Arranque espectacular

CRÍTICA DE MÚSICA ·

Martes, 17 de mayo 2022, 02:00

Comenzó la singladura de esta formidable iniciativa que es La Rioja Festival con un llenazo en Riojafórum como no se conocía desde hace años en ... un concierto de clásica. El magnetismo que ejerce Pablo Sáinz-Villegas en los aficionados riojanos y, cómo no, el nutrido grupo de seguidores de esta excelente orquesta de plectro que es la najerina Orden de la Terraza, dejaron muy pocos asientos sin ocupar en lo que fue una noche intensa en música y en emociones.

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Abría el concierto la Sonata (Zapateado) de Mateo Albéniz a cargo de la orquesta, que, lógicamente, sonaron al principio algo cohibidos por la grandeza del acontecimiento, pero que pronto mostraron su mejor sonido y cohesión, para dar paso al bellísimo Concierto en re mayor RV 93 de Vivaldi con la presencia solista de Pablo Sáinz-Villegas. Fue una versión alegre y vivaz, pulsada con autoridad y precisión por el solista y bellamente acompañada por la orquesta, que alcanzó su momento mágico en el apacible Largo central fuertemente interiorizado. Los aplausos generalizados en todos y cada uno de los movimientos del concierto, fruto de la inexperiencia de gran parte del público (o de su entusiasmo, puede ser), altera el espíritu y la experiencia sonora global del concierto, pero es lo que suele pasar en Logroño y hay que adaptarse. Sáinz-Villegas, fuera de programa y a modo de bis, nos ofreció una de las obras más hermosas del repertorio de guitarra, Recuerdos de la Alhambra de Tárrega, invitándonos a escucharla con el corazón y a experimentar luego la magia del silencio al finalizar la obra. La molesta y ruidosa intervención de un cámara cruzando por todo el escenario varias veces dificultó algo el disfrute de tan precioso momento, pero no impidió ese silencio sepulcral tan liberador.

El programa continuó con tres obras para la orquesta, destacando una de las joyas del repertorio español, «La oración del torero» de Joaquín Turina, magníficamente dirigida por Carlos Blanco con todas las secciones de la orquesta implicadas al máximo. La segunda parte del programa se iniciaba con la única obra originalmente escrita para orquesta de plectro de todo el concierto, la C.P.O. Rapsody de Squarzina, seguida de tres obras favoritas de Granados y Albéniz, que en las manos de Sáinz-Villegas son siempre una clara experiencia. En la última, Asturias de Albéniz, así como en la gloriosa propina, «Romance anónimo», Pablo estuvo acompañado por la Orden de la Terraza en un acertado y meritorio arreglo de Carlos Blanco. Y por supuesto la gran Jota de Tárrega para levantar a todo el mundo del asiento.

Mi enhorabuena a este fenomenal grupo najerino, con sonido y maneras casi profesionales, a Francisco Sagredo al frente de las guitarras, al concertino del numeroso grupo de bandurrias, así como a la excelente labor del director Carlos Blanco. ¡Bravo a todos! Y por supuesto al gran Pablo, motor de toda esta entusiasta movida, al que ya no me quedan calificativos para definirlo. ¡Gracias por estar ahí!

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