de Cenicero en 1840, el obispado de Calahorra y La Calzada-Logroño dio ayer un paso al frente. En la sacristía de la parroquia de San Martín de la humanitaria ciudad riojana, la diócesis mostró nueve de las diez piezas que formaban parte del 'botín' que el ejército isabelino se llevó de la capital del Maestrazgo tras conquistar la plaza en los estertores de la I Guerra Carlista (1833-1840).
Publicidad
Con la presencia de Jesús Ignacio Merino Morga, delegado episcopal de Patrimonio de la diócesis; el párroco de San Martín, Alfredo Álvarez Lacruz; David Castroviejo, miembro de la Comisión de Patrimonio diocesano; y la gestora cultural y periodista de Morella Conxa Rodríguez Vives, se mostraron por primera vez en los últimos años nueve de las diez alhajas que forman el 'tesoro'.
A excepción de «un copón labrado con su caja y cubierta: dentro, suelta, y la cruz de la Trinidad con un Cristo, todo de plata, de tres libras y once onzas y media», del que se desconoce su paradero, las nueve piezas restantes permanecen en el templo de Cenicero casi dos siglos después, tal y como lo describe el Boletín Oficial de la Provincia de Logroño de 27 de septiembre de 1840: «Custodia dorada con diferentes labores, diez y seis cabecillas de ángel sembradas en los rayos, dos santos en el pie, dos angelitos sueltos, cuyo peso total asciende a treinta y seis libras y media castellanas. Un incensario compuesto de tres piezas unidas con tres cadenas, de peso de tres libras una onza y media castellanas. Una bandeja hecha a martillo, de tres libras cinco y una y media onzas castellanas. Una naveta o navecilla (vaso incensario) labrada con su cuchara para poner incienso, de peso de una libra y catorce onzas. Un cáliz de plata sobredorada, labrado, de una libra y catorce onzas castellanas. Otro idéntico de una libra y diez onzas y media. Otro idéntico de una libra once onzas y media. Una patena y una cucharilla, de tres onzas y media. Una caja labrada para los santos óleos, sobredorada, con su cruz metida en su correspondiente bolsa, de una libra y tres onzas castellanas». Tengamos en cuenta que una libra de la época equivale a 16 onzas castellanas, 460,093 gramos, por lo que cada onza tiene un peso de 28,755 gramos.
Temor a posibles robos
Pese a poder contemplar el 'tesoro', la diócesis no permitió que se hicieran fotografías de las joyas ni fotocopias de las fichas técnicas de cada una, alegando que la Guardia Civil les ha advertido del peligro que supone su publicación, como reclamo a posibles ladrones de obras de arte.
Publicidad
El conflicto nació el 21 de octubre de 1834, cuando el general Zumalacárregui trató de rendir la villa de Cenicero. Y pese a que el jefe de las tropas carlistas se apoderó del casco urbano y destrozó la iglesia, no pudo doblegar a los setenta urbanos —voluntarios del bando liberal—, que defendieron durante 26 horas la torre de la parroquia.
Al final de la I Guerra Carlista, luchando en el Maestrazgo, los liberales se incautaron del llamado 'tesoro de Morella', el 30 de mayo de 1840, un lote de piezas religiosas entre las que destacaba una custodia de un metro, que salía en procesión en la fiesta del Corpus Christi.
Publicidad
En septiembre, y a petición de su esposa, Jacinta Martínez de Sicilia, la duquesa de la Victoria, ordenó Espartero entregar dichas alhajas a la parroquia de San Martín, en compensación por el expolio de Zumalacárregui.
«Serán mil años de litigio y no conseguirán nada», advierte el obispado riojano
Patrimonio defiende la legalidad de las joyas, cuya entrega se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Logroño
Aunque la petición de devolución del 'tesoro de Espartero' por parte de Morella no ha sido oficializada, el religioso e historiador Josep Alanyà i Roig lleva décadas indagando sobre el suceso y ultimando el expediente oficial para iniciar el proceso, que cuenta con el respaldo del Ayuntamiento de la ciudad castellonense. Alanyà es canónigo de la catedral de Tortosa (Tarragona), a cuya diócesis pertenece la ciudad de Morella, pese a encontrarse en otra provincia e, incluso, comunidad autónoma.
¿Qué ocurrirá en el caso de que el obispado tortosino y la corporación del Maestrazgo presenten una petición formal de devolución?
En principio todo parece indicar que la batalla que se abra por las alhajas confiscadas al final de la I Guerra Carlista estará muy lejos de solventarse.
El obispado de Calahorra y La Calzada-Logroño no parece estar dispuesto a ceder un valioso patrimonio que, según afirma, ya fue legitimado cuando se publicó en el Boletín Oficial de Logroño en 1840.
Por otra parte, fuentes de la diócesis riojana advierten de que si desde Tortosa o desde Morella se pretende entablar un contencioso administrativo o judicial, bien por la vía del Vaticano, bien por la vía judicial, «serán mil años de litigio y no conseguirán nada».
A pesar de todo, parece que el empeño del canónigo Alanyà y del alcalde morellano, Bernabé Sangüesa, deja abiertas todas las expectativas.
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión