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En Calvo Sotelo preparan su apertura algunos establecimientos. :: j. marín

Nuevo empujón al viejo Maristas

Hay quien se lo ha tomado como un premio de lotería, aunque algunos vecinos y comerciantes de la zona son escépticos sobre los plazos y repercusión del proyecto

E.E.

Lunes, 23 de enero 2017, 00:02

«Esperemos que afecte en plan positivo porque ya más negativo, imposible. Llevo 32 años aquí y veremos si aguanto hasta que se haga la obra». Con estas palabras reacciona a mi pregunta una veterana comerciante de Calvo Sotelo mientras me invita a asomarme a la calle y comprobar la relación de locales cerrados. Y me aclara que «no sólo notamos en su día la marcha de Maristas, notamos el cierre de la residencia (San Millán), que hacía a de ésta una calle de paso, y el de la Comisaría de Policía en Doctores Castroviejo».

Es sábado por la mañana y entro en el comercio más próximo al antiguo colegio. «Hace doce años, a estas horas estaríamos con las puertas cerradas porque no cabía más gente», me asegura su responsable desde la entrada mientras echa un relajado cigarro. Me explica que la marcha del colegio no influyó al comercio de la zona, «lo que influyeron fueron los centros comerciales». Las grandes cadenas primero y la venta online después han sentenciado al pequeño comercio, opina nuestro interlocutor, convencido de que «ni en cinco años ni en veinte veremos el nuevo proyecto en marcha».

Él ya tiene previsto el cierre por jubilación en unos años, y duda de que los locales que ahora enmudecen a lo largo de la calle resulten atractivos para el comercio porque «son muy viejos y con mucho fondo, y no compensa reformarlos».

En contra de su parecer, Calvo Sotelo registra movimiento comercial, especialmente en su confluencia con Juan XXIII. Entre los números 15 y 19 de Calvo Sotelo se trasladará próximamente la librería Santos Ochoa de Doctores Castroviejo, en vecindad con un establecimiento de firma germana. Al parecer, no son los únicos inquilinos que planean allí su aterrizaje.

«Es cuestión de modas, mira como estaban Doctores Castroviejo o García Morato y míralas ahora», apunta otra voz del barrio, convencida de que «cualquier cosa que hagan (en el solar de Maristas) será mejor que dejarlo así». Eso sí, «cuando lo vean mis ojos lo creeré, porque se han oído tantos rumores...», apuntilla.

La impresión cambia en la calle paralela, en Ciriaco Garrido, desde donde los niños entraban en su día al colegio de Maristas y que dentro de cinco años dará acceso a un centro deportivo municipal y una plaza pública. Un hostelero de esta vía reconoce que la marcha del colegio «nos afectó muchísimo y hemos aguantado como hemos podido, así que con el anuncio del nuevo plan nos parece que nos ha tocado la lotería», una grata impresión compartida en la Asociación de las Cien Tiendas. «Espero notarlo desde el momento que comiencen las obras en los almuerzos y las comidas de los operarios».

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