El arqueólogo José María Tejado posa con las tallas elaboradas por su padre y el libro 'Rastros' en la Biblioteca de La Rioja. Miguel Peche

José María Tejado Sebastián

Arqueólogo riojano
«La cultura de tradición oral, cuando mueran los mayores, desaparecerá»

El arqueólogo riojano ha reeditado el libro 'Rastros. Etnografía de la Sierra', obra de su padre que rescata la memoria agrícola de la desaparecida aldea Pajares (Lumbreras de Cameros)

Diego Marín A.

Logroño

Lunes, 27 de octubre 2025, 07:54

En 1993 José María Tejado Ceña, antiguo pastor y empleado de Correos hasta su jubilación, publicó el libro 'Rastros. Etnografía de la Sierra', un compendio ... de labores, tradiciones y aperos de labranza de la desaparecida aldea Pajares (Lumbreras de Cameros), derruida para la construcción del embalse. Ahora, 32 años después, su hijo, el arqueólogo y profesor de la Universidad de La Rioja José María Tejado Sebastián, reedita esa obra corregida de la mano de la editorial La Zamarra y con el apoyo del Ayuntamiento de Lumbreras.

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– ¿La reedición de este libro ha sido una labor más arqueológica, etnográfica o literaria?

– Un poco el símil sí que puede ir por ahí. La idea principal era cumplir una promesa que hice a mi padre hace unos años. Mi padre quería salvaguardar la memoria colectiva de estos pueblos de Lumbreras (Pajares, San Andrés, El Horcajo) porque dos de ellos iban a desaparecer. Entonces solicitaron permiso a la Diputación para que hicieran un museo etnográfico en San Andrés y, como había negativas, y el camerano es un poco... persistente (en mi pueblo lo llamamos cabezón), empezó cada noche a tallar a navaja las aperos de labranza. Como no iba a haber museo, por lo menos salvaguardar la memoria en la madera. Consiguió tallar más de 200 piezas en miniatura que se han expuesto en Madrid, Zaragoza, Soria... Y, paralelamente, hizo un inventario de piezas, dibujó más de 600. Con eso autoeditó un libro. Lamentablemente, mi padre falleció hace cuatro años y yo le prometí que lo reeditaría, corregido.

– Al final sí hubo museo etnográfico en San Andrés...

– Después de todo aquel proceso, cuando mi padre ya había finalizado la talla, la Consejería accedió a que hubiese un museo e incluso encargó un libro magnífico a dos etnógrafos profesionales, Luis Vicente Lías y Joaquín Giró ('Las aldeas del pantano'). Mi padre tuvo un momento de crisis sobre si continuaba o no con su labor y decidió seguir porque era otra voz, distinta, no era etnógrafo ni pretendía serlo, solo era un pastor.

– ¿Las piezas de su padre se exhiben en el museo de San Andrés?

– No, las custodio y conservo yo, como único heredero. Son mías.

– El libro contiene un valioso glosario de términos, riojanismos y tecnicismos agrícolas cameranos. ¿Es también diccionario?

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– Ha sido una de las tareas más dificultosas del libro, no acomodarlo o adaptarlo a nuestra jerga actual del siglo XXI de urbanitas sino mantener esa riqueza y ese bagaje de vocabulario serrano de la zona de alta montaña para que se conserve, hacer una constatación de esa memoria y que perviva, sin actualización. Podríamos caer en el riesgo de, por intentar actualizar el libro, desvirtuar la voz de mi padre.

– Al derruirse Pajares y parte de San Andrés se perdieron todas las labores agrícolas y ganaderas que se realizaban allí, ¿no?

– Ese proceso, unido a la despoblación de El Horcajo y Lumbreras, provocaba que la vida cambiase. Ya no había producción, se habían abandonado hace muchos años las horcas, los trillos y los arados, apolillándose en los desvanes, en las cuadras. El pantano fue el aldabonazo que llamó a la puerta de esa labor de recuperación, pero llevaba décadas en franco declive, condenada a desaparecer.

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– La agricultura y la ganadería sería la actividad económica principal de Pajares y San Andrés, ¿era así?

– Había una grandísima ocupación ganadera, tanto de vacuno como de lanar, caprino y equino que les complementaba tanto para las labores agrícolas como para la alimentación, la venta, las pieles, los productos secundarios... Y en cuanto a la agricultura, no solo por la propia alimentación, también para harinas, panes, alimento del ganado...

– ¿Cómo es la acogida del libro, entre los vecinos y descendientes de Pajares, San Andrés y Lumbreras?

– Nos dicen muchas cosas, siempre palabras de agradecimiento. Una que nos llamó especialmente la atención fue en la presentación del libro en Logroño. Ya se lo habían leído y 'habían vuelto otra vez a Pajares'. Nos decían que todo lo que decía mi padre era verdad. Nos llena de satisfacción por la labor hecha, mantener los topónimos, su riqueza lingüística y demás, porque es un mundo que ya no existe y este es un pequeño rescate, una pequeña ventana al pasado más reciente de los pueblos, y que mucha gente, los mayores, lo han vivido y lo recuerda. Los 'millennials' no conciben ese modo de vida tan duro para poder sobrevivir en entornos hostiles como la alta montaña del sistema ibérico.

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José María Tejado Sebastián posa con el libro 'Rastros'. Miguel Peche

«Más serio de lo que parece»

– La memoria popular, el conocimiento de las personas mayores rurales, si no es con estos libros, se pierde.

– Ese es un problema más serio de lo que parece. Volviendo a la arqueología, que es una rama de investigación histórica o una metodología de investigación del pasado que trabaja con restos materiales que están ahí, si no se estudian ahora seguirán estando dentro de 100 años y de 200; el problema de esta cultura popular, de este acervo etnográfico y de tradición oral, es que cuando se nos mueran los mayores, como está pasando, y que es un ciclo biológico normal, ese modo de vida desaparecerá. Una vez que mueran todos estos mayores que tienen de 80 a 90 años, ¿cómo vamos a poder reescribir la historia? ¿Cómo vamos a 'excavar'? No hay una cultura oral que quede en un yacimiento, no queda reflejada, se pierde irremisiblemente.

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– Y la perspectiva más popular, menos profesional de su padre, resulta incluso más interesante.

– No es que sean antagónicas, es que son complementarias. Elementos que una persona ha podido analizar fríamente desde el punto de vista científico se complementa muy bien con la vivencia o la experiencia vivencial de décadas en el entorno.

– Por último, y en lo personal, será una satisfacción reeditar este libro por cumplir la promesa hecha a su padre, ¿no?

– La verdad es que sí. Me ha liberado bastante por esa carga que tenía. Después de haber podido afrontar el duelo tras su muerte he podido ocuparme de la reedición de la mejor manera posible y, de esa forma, me libera o me sana un poco esa herida personal.

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– Incluso sirve de pequeño diccionario de riojanismos con el glosario final de términos.

– Sí. Hemos dejado ahí el vocabulario porque, aunque había cosas que todo el mundo sabe, hay otras, unas cuantas, que no o que son variaciones, arcaísmos, y eso, desde el punto de vista filológico, es interesante.

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