Dos tenderos frustran sendos atracos en Murillo: «No fue un acto de valentía sino de rabia»
El estanquero Alfredo Viana frustra un atraco a mano armada en su establecimiento, igual que hizo Félix hace un año en su supermercado del pueblo
No es buena idea atracar un comercio en Murillo de Río Leza. En realidad nunca lo es, en ninguna parte. Pero es que en menos ... de un año dos comerciantes de la localidad han frustrado sendos robos, el último el pasado lunes. Alfredo Viana y su esposa estaban a punto de cerrar su estanco en el centro del pueblo, pasadas las 20.00 horas, cuando entró un joven en chándal, con mascarilla y gorra, apuntando con un arma. Al acercarse al mostrador para recoger los billetes de la caja (no más de 200 euros), Alfredo, que atendía una llamada de teléfono en la oficina interior, salió a escena al percatarse de que algo extraño ocurría. El ladrón le apuntó y, sin pensarlo, él actuó.
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Alfredo hizo el servicio militar con la Guardia Civil y es tercer dan de taekwondo. Si no es buena idea robar, menos aún es intentarlo con Alfredo, que apartó el brazo del delincuente, lo agarró del cuello y lo sacó a empellones del establecimiento. Fuera, en plena calle Marciano García, ladrón y víctima cayeron al suelo, forcejearon y el primero consiguió huir. Toda la escena duró apenas segundos, no llegó al minuto. Un vecino que pasaba por allí persiguió al ladrón y apuntó la matrícula del coche en el que huyó. El vehículo, que había sido robado en Logroño, apareció quemado al día siguiente en el barrio de Yagüe de la capital riojana.
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El suceso, que afortunadamente tuvo final feliz porque el ladrón no logró robar nada y Alfredo apenas sufrió algún rasguño, ha corrido como la pólvora por las calles del pueblo y muchos clientes acuden al estanco a comprar tabaco o la prensa y preguntan: «Oye, que me han dicho que te intentaron robar, ¿es verdad?»; y el estanquero lo reconoce y cuenta lo ocurrido sucintamente, un poco avergonzado por sentirse protagonista. «Me habían llamado y estaba hablando por teléfono, así que no lo vi entrar. No fue un acto de valentía sino de rabia, por la inseguridad que tenemos. Lo primero que pensé es en lanzarme a por él, y eso que no tenemos mucho dinero porque la mayoría de la gente ya paga con tarjeta», cuenta Alfredo, que recuerda que, años atrás, también le entraron a robar, pero de noche, cuando no había nadie.
«Ahora pienso en que si lo hubiera dejado marchar, me sentiría peor. Quizá haya sido peligroso pero estoy satisfecho»
Alfredo Viana
Estanco de Murillo de Río Leza
«Cuando yo lo vi y él me vio, me apuntó, entonces reaccioné, le agarré del cuello y lo saqué a la calle, donde los dos caímos al suelo. Mi intención no era pegarle, que igual es peor porque empieza a tiros. Yo quería sacarlo fuera. No te da tiempo a pensar, es instintivo», relata Alfredo, que regenta junto a su esposa el estanco que heredó de su madre. Delineante de formación, trabajó en la tabacalera y ha practicado taekwondo durante 30 años. «Ahora pienso en que, si lo hubiera dejado marchar, me sentiría peor. Ha salido bien, quizá haya sido peligroso, pero estoy satisfecho y no tengo cargo de conciencia», declara Alfredo.
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Es media mañana y al estanco entra Félix, gerente del supermercado Mi Alcampo de Murillo y a quien dos ladrones le intentaron robar la caja registradora el 29 de noviembre del año pasado. Casi lo consiguen. Alfredo y Félix intercambian sus historias. Tras un forcejeo, los ladrones lograron salir del supermercado con la caja. «Le pegué un hostión por detrás al que llevaba la caja y cayó al suelo, se me escurrió como una culebra y escapó», recuerda Félix, que sufrió una doble fractura de costillas y 2.000 euros en daños materiales. Los dos intentos de robos están denunciados ante la Guardia Civil aunque, de momento, no ha habido detenidos.
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